
La bohème en Nueva York

Escena de la mítica producción de Franco Zeffirelli de La bohème de Giacomo Puccini en el Metropolitan Opera House © Marty Sohl
Marzo 17, 2025. Una discreción extrema reinó en la reposición de la taquillera ópera La bohème de Giacomo Puccini que por estos días subió a escena el máximo coliseo neoyorquino en la recta final de su presente temporada.
El reparto tuvo como principal atractivo al tenor maltés Joseph Calleja, quien no obstante el paso del tiempo demostró seguir siendo aún un intérprete referencial en su cuerda. Su voz de rico lirismo, mórbida, dúctil y de fáciles y efectivos agudos no pudo encontrar mejor terreno donde lucir sus cualidades vocales que en la parte del joven poeta Rodolfo. Su aria ‘Che gelida manina’, cantada con un fraseo elegante, una enorme batería de cualidades expresivas y exquisitas medias voces, le dio uno de sus mejores momentos vocales a la noche y le permitió hacerse de un merecido triunfo personal. Así y todo, su desempeño supo ir siempre de más en mejor a medida que fue avanzando la noche, y resultó conmovedor por la calidad y la emoción que imprimió a su canto tanto en su ‘O Mimì, tu più non torni’, como en la escena de muerte de Mimì, momentos que obligaron a más de uno a ir en busca de pañuelos. Otro punto para destacar de la labor de Calleja fue el hecho que se le vio mucho más suelto y entregado en la escena que en otras ocasiones anteriores.
No se quedó atrás el barítono italiano Luca Micheletti, quien tuvo un remarcable debut en la casa como el pintor Marcello, a cuyo servicio puso una voz bella, noble y de oscuro color, homogénea en todo el registro y conducida con seguridad e inteligencia. En lo interpretativo mostró sensibilidad e intención. Por su parte, el bajo-barítono francés Nicolas Testé fue un vocalmente lujoso filósofo Colline, que infundió una enorme seriedad y profundidad a la breve y melancólica despedida de su abrigo ‘Vecchia zimarra’, con unos graves de bellísima hechura y una impecable línea de canto. Completando el equipo de bohemios resultó estupenda la labor del barítono surcoreano Gihoon Kim como Schaunard, con una voz potente, de gran belleza tímbrica y buena musicalidad, quien se adueñó de la escena por su desenvoltura y comicidad, dándole a la parte del bohemio músico una dimensión poco usual. Lejos de las caricaturas habituales, el barítono escocés Donald Maxwell retrató las partes del casero Benôit y del viejo protector Alcindoro con mucho oficio e histrionismo.
En lo que respecta al equipo femenino, la soprano rusa Kristina Mkhitaryan fue una fragilísima costurera Mimì, pero vocalmente muy sólida. Perfectamente identificada con la parte, su voz lírica pura, homogénea, corpórea y redonda se lució a más no poder en su aria de entrada ‘Si, mi chiamano Mimi’ y en el posterior dúo de amor ‘O soave fanciulla’. En los momentos de mayor requerimiento dramático su labor resultó interpretativamente distante. Con una enorme dosis de carisma y unos medios interesantes, pero aun un poco verdes, a los que no les vendría nada mal un mejor control y algo de sutilezas, la joven soprano americana Brittany Renee delineó una Musetta excesiva, frívola y cargada de frescura, cuyo emotivo vals ‘Quando m’en vo’ le sirvió para hacerse del favor del público y, en buena ley, hacerse acreedora a una parte de los vítores finales.
Tanto el coro de adultos como el de niños se escucharon bien preparados en lo vocal y muy colaboradores a los requerimientos del director de escena. De irregular rendimiento, la dirección musical del inglés Alexander Soddy tuvo dificultades en los primeros dos actos para encontrar el volumen adecuado para la orquesta, lo que complicó el trabajo de los cantantes. Solo en el tercero y el cuarto actos, su lectura resultó algo más cuidada, colorida y expresiva.
Orgullo de la casa, la legendaria y popular producción firmada por el mítico director italiano Franco Zeffirelli hace poco más de 40 años, sigue despertando el mismo entusiasmo y fascinación que en su estreno gracias a su modélica dirección de actores, la monumentalidad de sus decorados y su despampanante vestuario, que atienden hasta en el más mínimo detalle todos los requerimientos del libreto.

Joseph Calleja destacó como Rodolfo en La bohème de Puccini