La corte de Faraón en Madrid

Escena de La corte de Faraón de Vicente Lleó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid © Javier del Real

 

Febrero 15, 2025. La zarzuela La corte de Faraón, del valenciano Vicente Lleó, regresó al Teatro de la Zarzuela (TZ) en una propuesta escénica firmada por Emilio Sagi, que se estrenó en 2012 en Bilbao, Madrid (2013) y otras ciudades de España, dejando un regusto viejuno.

La escenografía (Daniel Bianco), presenta un brillante (por el brilli-brilli) y dorado Egipto, que se amalgama con una preciosa iluminación (Eduardo Bravo) y un vestuario (Gabriela Salaverri) que en principio navega en la misma línea y, en un giro genial, casi al final de la obra aporta una bocanada de aire fresco.

El Teatro de la Zarzuela edita un libro, bajo la coordinación de Víctor Pagán, de cada uno de los títulos que presenta que son un tesoro de información de la obra en cuestión. En sus páginas se ha recogido el recorrido escénico de La corte de Faraón en este teatro y la cuenta es corta: 1916, 1976 y 1999. Todas ellas nuevas producciones y la última, con escena del argentino Alfredo Arias, aún en el recuerdo del público que supera las cuatro décadas (la mayoría en la sala del TZ). 

Con esta puesta en escena, ya conocida por parte del público adepto al género por aquellas funciones de 2013, deja un regusto agridulce porque otros títulos emblemáticos y taquilleros (La tabernera del puerto, Los gavilanes, La rosa del azafrán, Marina, El rey que rabió, Luisa Fernanda o Doña Francisquita) han tenido dos nuevas propuestas escénicas propias del TZ. Otros títulos menos llamativos para el gran público, como El gato montés, la irregular ópera de Manuel Penella, han disfrutado de nuevas propuestas escénicas cada dos décadas aproximadamente. 

Y es que La corte de Faraón tiene sustancia, porque a pesar de años de ostracismo, renació con fuerza a finales de la década de los 70 del siglo pasado y se ha posicionado como una de las más programadas en el mundo zarzuelístico. En 2006 el valenciano Palau de les Arts tuvo montaje propio en su temporada lírica y es frecuente verla en cartel en países de América (la original hispana). En estas dos décadas, de las que soy testigo, el título se pasea por capitales de provincias de España en montajes de compañías privadas (Ópera Cómica de Madrid, Miramón Mendi, Materlírica, Cía. Lírica Andaluza…) con gran éxito de público, y también es frecuente verla programada en muchos pueblos por asociaciones de aficionados a la zarzuela. En este sentido, ojalá y el TZ no espere otros 20 años para presentar una nueva puesta en escena de La corte de Faraón. 

Carlos Aragón, al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) dirigió con oficio, controlando el sabroso olor a opereta de la que está impregnada la partitura de Lleó, y acompañando a los cantantes con propiedad. El Coro del Teatro de la Zarzuela, preparado por Antonio Fauró, cumplió profesionalmente sus intervenciones, un tanto lastrados por la ubicación tan atrasada en el espacio escénico.

En sus 90 minutos de duración, sin pausa, hubo humor y también ratos de sopor. El espectáculo es una versión de Sagi y Enrique Viana a la que han metido tijera y cambios, en el texto hablado y en el cantado, para llevarlo al puerto elegido: más visual que musical.

En este sentido, el personaje del casto José fue bien expuesto por el tenor Jorge Rodríguez-Norton, actuando y cantando con una voz bien proyectada, dando juego a la faceta más histriónica de la soprano María Rey-Joly (Lota) y María Rodríguez (la Reina), ambas con una vis cómica destacable. 

El bajo-barítono Enric Martínez-Castignani compuso un sosegado Faraón, de generoso caudal sonoro y belleza tímbrica. El General Putifar fue interpretado por el barítono chileno Ramiro Maturana con madurez vocal, aunque parecía descolocado en la faceta actoral. Cumplidor, el barítono José Manuel Díaz como Gran Sacerdote. Del personaje de Raquel se encargó con corrección la soprano chilena Annya Pinto, y de igual forma lo hicieron Jesús García Gallera y Rafael Lobeto, con los de Selhá y Seti, respectivamente.

Cuando se estrenó esta producción, fue Enrique Viana, otrora tenor rossiniano, quien asumió el personaje de Sul, que canta la famosa “Canción babilónica”, en un travestimento que hace 13 años era muy gracioso. Ahora volvió a hacerlo y, aunque Viana es artista y sabe meterse en el bolsillo a una parte del público, para otros ya es insustancial por repetitivo. Su intervención, apegado a la tradición, en la que habla con el público, sería más efectiva si pudiese comprimirse, como dice el marido de la Señá Rita, al menos en la duración. En esta reposición, y ya puestos a estar a la última y llamar la atención, el performer Rodrigo Cuevas habría sido una opción más llamativa.

En cualquier caso, escuchar y ver La corte de Faraón es un bálsamo de felicidad. La propuesta escénica y musical muestra numerosas virtudes y lo que no, pues “pelillos a la mar”. El teatro lleno, el público se ríe y aplaude con gusto.

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