
La traviata en Las Palmas

Escena de La traviata de Giuseppe Verdi en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria © Nacho González Oramas
Mayo 24, 2025. Los Amigos Canarios de la Ópera han programado como penúltimo título de su temporada 58 tres funciones de La traviata de Giuseppe Verdi, con un reparto de voces de primer nivel bajo la dirección musical de una de las mejores batutas del panorama español.
Con una puesta en escena clásica y una escenografía sencilla que nos traslada a la época parisina de La dama de las camelias de Alexandre Dumas fils, el resultado final ha sido excelente, como lo demostraron las largas ovaciones del público internacional asistente, al finalizar las tres funciones que tuve el privilegio de presenciar.
El día del estreno noté la presencia de múltiples cámaras de televisión que se encontraban grabando el evento; esperemos que la Televisión Canaria por fin tome nota y ofrezca alguna retransmisión en su programación, cosa que, hasta la fecha, todavía no ha realizado. La cantidad de aficionados al mundo de la lírica con los que cuentan las Islas Canarias, y que no pueden acudir al Teatro Pérez Galdós, sobre todo aquella gente mayor que creció con Don Alfredo Kraus, merece algún detalle cultural de vez en cuando por parte de su televisión pública regional.
Teniendo en cuenta que la dirección artística de ACO —sin duda alguna la más acertada del panorama lírico español— opta siempre por invertir en la contratación de las mejores voces, criterio que deberían seguir el resto de teatros de nuestro país. Debemos valorar positivamente la escenografía de Carmen Castañon, así como la dirección escénica del debutante Vincenzo Maria Sarinelli, con detalles impactantes como las diapositivas de una camelia y la incorporación de cuatro bailaoras de flamenco en la escena de la fiesta del segundo acto.
La dinámica y expresiva dirección musical del madrileño Guillermo García Calvo podemos calificarla de sobresaliente, manejando siempre los tempi que requiere la partitura de Verdi y con una compenetración con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria que fue a más función tras función, logrando momentos memorables como el pasaje ‘Amami Alfredo’, pleno de intensidad y emoción, y el final del segundo acto, donde supo templar al Coro del Festival de Opera y a la orquesta para resaltar las voces de unos cantantes solistas que jamás fueron tapados por el inmenso volumen orquestal al que últimamente estamos tan acostumbrados por parte de otros directores.
Además de ofrecer una dirección dinámica y llena de matices, García Calvo destacó de manera especial como maestro concertador. Para enmarcar, la obertura y ese preludio de la muerte en la presentación del último acto, donde brilló la sección de cuerdas. Pudimos percibir la entrega e implicación en el drama verdiano de un director que recientemente había sufrido el fallecimiento de su madre por enfermedad.
La soprano Nora Carrasco mostró poderío vocal como Flora, el joven tenor Gabriel Álvarez —con una voz bien timbrada que cuenta con el don de la proyección— fue un magnífico Gastone que está pidiendo a gritos papeles de mayor protagonismo, mientras que el bajo Julián Padilla, brillante en el segundo acto, destacó en lo teatral como el Marqués d’Obigny.
El barítono Fernando Campero como el Barone Douphol resultó ser el cantante secundario más destacado del evento, mostrando una voz poderosa y muchas tablas sobre el escenario. En una tierra de tenores, Canarias por fin empieza a contar con voces baritonales importantes que pueden llegar a desarrollar prometedoras carreras en el futuro.
El bajo argentino Max Hochmuth debutó el rol del Doctor Grenvil con mucho éxito, regalando pinceladas de su poderosa voz y de un gran fiato en el tercer acto, mientras que la joven soprano valenciana Marina Díaz ofreció una Annina tremendamente convincente en lo dramático, con una voz bellísima que está pidiendo a gritos papeles de mayor peso, siendo una de las cantantes más aplaudidas cuando terminó la representación.
El barítono italiano Simone Piazzola ofreció una clase magistral en el segundo acto de entrega total en la defensa de su personaje. Excelente en lo dramático como Giorgio Germont, mostró un bello timbre baritonal en ‘Pura siccome un angelo’ y una voz de muchos quilates en el dúo con la soprano. Cantante tremendamente ovacionado al finalizar la función, deleitó al público con una impactante interpretación del aria ‘Di Provenza il mar il suol’ en la que mostró una excelente línea de canto, una increíble modulación y un gran fiato, coronando la parte final con una espectacular cadenza que provocó los aplausos de los asistentes.

Xabier Anduaga (Alfredo) y Kristina Mkhitaryan (Violetta) © Nacho González Oramas
El joven tenor vasco Xabier Anduaga ofreció un Alfredo Germont de antología, con una voz espectacular que no escatimó una sola nota durante toda la representación, trasladándonos a los tiempos de Pedro María de Unanue. Convincente en lo actoral, Anduaga ofreció una master class de bel canto verdiano, con momentos estelares como ‘Un dì, felice, eterea»’, donde su ‘Croce delizia’ fue tremendamente impactante y llegó a penetrar en el interior de los espectadores. Para enmarcar, uno de los mejores recitativos que jamás he escuchado en un teatro con ‘Lunge da lei’, pleno de intensidad, al que siguió una prodigiosa interpretación del aria ‘De’ miei bollenti spiriti’, una oda al canto legato tremendamente aplaudida por un público entregado a un cantante que sigue la línea del gran Maestro Kraus.
El tenor donostiarra posee un bellísimo timbre y su fraseo roza la perfección: la voz es de las más bellas que he escuchado y se aprecia una técnica depuradísima y una progresión sin igual desde la primera vez que lo escuché en Bilbao en I puritani de Vincenzo Bellini en 2022. La cabaletta del segundo acto ‘O mio rimorso’, coronada con una nota aguda espectacular que alargó una eternidad, fue sin duda alguna el momento canoro más increíble y sublime de la noche. En el último acto, Anduaga cambió magistralmente de registro adaptándose a la soprano en el dúo ‘Parigi o cara’, donde hizo gala del dominio de los pianissimi, modulando la voz de manera increíble hasta lograr una intensidad que sobrecoge y emociona.
La soprano rusa Kristina Mkhitaryan, debutó en la ACO ofreciendo una Violetta Valéry brillantísima en su faceta de actriz dramática. A nivel vocal, la cantante rusa ejecutó con solvencia la escena ‘E strano, e strano… Follie, follie… Sempre libera’, coronando la nota final con fidelidad absoluta a lo escrito en partitura. En el segundo acto, brilló especialmente en los momentos junto al barítono y en el pasaje junto al tenor en el que ambas voces se impusieron al coro y a la orquesta con rotundidad, aunque echamos de menos un poco más de potencia e intensidad vocal en ciertos momentos como en el archiconocido ‘Amami, Alfredo’, en los que perdió la oportunidad de consagrarse. Magnífica como actriz en el tercer acto, supo reflejar durante su actuación los diferentes estados emocionales del complejo personaje protagónico, mostrando unas tablas sobre el escenario dignas de aplaudir. En lo puramente canoro, el dominio del canto pianissimo en el aria ‘Addio del passato’ fue muy apreciado por los asistentes, así como el brillante quinteto final, donde Mkhitaryan regaló una nota final apoteósica.
En definitiva, noche histórica la vivida en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, donde el público salió maravillado en las tres funciones ante la entrega de Piazzola, las dotes de gran actriz dramática Mkhitaryan, la increíble técnica y los agudos contundentes de Anduaga y el temple, el dinamismo y las dotes de gran concertador del maestro García Calvo.