La bohème en Bremen

Adèle Lorenzi (Mimì) y Oliver Sewell (Rodolfo) en La bohème de Giacomo Puccini, producido por el Teatro de Bremen © Jörg Landsberg

 

Noviembre 30, 2024. El estreno de La bohème de Giacomo Puccini en el Teatro de Bremen concluyó con aplausos entusiastas de varios minutos y gritos de ¡bravo! del emocionado público. La tercera ópera de la temporada actual continuó la exitosa serie de nuevas producciones en el Teatro de Bremen y demostró cómo un teatro municipal puede y debe actuar en la sociedad urbana.

La nueva producción de Alice Zangwijk cuenta la historia de cuatro jóvenes artistas que viven en un ático parisino y la trágica historia de amor entre el poeta Rodolfo y la costurera enferma Mimì, que constituye el núcleo dramático de la ópera. La directora de escena presentó una interpretación conmovedora de la historia que parecía inesperadamente contemporánea pero fiel a la tradición, enfatizando deliberadamente la pobreza y la soledad de los personajes. 

Junto con su escenógrafó e iluminador Theun Mosk, creó una escenografía simple y austera, que permitió una concentración total en la historia y sus protagonistas. Colocó el ático de los artistas en los actos primero y último, muy cerca del público, en una plataforma que se extendía hasta las primeras filas de asientos: no solo fue una ganancia escénica sino también acústica. En el segundo y tercer actos, la acción se trasladó a un lugar donde la pobreza y la soledad se reflejan en muchas facetas: un Tafel (banco de alimentos) de Bremen, con el que el teatro colaboró para esta producción. Es aquí donde La bohème de París se convirtió claramente en una Bohème de Bremen. Fue una decisión inteligente, sobre todo teniendo en cuenta que Bremen es el estado con mayor índice de pobreza en el país. Anne Sophie Domenz vistió a sus protagonistas con harapos que, sin embargo, se ajustaron dramatúrgicamente a la interpretación de Zangwijk y enfatizaron la individualidad de cada personaje.

 

El coro de niños dirigido por Karl Bernewitz © Jörg Landsberg

 

Un verdadero punto fuerte de la velada fue el impresionante y joven elenco de solistas. Cabe destacar que en esta producción todos los papeles son dobles, una señal importante de que el conjunto se preocupa y apoya, algo que no se da en tiempos de restricciones financieras en el sector cultural de Bremen y en toda Alemania.

La delgada Adèle Lorenzi en el papel de Mimì impresionó por su madura voz de soprano spinto, su potente rango medio y sus notas altas, y su habilidad para sacar a relucir magistralmente los grandes arcos de Puccini. Oliver Sewell en el papel de Rodolfo convenció con su sensible interpretación, su encantadora voz de tenor, su hermoso legato y sus notas agudas enfocadas. Elisa Birkenheier en el papel de Musetta presentó una interpretación vocal finamente matizada que fue más allá del cliché del carácter habitualmente frívolo de este papel. Elias Gyungseok Han brilló en el papel de Marcello con una voz de barítono de mucho cuerpo y una interpretación empática. Julian Arsenault en el papel de Schaunard fue algo más débil vocalmente, pero convenció con su presencia simpática y su actuación auténtica. Hidenori Inoue en el papel de Colline conmovió profundamente con su aria ‘Vecchia zimarra’ al final de la ópera y su sensible interpretación del personaje.

La Filarmónica de Bremen, bajo la dirección del primer maestro de capilla Sasha Yankevych, fue desde el principio un acompañante atento y sensible de los solistas, sin perder su individualidad. La orquesta impresionó con una dinámica equilibrada y un sonido pleno, resaltando de forma óptima la pintura sonora y la dinámica impresionistas distintivas de Puccini. El director del coro de la casa, Karl Bernewitz, es digno de elogio por la excelente actuación del recién fundado coro infantil y del coro de la casa. Los aproximadamente 50 niños se divirtieron visiblemente en el escenario y estaban musicalmente muy bien preparados. El coro de la ópera actuó con auténtico entusiasmo y brilló con un sonido pleno y homogéneo. ¡Bravi!

Esta puesta en escena de La bohème en el Teatro de Bremen es más que una simple representación operística: es una experiencia teatral conmovedora que combina de forma única arte y compromiso social de una manera musical de alto nivel. Uno se deja envolver por la calidez de esta Bohème y vive una velada que no solo encanta los oídos, sino que también llega al corazón.

 

La escena final de La bohème en Bremen © Jörg Landsberg

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