
Recital de Natalie Dessay en París

La soprano Natalie Dessay, acompañada del pianista Philippe Cassard, ofreció un recital en el Palais Garnier de París © Emilie Brouchon
Marzo 30, 2025. Natalie Dessay deja oficialmente el canto lírico, pero comienza un nuevo capítulo con otro género, el musical. Este concierto, con su acompañante oficial Philippe Cassard, ha sido un “sold out” en el Palais Garnier, con flores y bravos interminables.
Todo merecido, todo ganado legítimamente. Dessay es una personalidad de esas que no necesitan marketing, y se notó en el programa elegido que fue “totalmente personal”. De hecho, la explicación y comentario del conjunto y algunas obras en particular formaron parte del concierto y permitieron apreciar una vez más la inteligencia, la agudeza y la fina ironía de una señora de apariencia frágil, pero con voluntad de hierro.
La primera parte, totalmente en francés, comprendió obras de Samuel Barber (sus Mélodies passagères), Ernest Chausson (‘Le colibri’), Reynaldo Hahn (‘Le rossignol des lilas’), Maurice Ravel sobre texto del propio compositor (‘Trois beaux oiseaux du paradis’), Louis Beydts (‘La colombe poignardée’, que habría bastado para justificar todo el concierto) y Francis Poulenc (‘Reine des mouettes’ y ‘La dame de Monte-Carlo’).
Cassard interpretó en solitario, y muy bien, ‘Oiseaux tristes’ de los Miroirs de Ravel. Casi todo de pájaros (“porque en mi juventud me comparaban siempre con ellos por mis agudos”), menos la estremecedora última pieza de Poulenc, que culminó de espaldas al público en una única nota interminable que hizo estallar a la sala con toda justicia.
Tras la pausa, y para anunciar los nuevos tiempos, cambió de lengua. Su inglés no fue menos perfecto ni comprensible que su francés materno. Todo se construyó en torno a un largo fragmento, algo así como una rapsodia, de Barber sobre un bellísimo texto autobiográfico de recuerdos de infancia de James Agee: Knoxville: Summer of 1915 (el único con partitura, lo que no restó intensidad ni al fraseo, ni a los ojos, ni a la expresividad de sus manos y brazos).
Primero fueron dos arias de Gian-Carlo Menotti (una de la ópera en un acto The Old Maid and the Thief y, la más conocida, “Monica’s Waltz” de The Medium) explicadas y cantadas con irresistible simpatía. El programa concluyó con el aria ‘I Want Magic!’, de A Streetcar Named Desire de André Previn, con un recuerdo a la creadora del rol de Blanche Dubois, Renée Fleming, y una interpretación distinta y tan válida como la de ésta.
Pero era claro que el concierto había terminado cuando el entusiasmo del público —con toda la sala de pie— reclamaba más y algunos jóvenes le alcanzaban con timidez sus flores. Respondió siempre con ópera. El aria de Chimène de Le Cid de Jules Massenet (“porque siempre me gustó, aunque no es para mi voz, pero hoy no hay orquesta”), un arioso de su inimitable Lakmé de Léo Delibes y, en homenaje a su padre, ‘L’ho perduta, me meschina’, la cavatina de Barbarina de Le nozze di Figaro. ¿Qué mejor para terminar que Mozart y sus messe di voce?
Por cierto, Natalie Dessay debutará en Gypsy de Jule Styne, Arthur Laurents y Stephen Sondheim, bajo la dirección musical de Gareth Valentine, con puesta en escena de Laurent Pelly, en la Philarmonie de Paris, del 16 al 19 de abril: https://philharmoniedeparis.fr/en/activite/27184