Manon de Jules Massenet en Turín
Octubre 20, 2024. “Manon, Manon, Manon”, la inédita trilogía programada como prólogo a la nueva temporada del Teatro Regio de Turín, que ya tuvo la representación del primer título Manon Lescaut de Giacomo Puccini (https://proopera.org.mx/contenido/criticas/manon-lescaut-en-turin/) continuó con Manon de Jules Massenet (1842-1912).
También en esta ocasión, el director escénico Arnaud Bernard indagó en la cinematografía histórica francesa hasta encontrar el elemento unificador de la tríplice producción. La película elegida para acompañar las acciones sobre el fondo del escenario fue La vèritè, película de 1960 dirigida por Henri-Georges Clouzot con Brigitte Bardot come intérprete principal, una femme fatale provocadora, incitante, insubordinada, pero muy bella, que se puede utilizar, por su aspecto, para caracterizar al personaje principal de la ópera de Massenet.
En la película, que en la época de su lanzamiento suscitó un enorme escándalo, Bardot (en el papel de Dominique) fue acusada de asesinar a su ex prometido y, al final, se quita la vida antes de que el tribunal emita una sentencia. Las fases procesuales que caracterizan la película francesa anticipan los eventos del libreto al inicio de cada acto de la ópera, teniendo siempre apuntado el dedo acusatorio sobre la propia Manon.
La película y el espectáculo en vivo se pasaron entre sí la pelota en un juego de intercambio muy estimulante, con el tribunal visible también en el montaje escenográfico preparado por Alessandro Camera en la parte superior del escenario, mientras que abajo se llevó a cabo la acción narrada por el libreto, modelada como verdaderos y propios flashbacks sobre la vida de la protagonista. El hilo común del montaje pensado por Arnaud Bernard (además de los muy bellos vestuarios diseñados por Carla Ricotti) fue su actitud para encontrar el equilibrio entre dos lenguajes para nada similares, pero que se retroalimentaron interactuando con naturalidad.
Todos los cantantes mostraron ser también óptimos actores, y todo esto sumado fue el mayor valor de la producción porque, desde el punto de vista vocal, no todo fue siempre miel sobre hojuelas. La soprano rusa Ekaterina Bakanova interpretó una Manon creíble en escena: una mujer frágil pero también voluble. Bakanova mostró una voz expresiva y determinada, logrando también replegarse en lo más íntimo, pero en la zona aguda no pareció siempre estar apoyada en la mejor manera, dando paso a algunas forzaduras y a sonidos no siempre a fuego.
El Caballero Des Grieux de Atalla Ayan gustó por su musicalidad y comunicación. El tenor brasileño cantó con discreta proyección vocal, y pareció estar más a sus anchas en los momentos más líricos (como en la magnífica aria con la que concluye el segundo acto: ‘En fermant les yeux’). Con timbre franco, y altanero en escena, el barítono alemán Björn Bürger vistió el papel de Lescaut, mientras que un poco más enfocado pareció estar el Brétigny interpretado por el barítono Allen Boxer.
Un lujo fue poder tener al bajo Roberto Scandiuzzi en el papel del Conde des Grieux, cantado con voz profunda y buena proyección. Bien consolidado estuvo el trío de las muchachas: Pousette, Javotte y Rosette, interpretadas respectivamente por Olivia Doray, Marie Kalinine y Lilia Istratii, mientras que Guillot de Mortfontaine —que en esta producción fue asesinado a manos de Manon al final del cuarto acto (la misma idea sucedió en el trazo escénico de Bernard para Geronte en Manon Lescaut de Puccini)— fue interpretado por el tenor francés Thomas Morris.
En el podio, Evelino Pidò garantizó una concertación eficiente y teatral, sin exageraciones, mientras que Ulisse Trabacchin mostró una vez más la confiabilidad que da el coro.