
Il trovatore en Viena

Clémentine Margaine (Azucena) y Vittorio Grigolo (Manrico) en Il trovatore de Giuseppe Verdi en Viena
Febrero 8, 2025. La Ópera de Viena presentó Il trovatore de Giuseppe Verdi con una prestación que colmó las expectativas. Pier Giorgio Morandi condujo con pericia y sin desbordes a la orquesta, logrando una versión vibrante de la partitura. Los tiempos fueron adecuados y fue muy cuidado balance entre el foso y la escena.
Vittorio Grigolo abordó el rol de Manrico con su habitual entrega, volumen y belleza vocal. Su entrada fuera de escena, un problema para muchos tenores, con ‘Deserto sulla terra’ resultó de gran impacto. Cada una de sus intervenciones no tuvo desperdicio y pudo pasar sin problemas de un ‘Ah, si ben mio’ belcantista y ajustado, a la fuerza impactante de ‘Di quella pira’. Un artista que no deja indiferente y que en el rol pone todo su arte en juego para hacer de la función una noche memorable.
Rachel Willis-Sorensen reemplazó como Leonora a la anunciada Maria Agresta, que canceló por enfermedad. La soprano tiene una voz de grato timbre, es correcta como actriz y su volumen impacta. Muy bien fraseada su entrada con ‘Tacea la notte placida’, bien resueltas sus otras escenas y de alto impacto su ‘D’amor sull’ali rosee’. Su voz es grande pero no se descontrola y logra hasta hacer sutilezas y pianissimi.
Artur Rucinski compuso un gran Conte di Luna. Tiene muy buena presencia escénica, y un volumen vocal que se destaca. Encaró su parte con nervio verdiano y lució sus aptitudes belcantistas en ‘il balen del suo sorriso’. Clémentine Margaine ya no es una joven promesa sino una hermosa realidad. La mezzosoprano francesa fue una Azucena de gran volumen, buen centro y oportunos y bien audibles graves y un agudo bien trabajado.
Ilja Kazarov, a pesar de su juventud, compuso un asentado Ferrando. Correctos, Ana Garotic (Inés), el mexicano Carlos Osuna (Ruiz), y Ion Tibrea en el breve parte de un viejo gitano. Excelente la prestación del Coro de la casa, que dirige Thomas Lang.
El concepto escénico de Daniele Abbado es sencillo, funcional y muy adecuado a la obra. Estamos en la época de la Guerra Civil española, aunque sin referencias históricas deliberadas, con soldados con uniformes militares (los que guía el Conte di Luna) y partisanos en guerra (los que siguen a Manrico). Los movimientos actorales son adecuados y se manejan bien las masas corales y de figurantes.
El vestuario de Carla Teti es funcional al concepto de la obra. La escenografía nos muestra un gran espacio que con pocos elementos cambia en cada uno de los cuadros en una muy buena y funcional idea de Graziano Gregori. Excelente la iluminación de Alessandro Carletti y deslumbrantes las apariciones de fuego en escena.