Die Zauberflöte en Atlanta

Escena de Die Zauberflöte en Atlanta © Raftermen 2024

 

Noviembre 10, 2024. La flauta mágica, compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart con libreto de Emanuel Schikaneder, cuando ambos se encontraban en dificultades financieras, decidieron que esta ópera fuera un éxito total desde la primera puesta en escena. La obra tiene forma de un Singspiel: un tipo de ópera popular, cantada en alemán, en el que se intercalan partes habladas.

¿Cuento de hadas o símbolo masónico? La flauta mágica es la guía de una iniciación masónica según el rito Zinnendorf (el más regular practicado en Alemania y Austria), cuyo tema es la lucha entre la luz y la oscuridad. Es un símbolo que aparece en las enseñanzas masónicas. La masonería utiliza símbolos astrológicos en sus decoraciones, rituales y ceremonias, principalmente en América Latina.

Entre sus protagonistas, La flauta mágica tiene por personaje principal a la villana Reina de la Noche, bien interpretada por la soprano coloratura Rainelle Krause, quien emitió fácilmente las notas sobreagudas en staccato, subiendo a un Fa sobreagudo. Compuesta para la cuñada de Mozart, Josepha Weber Hofer, que se jactaba de poder cantar cualquier nota, no importara cuan aguda fuera, el compositor creó un aria que pensó la haría quedar en ridículo al no poder llegar a ese registro, pero que la cantante superó con honores, alcanzando fácilmente todas las notas.

Mozart cayó enfermo dos días después del estreno y murió al final de la 67ª función. Una hipótesis con respecto a su muerte es que los masones lo envenenaron por haber divulgado sus secretos. En esa época, la masonería estaba condenada y desacreditada. La Reina de la Noche personifica a la emperatriz María Teresa de Austria, cuyo decreto había hecho cerrar la mayoría de las logias masónicas. Al final de la ópera, la Reina de la Noche es vencida al atacar el templo junto con Monostatos el moro y las tres damas. El número 3 es un signo masónico, independiente del cristianismo. Vemos a 3 damas, 3 niños y 3 pruebas de superación. La serpiente que caracteriza la ignorancia es cortada en 3 pedazos. Al final de la ópera, Sarastro bendice a Pamina y Tamino y todos dan vivas al triunfo del valor, la virtud y la sabiduría.

La Ópera de Atlanta presentó esta ópera ante un teatro lleno con un escenario compuesto por paredes con jeroglíficos que incluyeron signos zodiacales y que abarcaban un cuadro completo, lo que proporcionó una excelente acústica, donde los cantantes y la orquesta en general, al mando del maestro Arthur Fagen, hicieron brillar todos los instrumentos y voces. Rolando Salazar nuevamente demostró sus dotes como director del coro y la gran empatía que existe en este grupo. La dirección escénica a cargo del gerente de la compañía Tomer Zvulun, muy apropiada, aunque a ratos monótona.

Vimos al tenor argentino Santiago Ballerini, algo nervioso, quizás debido a esta fue su primera incursión en La flauta mágica como Tamino, aunque siempre cantó con buena voz y deseo de agradar. La soprano china Mei Gui Zhang, con buena presencia y linda voz, resultó una excelente Pamina. El bajo Peixin Chen, también chino, con una imponente presencia y dominio de su voz, nos dio un veraz Sarastro que salió triunfante al derrotar a la Reina de la Noche. 

Los tres niños sabios fueron Angel Williams, Adrianne Ocfemia y Max Walls, quienes dieron una buena interpretación metidos en una cesta gigante volando encima del escenario. El tenor Barry Banks, como Monostatos, no escogió bien su personaje, pues su físico no asusta a nadie. Las tres damas se complementaron muy bien, tanto física como vocalmente: fueron las sopranos Diana Newman, Alezandra Razskasoff y la mezzo Meridian Prall, de muy buena voz.

Finalmente, el personaje más simpático fue, como siempre, el pajarero Papageno, interpretado con mucho carisma por el barítono Luke Sutlif con voz clara y sonora y su también simpática compañera Papagena, la soprano Amanda Sheriff. Una velada ligera, que dejó buenos recuerdos y alegres pensamientos.

Compartir: