La bohème en Houston

Michael McDermott (Rodolfo) y Yaritza Veliz (Mimì) en La bohéme de Puccini en Houston © Lynn Lane

 

Enero 24, 2025. Inició la segunda parte de la temporada de la Houston Grand Opera con La bohème de Giacomo Puccini, obra que —desde su estreno en 1896 en el Teatro Regio de Turín bajo la conducción de Arturo Toscanini— es hoy uno de los títulos representados con mayor frecuencia en los teatros del mundo. 

Es indudable que la historia es conmovedora y apreciada. Pero después de asistir a una nueva presentación de la obra, y de escuchar la repetitiva justificación de los teatros, de que se trata de un título muy solicitado y querido por el público, me hace pensar pensar que es una excusa para que las organizaciones se mantengan en su zona de zona de confort, porque es un título que difícilmente falla. En mi experiencia personal, no he sabido que los teatros programen títulos de acuerdo a encuestas o preguntas al público sobre qué es en realidad lo que le gustaría presenciar y escuchar. 

Esto último adquiere mayor relevancia en un mercado operístico como el estadounidense, donde el público aporta una considerable cantidad de recursos necesarios para el funcionamiento de los teatros. Por otro lado, una nueva producción de La bohème debe contar con los mejores elencos posibles para un teatro del nivel que tiene el de Houston, lo cual no parece ser ya el caso en este teatro. Los nombres que alguna vez brillaron aquí, hoy se mantienen alejados. 

De cualquier manera, los artistas escuchados en esta función son los menos culpables de cuestiones y decisiones propias del teatro, y salieron a dar lo mejor de sí en esta noche de estreno; así, se pudo escuchar a la delicada y comprometida Mimì de la soprano chilena Yaritza Veliz –a quien ya había escuchado en El sueño de Frida y Diego en San Francisco— y que es una cantante sensible que emitió sus notas con delicadeza, brillantez y expresividad, y poseedora de una voz por momentos más resonante de lo requerido. 

A su lado, el tenor Michael McDermott, miembro del estudio del teatro, que sustituyó al inicialmente anunciado tenor Joshua Guerrero, mostró buenas cualidades vocales, aunque debe pulirlas, y por momentos fue cubierto por la emisión de Veliz, y no estuvo a la altura de las circunstancias para convencer plenamente en lo actoral como en lo escénico en un papel principal como Rodolfo. 

Por su parte, la soprano Brittany Renee descolló con su explosiva y brillantez interpretación de Musetta, con una voz de grato color, flexible y una actuación acorde con la volubilidad y frivolidad que requiere el personaje; y el barítono Edward Parks actuó con simpatía, cierta explosividad y una colorida, y robusta tonalidad baritonal en el rol de Marcello. Simplemente cumplieron en cada una de sus partes el bajo Cory Mcgee como Colline y el barítono Navasard Hakobyan como Schaunard. 

En su doble interpretación de los personajes de Alcindoro y Benôit sobresalió el notable y experimentado barítono Héctor Vázquez, con muchos años a cuestas en el ambiente operístico local. Su interpretación no solo se basa en tablas adquiridas con el tiempo, sino con verdaderos medios artísticos empleados para realizar un personaje creíble y verosímil. 

La producción del teatro, en cuya creación formaron parte la Canadian Opera Company y la San Francisco Opera, lució poco atractiva y sugerente, y si bien se apegó al tiempo y el lugar que indica la trama, fue algo pálida y oscura, y careció de cierto brillo y vivacidad, quizás porque la dirección escénica de John Caird careció de foco y atención a los detalles y movimientos artísticos, cayendo en los conocidos clichés y sobreactuación asociados a este título y que aquí poco ayudaron. 

La dirección musical de Karen Kamensek al frente de la orquesta fue una de las fortalezas de la función: cada nota estuvo en su lugar, con matices puccinianos que brindaron cohesión a los músicos de la orquesta, seguridad y adecuada dinámica. En lo que corresponde al coro del teatro, este despuntó en los momentos en los que fue requerido, y lo hizo de manera seria y profesional. 

Fue una Bohème a la que le hizo falta pasión, que no es mucho pedir, y aunque el público aplaudió al finalizar con cierto entusiasmo, sigue en el aire la incógnita planteada anteriormente. ¿Es este el titulo que tanto quiere tanto y solicita el público? ¿Son estas las condiciones en las que se le debe ofrecer? Indudablemente, el público merece más.

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