Concierto «Francia y América» en Génova

La mezzosoprano Sarah Connolly cantó Les nuits d’été de Hector Berlioz en el Teatro Carlo Felice de Génova © Ramón Jacques

 

Octubre 22, 2024. El Teatro Carlo Felice de Génova es sin duda uno de los de mayor tradición y notoriedad en Italia, que presenta no solo una variada temporada lírica, como también de ballet, música de cámara, recitales y, de manera paralela, se lleva a cabo un significativo ciclo de música sinfónica con sus cuerpos estables, la Orchestra dell’Opera Carlo Felice de Génova y su coro.

Cuenta con la presencia de reconocidos directores de orquesta y solistas invitados (instrumentistas y cantantes), y promueve la realización de conciertos en otros teatros italianos y del extranjero.

La temporada lírica de este año comenzó con la ópera de cámara The Turn of the Screw de Benjamin Britten, que requiere pocos instrumentistas, por lo que se podría decir que las actividades de la orquesta y del coro comenzaron apenas cinco días antes del concierto aquí reseñado, donde se interpretaron dos obras sinfónico-vocales: Egmont op. 84 para soprano, voz recitante y orquesta de Ludwig van Beethoven (1770-1827), así como de la Misa in tempore belli (Paukenmesse) Hob: XXIII: 9 de Franz Joseph Haydn (1732-1809) con una buena selección de cantantes locales.

La idea de compaginar conciertos de música sinfónica con la temporada de ópera de un teatro es una buena decisión, ya que mantiene a los músicos en constante actividad, interpretando diversos estilos musicales e indudablemente afina y perfecciona su desempeño en el repertorio lírico. Recuerdo que este ejercicio aumentó cuantiosamente el nivel musical de las óperas que interpretaba la orquesta de la Ópera de San Francisco cuando lo implementó hace algunos años, aunque esto solo duró un par de años. En la actualidad pocos son los teatros líricos que le dedican tiempo a la música sinfónica.

Este concierto de la orquesta del Teatro Carlo Felice, fue titulado “Francia y América” y contrastó obras de estilos y épocas diferentes, como el Concierto para clarinete y orquesta de cuerdas del compositor estadounidense Aaron Copland (1900-1990) que le fue comisionada y estrenada por el clarinetista Benny Goodman (1909-1986), conocido como “El rey del swing”. La corta obra consta de dos movimientos, uno lento y expresivo, que es una elegía para cuerdas por su serenidad y sentido reflexivo, donde se escucha tenuemente el sonido del clarinete flotar entre los violines, las cuerdas y el acompañamiento del arpa, para después continuar con un movimiento bastante rápido, donde el insólito y sensual clarinete explota desplegando una armonía de tintes jazzísticos, con pasajes que recuerdan a la Rhapsody in Blue de George Gershwin.

Aquí brillo la habilidad, la destreza y el sentimiento del clarinete de la solista Valeria Serangeli, quien ocupa la posición de primer clarinetista de esta orquesta, y que mostró apego y amplio conocimiento de la obra, por lo que su ejecución fue de notable y grato nivel. A continuación, se escuchó la Sinfonía Afroamericana del compositor estadounidense William Grant Still (1875-1978), quien se asoció con prominentes figuras literarias y culturales afroamericanas que crearon el movimiento conocido como Harlem Renaissance. El extenso catálogo de Still cuenta con más de 200 composiciones: cinco sinfonías, cuatro ballets, más de treinta obras corales, música de cámara, además de nueve óperas —una de las cuales, Highway 1 USA, fue escenificada por la Ópera de Los Ángeles la temporada pasada, y reseñada por mí para esta publicación. 

La Sinfonía Afroamericana (1930) fue su obra más conocida, y hasta 1950 la más ejecutada de un compositor estadounidense. Musicalmente, no renuncia a su influencia del blues con ritmos característicos de la música afroamericana de su época, mezclada con el estilo sinfónico clásico para una orquesta amplia, reforzada con instrumentos como la celesta, el arpa y el banjo, que en sus cuatro movimientos cambia de diferentes estados de ánimo como el deseo (moderato assai, que se asemeja a la canción ‘Summertime’ de Gershwin) el dolor, el humor (el movimiento más animado) y la aspiración; sentimientos que fueron bien captados por el compositor.

La orquesta ofreció una buena interpretación de esta obra, con soltura, franqueza y expresividad. Después de una alegre primera parte, el concierto continuó con una radiante interpretación del ciclo de canciones del compositor francés Hector Berlioz (1803-1869) Les nuits d’été (Noches de verano), para voz y orquesta Op. 7, que tuvo como solista a la mezzosoprano inglesa Sarah Conolly.

Con lo que pareció una interpretación que pareció sencilla y natural, Connolly convenció contando el tema de la obra, que describe el amor que va desde la inocencia juvenil hasta la pérdida y después a la renovación. Sus dotes vocales resaltan su elegancia en el fraseo, en la dicción francesa, en su expresión y franqueza, esbozando y colorando cada frase que enunciaba y su cadencia como en ‘Villanelle’, o la delicadeza en ‘Le spectre de la rose’.

Connolly es una cantante de notable trayectoria, que ha dominado el repertorio de música barroca —como Händel y Purcell— y de obras clásicas, sin olvidar que ha cantado también personajes en las óperas de Wagner, Strauss y de compositores del siglo XX. Es una artista de gran sensibilidad, que durante la pandemia de Covid-19 fue de los pocos artistas que se atrevieron a hablar públicamente de la fragilidad a la que está expuesta la profesión del cantante. 

Por último, debemos mencionar la concertación del maestro Riccardo Minassi, quien dirigió con mano segura, convicción, atento a cada detalle y apreciable preparación y conocimiento de las obras que se escucharon. Minassi, en su calidad de director titular de la orquesta de este teatro, dirige durante la temporada diversos conciertos sinfónicos y algunas óperas. La confección de este particular programa superó las expectativas y fue del gusto del público, que premió con mucho entusiasmo a la orquesta y a los destacados solistas.

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