
Hansel y Gretel en el Lunario

Mariana Ruvalcaba (Gretel), Rubén Berroeta (La bruja) y Andrea Pancarco (Hansel) © José Noé Mercado
Febrero 2, 2025. La ópera para niños volvió al Lunario del Auditorio Nacional, de la mano de Pro Ópera A.C., en una colaboración estratégica que a través de cada título consolida más la apuesta de acercar el género lírico al público infantil.
En esta ocasión, los domingos 26 de enero y 2 de febrero, los pequeñines pudieron disfrutar de cuatro funciones de Hansel y Gretel (1893) del compositor alemán Engelbert Humperdinck (1854-1921), que retoma el entrañable cuento popularizado por los hermanos Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859) Grimm.
Esta tercera producción operística especialmente dirigida a los niños retomó el trabajo realizado en 2024 con La flauta mágica (1791) de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y La Cenicienta (1817) de Gioachino Rossini (1792-1868), lo que ya brinda un concepto y estilo distintivo al proyecto: colorido, dinámico y con una gran pantalla LED al fondo de escenario, lo que adentra a los asistentes con un lenguaje contemporáneo en el fantástico mundo sensorial de la ópera, al margen de los creativos e intérpretes que participen en cada título.
Para iniciar la magia que despliega Hansel y Gretel —dos hermanitos enviados por su madre a buscar fresas a las profundidades del bosque, en donde habrán de extraviarse y enfrentar las glotonas intenciones de una bruja malvada—, el director de escena Jorge Ballina dispuso la caracterización del elenco a la vista de todos. Al colocarse el vestuario diseñado por Mario Marín del Río —encargado también de las ilustraciones en video y de la utilería—, el narrador Clemente Vega —responsable también del movimiento escénico—, explicó a los chiquitines que esa transformación de los intérpretes en los personajes de la obra es el maravilloso juego del teatro.
De ahí, la historia fluyó con dinamismo y sorpresa a través de las voces de Andrea Pancardo (Hansel) y Mariana Ruvalcaba (Gretel), una pareja de cantantes juveniles que ofrecieron interpretaciones risueñas, ligeras y muy comprometidas con sus personajes.
Sus respectivos cantos tuvieron matices que enriquecieron la narrativa y sus actuaciones resultaron particularmente disfrutables. Los guiños, las gesticulaciones y el énfasis corporal ayudaron a desarrollar la trama para delicia de los niños y sus acompañantes adultos por igual. Mariana Ruvalcaba, sin duda, se afianza como una artista de gran solvencia para este tipo de personajes de candor adolescente o juvenil, como lo ha demostrado en últimos meses.
El video que acompañó la representación permitió una interactividad fascinante entre el trazo escénico y los paisajes o elementos escenográficos. Gracias a él, pudimos palpar la atmósfera de la casa de los niños, del peligro y las ensoñaciones del bosque y de los dominios misteriosos de la bruja.
Junto a la intención de cuento ilustrado, un toque de mexicanidad típica delineó el estilo de la propuesta encabezada por Jorge Ballina. La casa de la bruja, por ejemplo, estuvo hecha de dulces mexicanos, desde luego un detalle original y muy acorde con la historia, sin caer en el folclorismo.
Las participaciones de la soprano Rosario Aguilar como la Mamá y el barítono Juan Marcos Martínez Mijares como el Papá fueron eficientes, aunque en términos de depuración vocal un paso atrás de los protagonistas. En todo caso, una de las actuaciones que fascinaron a los pequeños, que disfrutaban de algún platillo del menú infantil del Lunario, fue la del contratenor Rubén Berroeta como La Bruja. Su interpretación resultó carismática y logró construir un personaje antagónico aunque no por ello menos querible. Uno de los pasajes más logrados de la función fue su ‘Hocus pocus!’ donde gracias también al recurso del video y la iluminación —diseñada por Patricia Gutiérrez— emprendió un sorprendente viaje al espacio con vuelta a casa a bordo de su escoba mágica.
Esta versión de Hansel y Gretel, cercana a la hora de duración, contó con el excelente soporte de Sergio Vázquez, quien no solo brindó el acompañamiento al piano, sino que en general se hizo cargo de dirección musical del proyecto. En esta oportunidad, el libreto de Adelheide Wette (1858-1916) —hermana de Humperdinck— se cantó en español, lo que facilitó la comprensión de la historia para el público infantil, aunque de cualquier manera se contó con el supertitulaje de Francisco Méndez Padilla.
La magia se hizo presente en el Lunario del Auditorio Nacional con esta producción de Hansel y Gretel, una propuesta que cumplió su objetivo de acercar la ópera a los niños, que siguieron con interés y emoción la aventura, como si fuera un juego. De seguro, aunque no haya bruja en el argumento, esa magia se repetirá en el siguiente título de la temporada 2025 —los domingos 16 y 23 de marzo—, cuando una nueva producción de El barbero de Sevilla (1816) de Gioachino Rossini espere a ese público infantil que, con fortuna, ya no es nuevo en el deleite lírico.

El elenco de Hansel y Gretel para niños en el Lunario © Secretaría de Cultura