
L’incoronazione di Poppea en Bogotá

Andrea Niño (Poppea) y Luciana Mancini (Nerone) en L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo en Bogotá © Juan Diego Castillo
Mayo 24, 2025. L’incoronazione di Poppea (La coronación de Popea) fue la última composición operística de Claudio Monteverdi (1567-1643), quien desarrolló el género de la ópera en sus inicios.
Por su amplia carrera como director coral (fue maestro di capella en la basílica de San Marcos en Venecia), intérprete de instrumentos de cuerda, y especialmente por su fructífera carrera como compositor, donde creó obras de música secular y sacra —como sus libros de madrigales, sus obras religiosas a gran escala como Vespro della Beata Vergine, además de diez óperas (de las cuales solo sobreviven tres)— se le considera una figura preponderante por el papel que jugó en la transición del periodo renacentista al barroco en la historia de la música, y sobre todo por su desarrollo en la forma y la melodía a través del uso de la técnica del basso continuo, que es característica en la ejecución de la música barroca.
Su primera ópera, L’Orfeo (1607), es considerada más antigua en repertorio, pues sigue siendo puesta en escena por los teatros del mundo, aunque no con la frecuencia que debería. Fue durante su periodo en Venecia, que compuso L’Incoronazione di Poppea (1643), drama musical en un prólogo y tres actos con libreto en italiano del poeta veneciano del siglo XVII Giovanni Francesco Busenello (1598-1659), conocido en la escena operística Venecia porque además de trabajar con Monteverdi hizo libretos para otro conocido compositor: Francesco Cavalli (1602-1676).
L’incoronazione di Poppea tuvo su estreno durante el canal veneciano en 1643 en el Teatro Santi Giovanni e Paolo, de la ciudad lagunar. Con motivo del decimoquinto aniversario del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, inaugurado el 26 de mayo del 2010, y con una amplia agenda de eventos musicales, danza y teatro programados para la ocasión, se presentó en carácter de estreno en Colombia este título monteverdiano, que suele ser montado con mucha menor frecuencia que L’Orfeo, y que al menos en los últimos diez años ha sido vista el mayor número de ocasiones en teatros de Italia y Francia.
Por tal motivo, no sorprende que este montaje se realizó por una colaboración entre Francia y Colombia, en la que participaron el ensamble de instrumentos antiguos francés Le Poème Harmonique, bajo la conducción de su director Vincent Dumestre, y del grupo de teatro colombiano La Compañía Estable, bajo la dirección escénica de su fundador Pedro Salazar, quien además de realizar diversas puestas de escena teatrales, ha incursionado en la ópera en este recinto.
De las tres óperas sobrevivientes de Monteverdi, L’incoronazione di Poppea es la única cuya la trama (inspirada en un pasaje histórico de la Antigüedad) rompió con los temas completamente mitológicos e incorporó personajes humanos, además de abordar temas que aún están vigentes en la actualidad, como la autoridad y su abuso, el ego, la traición, vista a través de la conquista del poder por la amante de Nerone, Poppea, que no rehúye a cometer crímenes para alcanzar sus objetivos. La historia es además eficaz desde el punto de teatral y dramático, así como en las escenas cómicas intercaladas en la partitura, sin olvidad la fastuosa música de Monteverdi.
En su concepción escénica, Salazar buscó explorar la existencia, como él mismo lo llama, de “los Nerones”, que desde su perspectiva nunca han dejado de existir, y siempre han estado presentes, como hoy en día, especialmente en América Latina. Su propuesta buscó plasmar un mensaje político y de denuncia de los vicios, los excesos y la corrupción que caracteriza a esos personajes que nunca han dejado de existir. En el aspecto actoral se vieron personajes humanos y cercanos a la realidad que conoce el público y el montaje, a pesar de ser actual, tiene sus guiños al pasado.
