
Il Giustino en Madrid

Il Giustino de Antonio Vivaldi, en concierto en el Auditorio Nacional de Música de Madrid
Abril 27, 2025. Dentro de la programación del ciclo Universo Barroco que organiza el Centro Nacional de Difusión Musical y en el habitual formato de versión de concierto, se presentó con enorme suceso la ópera barroca Il Giustino, dramma per musica del compositor italiano Antonio Vivaldi.
De ambientación histórica, la ópera está basada en un antiguo libreto de Nicolo Beregan (1683), reelaborado posteriormente por Pietro Pariati (1711), entre muchos otros, y finalmente por el poeta veneciano Antonio Maria Lucchini (1724) para la ópera de Vivaldi. La trama, ambientada en el Imperio bizantino y plagada de intrigas amorosas, traiciones, celos y contiendas bélicas, alude de modo velado a la defensa del Sacro Imperio Romano Germánico, apoyada por Venecia, frente al avance del imperio turco.
Encargada por Federico Capranica para el teatro de su familia, la ópera fue estrenada en Roma durante el carnaval de 1724, constituyéndose en la última ópera compuesta por Vivaldi para la ciudad eterna. La prohibición papal que impedía que las mujeres apareciesen en el escenario obligó a Vivaldi a utilizar castrati en muchos de los papeles, lo que explica la razón por la cual el reparto de esta presentación está compuesto casi en su totalidad por voces femeninas.
A cargo del rol protagónico de Giustino, el joven campesino devenido en emperador, Delphine Galou fue una eficaz intérprete de una parte que no ofrece grandes momentos de lucimiento vocal, excepto por la famosa ‘Ho nel petto un cor si forte’, acompañada de un salterio —interpretado magistralmente en esta ocasión por Margit Übellaker—, y donde la contralto francesa tuvo una buena oportunidad para lucirse. Si bien su composición tuvo mucha autoridad interpretativa, su desempeño vocal general no superó lo discreto. Su voz de bello esmalte y cuidada y homogénea línea tuvo problemas para superar el volumen de la orquesta, lo que restó brillo a su labor.
Como su hermano Vitaliano, el egoísta, rebelde y cruel tirano de la asiática Bitinia, el tenor suizo-chileno Emiliano González Toro exhibió una voz de bello color, rico lirismo, que no obstante su escaso volumen estuvo siempre bien emitida, con agilidades técnicamente bien manejadas. Si bien tuvo un inicio dubitativo, González Toro supo imponer sus grandes condiciones de intérprete a medida que avanzó la representación. En el aria ‘Il piacer della vendetta’, alardeó de un canto de gran calidad, refinado y bien ornamentado que fue gustosamente celebrado por el público.
Una vez más sobre este mismo escenario, la siempre eficaz Emöke Barath volvió a demostrar su excelencia en este repertorio, caracterizando de modo impecable la muy exigente parte de la emperatriz Arianna, cuya despiada escritura la soprano húngara supo afrontar sin inconveniente alguno. Particularmente remarcable fue su interpretación del aria ‘Per noi soave e bella’, cuyos veloces saltos de registro resolvió con maestría.
No se quedó atrás la mezzosoprano austriaca Sophie Rennert, una de las grandes triunfadoras de la representación, quien dio excelente réplica como Anastasio, el emperador de Bizancio, con una voz de timbre aterciopelado, robusta, cálida y un canto siempre expresivo e intencionado. Asimismo, muy grata impresión dejó la joven soprano suiza Marie Lys, quien cinceló con una voz de rico lirismo, brillante y flexible la parte de Leocasta, la hermana del emperador Anastasio. Poseedora de un interesante material vocal, correcta y muy aplicada en su labor, la joven soprano italiana Carlotta Colombo no tuvo la posibilidad de lucirse demasiado debido a las mutilaciones que sufrió la parte de Amanzio, el general traidor bizantino que le tocó en el reparto de roles.
Muy efectivo, dúctil e histriónico, el contratenor italiano Alessandro Giangrande prestó diligentes servicios a las partes de: Andronico, el otro hermano del emperador y amante despechado de la noble Leocasta; al de Polidarte, capitán a las órdenes del ejército de Vitaliano y al de la voz espectral de Vitaliano Seniore, esta última parte en la cuerda de tenor.
Desde el clave y al frente de los músicos del conjunto Accademia Bizantina, el director italiano Ottavio Dantone se movió como pez en el agua, ofreciendo una lectura de buen pulso, detallista y vibrante, donde nada estuvo librado al azar. Referente indiscutible en este tipo de repertorio, Dantone supo sacar el mejor partido posible a la noble escritura de los acompañamientos y de la rica variedad tímbrica de la partitura de Vivaldi, al tiempo que mostró gran complicidad acompañando a los cantantes, de los que extrajo lo mejor de cada uno de ellos.