Jeunehomme y Cármina Burana en Zapopan
Septiembre 29, 2024. Dos representaciones de las célebres obras maestras de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Carl Heinrich Maria Orff (1895-1982) dominaron el escenario de la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander el pasado fin de semana.
El Concierto para Piano 9 “Jeunehomme” y Cármina Burana (Las canciones de Beuern) cobraron vida de manera deslumbrante gracias a la compañía Les Grands Ballets Canadiens en que las coreografías de Uwe Scholz y Edward Clug encontraron sublimes intérpretes dancísticos. Asimismo, se contó con el marco musical de la Orquesta Solistas de América dirigida por el canadiense Jean-Claude Picard y el Coro Municipal de Zapopan preparado por la mezzosoprano Mireya Ruvalcaba.
Yo tuve la fortuna de asistir a la función dominical y realmente fue un verdadero deleite visual y auditivo. El espectáculo inició con la obra Jeunehomme (Joven hombre): el Concierto para Piano número 9 del genio de Salzburgo, interpretado por el pianista Carlos Gutiérrez. El maestro Picard dirigió de manera óptima, cuidando el balance instrumental sin opacar el sonido del piano con un tempo equilibrado e ideal para el ballet.
El solista en esta función fue el bailarín francés Célestin Boutin, a quien yo anhelaba ver bailar desde hace varios años, dada su elevada sensibilidad y talento dancístico (en la función del sábado el solista fue el formidable bailarín jalisciense José Angel Vizcaíno). Me llamó mucho la atención su expresividad y fortaleza escénica al dar vida a Mozart en el primero y último movimiento. El pas de deux (paso a dos) que prevaleció en el segundo movimiento andantino estuvo interpretado magistralmente por Rachele Burlassi y Esnel Ramos, ambos poseedores de gran carisma y virtuosismo en su sentimental entrega. En el movimiento presto, los solistas Tatyana Martyanova y Felixovich Morante brindaron también un hermoso pas de deux.
En general la coreografía del genial artista alemán Uwe Scholz mostró un admirable sentido de la musicalidad en que los 21 bailarines se elevaron sensibles, exaltando la alegría y elegancia de esta gran creación juvenil mozartiana.
Después de un breve intermedio, inició la representación de Cármina Burana en silencio. El telón se abrió y los bailarines comenzaron a moverse mientras un enorme círculo metálico pendía sobre ellos. Luego el preciso y portentoso inicio orquestal y coral nos atrapó en el fascinante universo visual concebido por el coreógrafo Edward Clug, el escenógrafo Marko Japelj, el iluminador Marc Parent y el vestuarista Léo Kulas.
De principio a fin no pudimos dejar de atender el escenario en que la destreza del cuerpo de danza, los movimientos del círculo metálico y la recreación de atmósferas obsequiadas por la extraordinaria iluminación nos mantuvieron hechizados a lo largo de las siete secciones de la obra. Así todo el carácter espiritual, la sensualidad, la fuerza y expresión natural que caracteriza los poemas fue puesto en relieve. Toda la obra estuvo zurcida por una inspirada inventiva coreográfica, muy en especial la delicada ‘Tanz’ así como ‘Ego sum abbas’ (nuevamente con un espléndido Célestin Boutin) el cuarteto ‘Estuan interius’, el pas de deux ‘Amor volat undique’, el poderoso ‘Tempus est iocundum’ y el formidable final ‘Ave formosissima’ (…) con la repetición del coro inicial ‘O fortuna’.
En el apartado vocal, se contó con un extraordinario trío de cantantes: la soprano polaca Agnieszka Slawinska cantó de manera formidable las partes encomendadas. Su ‘In trutina’ fue interpretada con delicada femineidad, inmaculada línea de canto e impresionante belleza mientras que su ‘Dulcissime’ fue una radiante exhibición del registro más agudo con precisión e incisivo espectro sonoro. El barítono José Manuel Caro concedió un canto homogéneo, viril y decidido a sus difíciles cantos, mientras que el tenor Edgar Villalva interpretó su único canto ‘Olim lacus colueram’ con seguridad y control desde el centro del escenario, participando en la coreografía del ballet de forma poética. Nos hubiera gustado que también la soprano y el barítono protagonizaran teatralmente sus cantos sin mantenerse al margen del escenario.
La Orquesta Solistas de América fue dirigida por Picard con absoluta seriedad y control, lejos de la estridencia que hemos padecido en otras ocasiones. El Coro Municipal de Zapopan obsequió una distinguida actuación. Muy bien ensamblada la agrupación gracias a la eficaz preparación de la maestra Ruvalcaba, siempre atentos a las indicaciones del director orquestal y sensibles ante los requerimientos del compositor.
Sabemos que hay un sector del público que prefiere las obras de este tipo solamente en versión concertada, sin trazo escénico ni ballet. En mi caso, al contrario, prefiero que las obras reciban una interpretación escénica que conceda al espectador las emociones de la belleza visual, pues en general las versiones solamente concertadas ya han sido escuchadas hasta el cansancio y pueden resultar aburridas, como sucedió con esta misma obra expuesta en Palcco hace unas semanas. Los aplausos finales indican que la danza posee muchos admiradores en esta ciudad, susceptibles al arte verdadero.
Felicidades al Conjunto Santander por la programación de tan estupendo espectáculo, a las agrupaciones musical y coral, a los solistas y muy especialmente al ensamble de danza Les Grands Ballets Canadiens, poseedor de disciplina, musicalidad e inolvidable encanto.