Orphée aux enfers en Buenos Aires
Noviembre 10, 2024. Muy bienvenido fue este estreno para el Teatro Colón de la opereta Orphée aux enfers (Orfeo en los infiernos) de Jacques Offenbach en una casa de ópera que presta poca atención tanto a la opereta como a la zarzuela.
El programa de mano, cada vez más exiguo en la información y en los comentarios que brinda, no mencionó que se trataba del estreno o primera audición en esa sala. No pedimos que rastreen en las nieblas del tiempo el probable estreno local del año 1866, pero al menos que en los paupérrimos comentarios se mencionen las dos últimas producciones registradas en los libros publicados por César Dillon: la del Teatro Marconi en julio-agosto de 1904 en italiano (compañía italiana de operetas Zucchi-Ottonello) y la versión en su idioma original de 1907 en el Teatro Coliseo, ofrecida por la compañía de ópera francesa que dirigía F. Charley.
Pablo Maritano volvió a sorprender con su visión escénica de excelencia. Como es su marca y estilo, no hubo momentos muertos: siempre hubo acción y actuación. La contextualización en una modernidad vaga en los últimos tres actos y a finales de los años 60 del siglo pasado del primer acto funcionó a la perfección. Gonzalo Córdoba Estévez diseñó una escenografía bella y funcional. Los videos de Matías Otálora contribuyen a dar buen marco visual. María Emilia Tambutti creó un vestuario ecléctico y de gran belleza que fue reforzado por la creativa iluminación de Verónica Alcoba. Mención aparte merece la gran coreografía de Carlos Trunsky, que no solo movió a los bailarines figurantes sino a los solistas y al coro.
Cantada en francés, los diálogos de Orphée aux enfers fueron vertidos en español, con traducción, adaptación y versificación de Gonzalo Demaría y resultaron razonables, mientras que la amplificación de la voz hablada resultó solvente y sin estridencias. El maestro Christian Baldini dirigió con pericia a la Orquesta Estable logrando un adecuado desempeño con fluidez y sutileza.
El tenor Carlos Natale, con residencia actual en Francia, en su bienvenido regreso volvió a demostrar su valía con este Orphée, no solo en lo actoral sino también por la belleza de su canto, su perfecta emisión y su excelente francés. La soprano Mercedes Arcuri (Eurydice), también radicada en Europa, logró dar realce a las cambiantes circunstancias de su personaje a la vez que exhibió un canto limpio y sin fisuras.
El tenor Santiago Martínez (Pluton, que inicialmente aparece enmascarado como Aristée), que por la extensión del rol podríamos decir que es el verdadero protagonista de la obra, brilló en la composición del personaje actuando, cantando y bailando con gran clase. Es uno de los cantantes jóvenes que están dotados de todas las condiciones para hacer una gran carrera, tanto en roles lírico-ligeros como en la ópera francesa por su calidad y condiciones.
El Jupiter del barítono Ricardo Seguel fue cantado sin inconvenientes, con calidad vocal y adecuada proyección. A la mezzosoprano Eugenia Fuente como L’Opinion publique le faltó mejorar su dicción francesa, pero su canto fue recio y en estilo. El barítono Víctor Torres aportó calidad a su John Styx, mientras que destacó la mezzo Daniela Prado como Cupidon; es una joven artista a seguir con mucha atención.
El resto del elenco —María Castillo de Lima (Diane), Maria Savastano (Junon), Paula Almerares (Vénus), Iván García (Mars y Rhadamante), Ivan Maier (Minos), y Cristian Taleb (Eaque)— acompañó a los principales con homogéneo resultado.
El Coro Estable, dirigido por Miguel Martínez, logró acoplarse muy bien los desafíos de la puesta y el actor Fabián Minelli fue solvente como Mercure.