
Norma en Burdeos

La mezzosoprano Olga Syniakova como Adalgisa en Norma de Vincenzo Bellini en Burdeos © Frédéric Desmesure
Febrero 4, 2025. Fuera de París, solo existen seis casas de ópera que tienen la distinción de ser reconocidas y galardonadas como “Opéra national” y esto se debe especialmente a la calidad de sus cuerpos estables (ballet, coro y orquesta) y al nivel de obras presentadas que a través de coproducciones han logrado alcanzar reconocimiento e influencia a nivel nacional e internacional.
En esa clasificación se encuentra la Ópera Nacional de Burdeos, por lo que asistir a una función en el esplendoroso Grand Théâtre de Bordeaux, fundado en 1780 y considerado monumento histórico en Francia, es ya una satisfacción. El bel canto, y en especial títulos como Norma, ofrecido en esta ocasión, son apreciados por el público de esta localidad.
Norma presenta dos mundos opuestos: uno poético, impregnado de mitología celta y visiones proféticas, y otro prosaico, marcado por la guerra y la traición. Vincenzo Bellini y su libretista Felice Romani nos sumergen en una especie de sueño en el que una Norma despierta encarna la luz y la tragedia, y esa es la visión de la puesta en escena de Anne Delbée, que contó con escenografías de Abel Orain situadas en una época atemporal, con una enorme pasarela inclinada en el centro del escenario, y tenues telones en los lados opuestos, cuyos dibujos de ramas y hojas nos coloca dentro de un bosque. La tenue, y por momentos brillante iluminación en una gama de diversas tonalidades del color azul, ideada por Vinicio Cheli, creó un efecto muy atractivo para el espectador. Solo los vestuarios, oscuros para la mayoría de los personajes y en diversos colores, pero más refinados para los personajes de Norma y Adalgisa, crearon el contraste y la rivalidad existente entre ambos personajes.
Este montaje, que se originó en 2019 en el Teatro del Capitolio de Toulouse, ha gustado y, además de recorrer diversos escenarios, este año volverá a ese mismo teatro. En el centro del libreto se resalta el personaje de Norma, la sacerdotisa druida en Galia, enamorada del procónsul romano Pollione. En escena aparece un personaje imaginario para Norma: es el dios druida que aconsejera y guía a Norma, un personaje actuado, que interviene en la escena con diálogos hablados y magnificados. Fue una novedosa incorporación que se vio en esta ocasión, y que además de no ser invasiva incorporó un personaje que pareció encontrar un lugar en la trama.
El montaje logra tejer nuevos vínculos entre la pasión, la traición y la lealtad contenidos en el texto de Romani y la música emblemática de Bellini. Norma se sacrifica para proteger a los inocentes y ofrece un mensaje de reconocimiento y amor en medio del caos que, a decir de la directora escénica, busca y encuentra ciertas y particulares repercusiones con las de nuestro tiempo.
Estas cualidades parecieron estar presentes en la noble y convincente actuación del personaje de Norma por parte de Karine Deshayes, la reconocida soprano francesa, quien ha interpretado con igual éxito también a Adalgisa, quien mostró un profundo entendimiento del personaje, al actuarlo con pasión e ímpetu, dándole sentido a cada movimiento que hace o cada nota que emite. Vocalmente su desempeño fue sobresaliente, ya que es capaz de alcanzar las notas más agudas, con flexibilidad y ornamentación, y de redondearla con tonos y notas oscuras que la ayudaban a expresar dramatismo y fuerza.
Por su parte, la mezzosoprano Olga Syniakova fue una elegante y distinguida Adalgisa, con voz de color oscuro, profundo y con sedoso terciopelo en su emisión y fraseo. Los dúos entre ambas intérpretes fueron notables por su conjunción. Como Polione se presentó el tenor francés Jean-François Borras, quien irradió personalidad y presencia en escena, pero a pesar del indudable atractivo de su timbre, optó por una emisión fornida, viril y enérgica, poco adecuada para su personaje. Lamentablemente, el bel canto no parece ser su especialidad.
Por su parte el bajo georgiano Goderdzi Janelidze mostró que posee la calidez y los sonidos cavernosos y profundos para el papel de Oroveso, además de una amplia proyección, que son características de los cantantes de esa región. Con su estatura, se reveló como un autoritario líder de los druidas. Completaron el elenco el tenor italiano Davide Tuscano como Flavio, y la soprano mexico-francesa Déborah Salazar, quien demostró desenvolvimiento y tablas actorales, y un cautivante, nítido y terso color vocal, como Clotilda.
Participativo y bien trabajado, estuvo el coro de la Ópera de Burdeos, y en el podio, en sustitución del Paolo Carignani, anunciado inicialmente, tomó su lugar el maestro italiano Francesco Angelico, quien dirigió con equilibrio y apoyo a los cantantes. Ciertos momentos agitados y carentes de inspiración en el desempeño de la orquesta de Bordeaux-Aquitaine, restaron emoción a la vivacidad y al chiaroscuro belliniano, pero la función se compensó ampliamente por la parte visual y vocal del espectáculo.