
Lohengrin en Barcelona

Klaus Florian Vogt con el cisne negro en Lohengrin de Richard Wagner en el Gran Teatre Liceu de Barcelona
Marzo 24, 2025. Hace exactamente dos años vi en Viena un magnífico Lohengrin con una puesta en escena bastante tonta (aquí mismo puede verse la reseña correspondiente). Decía entonces que iba a ser difícil ver la próxima reposición. Pero no.
Fue tan desacertada la idea de la bisnieta del compositor, Katharina Wagner, que hasta me hizo reír. Como ha decidido esta vez que su bisabuelo quería decir lo contrario de lo que había escrito y puesto en música, hete aquí que desde el preludio el caballero del Grial (que queda como todos los demás a la altura del betún) es un pérfido asesino de jóvenes monarcas para intentar ocupar su lugar mientras la pánfila de la hermana del asesinado queda dormida hasta el momento en que la convocan a juicio.
El testigo del crimen es un cisne —negro, faltaría más— que aparece con cualquier motivo y al que el protagonista termina matando (lástima que se decidiera tan tarde aunque ya lo maltrata al decir “querido cisne”… por eso de que nada es como lo vemos y hay que desconfiar de todo). Los malvados del libreto pasan a ser los buenos. Telramund, un idiota manejado por su mujer, que es malísimo pero a ratos bueno (le quiere avisar a Elsa de que desconfíe de su caballero, para lo cual no encuentra nada mejor que pelear por su lugar en el cortejo… Como todos sabemos, hay amistades que matan).
El rey parece un simpático y algo prepotente jefe de una partida de cazadores, y su Heraldo parece más real que él. El coro, aunque mixto, está todo vestido de soldados o ciudadanos (incluidos los pajes de la cámara nupcial) y muchas veces está obligado a cantar entre bambalinas sin ver al director. Pese a lo cual su prestación, de la que es responsable siempre Pablo Assante, fue más que encomiable.
La orquesta estuvo en excelente forma, con alguna pequeña pifia ocasional en alguna trompeta (de esas que en vivo ocurren siempre), bajo la batuta de Josep Pons, que sigue teniendo en el repertorio alemán de final del Ochocientos y el Novecientos su terreno de elección, e hizo un trabajo notable algo parco en los aspectos efusivos.
Volvió a ser protagonista Klaus Florian Vogt, con su peculiar voz casi intacta (en el grave hay ahora grietas), pero de técnica y musicalidad férreas y un esforzado intérprete. La Elsa de Elisabeth Teige no pasará a la historia, pero fue correcta o incluso buena, pese a un timbre descafeinado y algún vibrato metálico en zona aguda.
Ortrud debía ser Irène Theorin, pero por diferencias con Wagner (la bisnieta) desde una representación en Bayreuth, no cantó en la primera función y luego se enfermó, de modo que a estas alturas aún no ha cantado y no sé si lo hará. En su lugar estuvo Miina-Lisa Värelä, que había hecho también los ensayos y la primera, y lo hizo muy bien: siendo soprano, los agudos no le presentaron problema y los graves no habrán sido rotundos, pero sí importantes. De su actuación de cine mudo creo que no ha sido ella la responsable, aunque su figura y la de Telramund (siento no ser políticamente correcto) no los ayudan precisamente. Este último fue un insuficiente Òlafur Sigurdarson en todos los aspectos, aunque vocalmente resultó aún más deficitario el Heraldo de Roman Trekel, que canta hace mucho y vaya si se nota. ¿No habrá habido nadie más cercano y más barato?
El rey de Günther Groissböck confirma que está pasando por una crisis vocal en su registro agudo, en tanto que su grave solo rindió a pleno al final del segundo acto, donde se le oía pero no se le veía (por esas cosas de la puesta, que hace que los concertantes se centren lumínicamente solo en el protagonista mientras todos se desgañitan).
Entre la concepción escénica y su propia interpretación estuvo más cerca de su justamente celebrado Ochs, que aquí no tiene nada que ver. Bien los papeles menores. Gran éxito al final (en la primera hubo una fuerte silbatina al salir el equipo escénico, cosa que no ocurrió en las siguientes) y sala del Gran Teatre del Liceu muy llena, aunque no del todo como hubiera sido previsible.