Ariadne auf Naxos en Sevilla
Diciembre 14, 2024. Con motivo del 75 aniversario del fallecimiento del compositor y director alemán Richard Strauss (1864-1949), el Teatro de la Maestranza de Sevilla presenta por primera vez una de sus obras más notables, Ariadne auf Naxos, homenajeando así a uno de los músicos más osados e influyentes de la primera mitad del siglo XX.
Considerado el heredero legítimo de Richard Wagner, Strauss se mostró siempre muy audaz y original, hasta el punto de llevar los preceptos del maestro de Leipzig a su culminación, en obras tan controvertidas como Salome (1905) o el drama griego de Elektra (1909). Sería esta última obra la que marcó el inicio de la estrecha relación con el libretista, poeta y dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal hasta su fallecimiento en 1929.
Este nuevo vínculo propició un cambio de orientación en las posteriores creaciones del músico bávaro, que abandonó de manera definitiva el “expresionismo” posromántico de sus primeros años, para interesarse más por las cuestiones siempre abiertas de la relación entre teatro y música. Strauss recupera, para sus nuevos trabajos, los principios básicos del barroco que, valiéndose de un excelente instinto teatral, recrea el espíritu y la brillantez de la ópera del siglo XVIII.
Ariadne… es el claro ejemplo de esta fructífera relación, que dará como resultado un híbrido, en ocasiones excesivamente recitado. Esta “ópera” dentro de la ópera tuvo un arduo periodo de gestación hasta su estreno, como hoy la conocemos, en el Teatro de Corte de Viena en octubre de 1916. Fue escrita originalmente en un solo acto, precedida de la obra de Molière Le bourgeois gentilhomme (1670), para la que Richard Strauss había compuesto música incidental. La obra se presentó finalmente con un prólogo inicial con el artificio de la commedia dell’arte, eliminando así la obra teatral del dramaturgo parisino, para continuar después del intermedio con la ópera propiamente dicha, la tragedia de Ariadne y Bacchus.
El coliseo sevillano estrenó esta ópera de Strauss bajo la mimada producción del Teatro de la Maestranza, con la idea originaria del Staatstheater Regensburg. El salón de un rico mecenas vienés sirve como único escenario para representar su caprichosa ópera, estructurada en un prólogo, en buena parte recitado —“parlato”, al puro gusto mozartiano—, donde los personajes se van presentando de forma efervescente. La segunda parte es ya “la ópera”, donde la tragedia y la comedia se funden en un lirismo realmente emotivo.
De aplaudir, la puesta en escena del director andorrano Joan Anton Rechi, que desplegó toda suerte de recursos teatrales propios de la commedia dell’arte. Los personajes deambularon majestuosamente entreteniendo al público, con dulzura y comicidad. El madrileño Guillermo García Calvo, de enorme bagaje en el repertorio de “la gran música alemana”, fue el encargado de liderar la orquesta camerística. Firmó un debut excelente, sosegado. Interesante el dominio del foso, como su relación con el escenario. De destacar, el bonito fraseo del viento en ambas “oberturas”.
Espléndida, la actuación de la mezzo estadounidense Cecelia Hall (El compositor) y el barítono murciano José Antonio López (El maestro de música), que desplegaron una calidad actoral y vocal que no desaprovecharon en su dúo del prólogo ‘Nach meiner Oper?… Meine Partner!’, para trenzar sus bonitos timbres.
La donostiarra Elena Sancho fue una Zerbinetta muy divertida, mostrando una gran calidad interpretativa que le valió para afrontar, con un fraseo limpio y grácil —y una muy buena técnica de coloratura— la exigente aria plagada de florituras a la italiana, ‘Grossmächtige Prinzessin!’
El momento de máximo lirismo lo protagonizaron la soprano armenia Liana Haroutounin en el rol de la princesa Ariadne, que mostró un bonito timbre y gran potencia en el fraseo de la zona alta, y su amado, el dios Bacchus, interpretado a la perfección por el bonaerense Gustavo López Manzitti, de voz calidad y potente con buena capacidad de fiato. Juntos firmaron uno de los pasajes más bellos de la noche, el dúo final ‘Du schönes Wesen!… Bin ich ein Gott?’
El trío de cantantes compuesto por Sonia de Munck (Naiad), Anna-Doris Capitelli (Dryad) y Ruth Rosique (Echo), que dieron vida a las divertidas ninfas encargadas de mimar los lamentos de la princesa enamorada, nos deleitaron con bellísimos momentos de voces entrelazadas.
Mención especialmente calurosa merece el cuarteto formado por Carlos Daza, (Harlequin) Emanuel Faraldo (Scaramuccio), Daniel Noyola (Truffaldino) y Juan Antonio Sanabria (Brighella). Suyos fueron los momentos de auténtica comedia, que así recogió el público asistente.