Moby Dick en Nueva York

Ryan Speedo Green (Queequeg) y Stephen Costello (Greenhorn) en Moby Dick de Jake Heggie en el Metropolitan Opera de Nueva York © Karen Almond

 

Marzo 19, 2025. Estrenada en la Ópera de Dallas en 2010, Moby Dick, del compositor americano Jake Heggie, ha recorrido con éxito muchas de las compañías líricas americanas, por lo que su estreno en el Metropolitan Opera esta temporada le hace justicia a una de las más interesantes partituras americanas del siglo XXI. 

La accesible y melódica música de Heggie muestra influencias de compositores como Benjamin Britten, Aaron Copland y sus contemporáneos Philip Glass y John Adams, conservando una estructura operística compuesta de monólogos, dúos, concertantes y grandes momentos corales muy propias del género operístico del siglo XX. 

El libreto del compositor y letrista americano Gene Scheer, basado en el clásico literario homónimo del escritor Herman Melville, se mantuvo fiel al original, adaptando y condensando con eficacia y oficio la extensa trama y ofreciendo un guion muy sencillo, claro y directo, con descripciones psicológicas muy precisas de cada uno de los personajes. 

 

Alex Boyer como el capitán Ahab © Karen Almond

 

El reparto vocal, casi integralmente compuesto por cantantes americanos, funcionó a la perfección. Como el egocéntrico y atormentado capitán Ahab, obsesionado en cazar a cualquier precio a la ballena blanca para así vengar la pérdida de su pierna, el tenor Alex Boyer hizo una caracterización sin puntos flacos, con una voz extensa, bien esmaltada y generosa, un fraseo refinado y una enorme compenetración con la parte, lo que le permitió transmitir en su canto la complejidad de conflictos internos que movilizan a su personaje. Su interpretación del aria ‘I am the fate that rules you’ y la multiplicidad de acentos con los que construyó su escena final pegaron hondo y lo convirtieron en el gran triunfador de la noche. 

Como el primer oficial y segundo al mando del ballenero Pequod, el barítono sueco Peter Mattei fue un Starbuck ideal que, con gran profundidad y humanidad, retrató a este marino de fuertes convicciones religiosas que solo piensa en regresar con su familia y evitar el desastre que inevitablemente se avecina. Su aria ‘Captain, I beg you to reconsider’, de canto seductor e intencionado, lirismo exquisito e impecable musicalidad, fue posiblemente el zénit vocal de la velada. 

En la otra historia de la trama, la de la amistad entre el solitario Greenhorn, único sobreviviente de la tragedia, y el indígena polinesio Queequeg, el bajo-barítono Ryan Speedo Green y el tenor Stephen Costello brillaron a más no poder en su cometido. El primero en una forma vocal esplendida exhibió una voz lírica uniforme, ágil, de agudos de acero y de una expresividad a flor de piel; y el segundo hizo gala de un atractivo timbre, homogéneo y bien conducido. Única voz femenina del elenco, la soprano americana Janai Brugger, dio vida al adolescente grumete Pip con una voz contundente que supo ir adaptando acuerdo a las transformaciones que atraviesa su personaje a medida que avanza la ópera. 

Del resto de numerosos comprimarios, destacaron particularmente los pícaros y graciosos arponeros Flask y Stubb del tenor William Burden y el barítono Malcolm MacKenzie, respectivamente; y el vocalmente poderoso Gardiner, el capitán del navío Rachel, del barítono Brian Major.

 

Peter Mattei (Starbuck) © Karen Almond

 

La partitura le otorgó al coro muchos momentos de lucimiento que su director Tilman Michael aprovechó para ostentar el buen momento que atraviesa el conjunto a su cargo. La directora americana Karen Kamensek brindó una lectura contrastante, equilibrada y siempre controlada, nunca exenta de tensión, inquietud y sutilezas. Asimismo, supo sacar buen partido tanto de la riqueza melódica con reminiscencias impresionistas como de la variedad de texturas musicales que propone Heggie en su compleja partitura.

La imaginativa puesta en escénica, en activo desde el estreno de la ópera y remozada para el debut neoyorquino, que firmó el americano Leonard Foglia, impactó por su teatralidad y su buen ritmo, apoyada en estudiadas marcaciones que recrearon de modo exacto la vida en cubierta de la tripulación del ballenero. Plagadas de excelentes ideas visuales, los decorados de Robert Grill y las proyecciones de Elaine J. McCarthy le regalaron a la noche momentos de impresionante realismo, ubicando la acción perfectamente en un navío en medio de un océano embravecido. 

Una inteligente y creativa idea fue utilizar la pared trasera del escenario para proyectar balsas verticales donde situar a los arponeros en sus incursiones marinas o suspender en el aire al grumete Pip en su caída al mar. Espectacularmente resuelto, el final de ópera, cuando la ballena destruye el barco, provocó un fuerte impacto en el público, lo que potenció los entusiastas saludos finales.

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