Lucrezia Borgia en Sevilla

Duke Kim (Gennaro) y Marina Rebeka (Lucrezia) en Lucrezia Borgia de Gaetano Donizetti en el Teatro de la Maestranza de Sevilla © Guillermo Mendo

 

Diciembre 3, 2025. El músico de Bérgamo, Gaetano Donizetti, fue, junto con Vincenzo Bellini, uno de los grandes compositores de la transición del “belcantismo” heredado del siglo XVIII y de la tradición rossiniana, hacia una estética nueva marcada por el movimiento romántico.

Trabajador incansable, compuso más de 70 óperas, deambulando de forma brillante por ambos universos, alternando títulos serios, ya netamente románticos, con el repertorio bufo, con el cual obtuvo gran fama. Supo fusionar elementos sentimentales del nuevo estilo con las antiguas escenas cómicas. Un claro ejemplo lo tenemos en su ópera L’elisir d’amore (1832), estrenada después de Anna Bolena, cuyo éxito nunca le llevó a desaparecer de los repertorios. Después de esta incursión, Donizetti continuó su exploración de los recursos psicológicos de sus personajes con otros títulos más serios. Sus óperas basan una gran parte de su fuerza en el teatro y el hábil dramatismo de las situaciones, superando a sus colegas más cercanos. Tanto es así que influirá directamente en la obra de Giuseppe Verdi.

El carácter tenebroso, melodramático y enigmático del drama que publicó Victor Hugo en París con el título de Lucrèce Borgia en el año 1833 sedujo al compositor bergamasco que, con la colaboración del poeta y libretista genovés Felice Romano, comenzarían juntos a trabajar en la que es, sin duda, su ópera más controvertida. 

El 26 de diciembre de ese mismo año, se estrenó en el Teatro alla Scala de Milàn Lucrezia Borgia, cuya enorme popularidad llegó hasta principios del siglo XX, y si no superó a Lucia di Lammermoor fue solo porque exigía un número inusual de cantantes, convirtiéndola en una “ópera de lujo”, muy cara de programar. Aún así, la belleza de las arias, las caballette, los concertantes, así como el carácter romántico y misterioso del argumento la hizo muy apreciada.

La siempre polémica ópera de Donizetti llega ahora a Sevilla por primera vez, desde que el Teatro de la Maestranza abriera sus puertas hace más de tres décadas, y lo hace en estrecha colaboración con el Auditorio de Tenerife, la Ópera de Oviedo y el Teatro Comunale di Bolonia.

Fue arriesgada la puesta en escena que firmó la directora italiana Silvia Paoli, ambientada en la Italia fascista, una sociedad andrógina donde suceden episodios violentos de todo tipo. Demasiado castigo, incluso para la malvada Borgia. El resto de las artes escénicas, absolutamente magníficas: vestuario, iluminación y los graciosos bailes que arrancaron alguna que otra risa.

La batuta recayó, esta vez, en el maestro Maurizio Benini. El italiano es un viejo conocido del público sevillano, así como de todos los grandes teatros donde ha dirigido. Demostró un gran dominio de la música belcantista, haciendo una magnífica lectura de la partitura, el manejo del tiempo y el sonido en todo momento. El coro de la Maestranza, dirigido por Íñigo Sampil, estuvo genial. Otro gran beneficiado del buen hacer de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y su encomiable relación con el escenario.

Deslumbrante estuvo el debut en el rol de Lucrezia de la soprano letona Marina Rebeka, demostrando desde el primer momento una naturalidad y un desparpajo encantador, amén de una grandísima voz y un bellísimo timbre que no dejó indiferente a nadie. Firmó uno de los momentos más tiernos de la noche en su ‘Com’e bello, quale incanto… Si voli il primo a cogliere’, haciendo gala de un fraseo muy limpio donde arrancó más de un “bravo”.

 

Teresa Iervolino (Maffio Orsini) entona ‘Il segreto per esser felice’ con el coro © Guillermo Mendo

 

Teresa Iervolino cumpliò con creces su rol del joven noble Maffio Orsini, amigo de Gennaro. La mezzosoprano italiana fue de menos a más, mostrando una inmensa capacidad interpretativa y una bonita voz bien timbrada en el momento de su brindis junto al coro, ‘Il segreto per essere felice’.

No defraudó, tampoco, el joven tenor surcoreano Duke Kim en el rol de Gennaro. Estuvo más que bien tanto en lo vocal como en lo actoral, y rubricó un bonito dúo con Lucrezia, ‘Ama tua madre’.

Impecable, el resto del elenco, sobre todo la labor interpretativa del polaco Krzysztof Baczyk en el rol del duca Alfonso d’Este, por la potencia de su voz. Asimismo, cabe destacar el trabajo de su confidente secreto Rustighello, encarnado a la perfección por el tenor granadino Moisés Marín.

Poco antes de iniciarse la función, el Teatro anunció por megafonía que la obra de esta noche se representaría en homenaje al que fuera director del Maestranza durante los 1992-2004, el recientemente fallecido José Luis Castro.

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