En escena se utilizaron figuras geométricas, cubos, estatuas y columnas que entraban y salían en cada cambio de escena; y al fondo del escenario, creando un efecto visualmente interesante, hubo una cortina que, representado la cúpula interior del Panteón de Agripa en Roma, con su óculo o abertura central que apunta al cielo, solo que aquí lo hacía el fondo del escenario, donde ocasionalmente se abría para que aparecieran personajes como el de Amore, además de cortinas con diseños geométricos, o incluso posters de propagando política.
La escenografía fue ideada por Julián Hoyos, con la buena iluminación de Humberto Hernández, y los encantadores y lucidores vestuarios confeccionados por Sandra Díaz, coloridos vestuarios y túnicas de seda, una combinación que mezclaba rasgos del pasado con la actualidad, y que especialmente al personaje de Nerone, con un atuendo y amenazante gorra militar lo hacía parecer un dictador.
El elenco vocal mezcló experiencia con juventud, y se eligieron solo cantantes de países del cono sur, que el propio Dumestre adicionó y seleccionó para la ocasión. Así, sobresalieron la mezzosoprano sueca-chilena Luciana Mancini, en su caracterización de Nerone, una cantante con mucho oficio en el canto antiguo, quien exhibió seguridad, apego al estilo, brillantes tonalidades y buen gusto en las fiorituras y los adornos; y escénicamente se exhibió como un soberbio y altivo emperador. Buen desempeño tuvo también la mezzosoprano colombiana Andrea Niño, otra artista curtida, quien mostro nitidez y claridad en su canto, y que le dio al personaje de Poppea esa mezcla de capricho, vanidad, pretensión y fragilidad.

Agustín Pennino (Ottone) y Andrea Niño (Poppea) © Juan Diego Castillo
El joven contratenor uruguayo Agustín Pennino, quien cuenta ya con nombre en importantes montajes de música antigua y con carrera en ascenso, dio vida al exasperado y vengativo Ottone, con una tonalidad oscura y elasticidad en su instrumento vocal. Bueno fue el desempeño vocal y actoral de la mezzosoprano colombiana Yeraldin León, quien dio personalidad a los personajes de Ottavia y Virtù. Gratas sensaciones dejó por sus cualidades vocales la soprano brasileña Luanda Siqueira como Fortuna y Drusilla; así como la soprano local Lina Marcela López, que sobresalió por su canto en los roles de Amore y Valleto, y el bajo venezolano Álvaro Carrillo como un sólido Seneca.
El elenco se completó con artistas que hicieron un trabajo digno, como el contratenor venezolano Fernando Escalona como Arnalta y el tenor colombiano Luis Hernández Luque como la Nutrice (ambos realizaron sus respectivos personajes en travesti), además de otros tres cantantes locales que fueron el tenor Camilo Delgado como Lucano, el Soldado I y el Famigliare II; el tenor Andrés Silva como Liberto y Soldato II; y el barítono Jacobo Ochoa, quien personificó a Mercurio, Littore, Consoli y Famigliare II.
En el foso, el maestro Vincent Dumestre condujo al reducido grupo de instrumentistas de Le Poème Harmonique con seguridad, conocimiento y brío, extrayendo un sonido compacto, conmovedor pero fulgurante y luminoso, priorizando el texto, las dinámicas y los silencios dramáticos. Aunque la partitura es extensa, y las versiones más conocidas son las que se hicieron para Venecia y Nápoles, lo que aquí se escuchó se basó en una edición de Paris del siglo XVII, que contiene el dúo ‘Partiam’, que contiene la melodía de ‘Pur ti miro’, uno de los pasajes más conocidos de la obra que, aunque no se escuchó en la función, se cantó como bis, al concluir la velada y después de los aplausos.
Otro importante evento destacar dentro de la presente temporada es la presencia de Les Arts Florissants, que bajo la conducción de William Christie ofrecerá una versión escénica de la semiópera con prólogo y cinco actos de Henry Purcell (1691-1695), The Fairy Queen (1691).