Serenata a tre en Ferrara

Se interpretó la Serenata a tre de Antonio Vivaldi en Ferrara © Marco Caselli Nirmal

 

Marzo 30, 2025. La primera representación en tiempos modernos de una bellísima página musical de Antonio Vivaldi, la Serenata a tre (Serenata para tres), atrajo a un buen número de espectadores y admiradores de la música del llamado “prete rosso” (“sacerdote rojo”) al Teatro Comunale Claudio Abbado, hasta el punto de que las entradas estuvieron prácticamente agotadas. 

Una vez más la batuta fue (como en anteriores ediciones de las temporadas musicales del Comunale Abbado) el maestro Federico Maria Sardelli, investigador inagotable de las páginas de Vivaldi y su mayor promotor e intérprete en activo en la actualidad. La musicóloga Annalisa Lo Piccolo escribió en el programa de mano que «… de la Serenata RV 690 no se conocen con certeza su año de composición, el encargo, el contexto representativo; la única fuente superviviente es la partitura autógrafa de Vivaldi conservada en la Biblioteca Nacional de la Universidad de Turín que, junto con la música, también nos da el texto de un autor desconocido».

En cualquier caso, dado que la dedicatoria escrita en la partitura se titula «Monsieur Le Mar(quis) du Tureil», cuya presencia en Venecia se conoce entre 1715 y 1726, donde se casó con la veneciana Marina Berti en 1718, el año de composición puede ser incierto, pero el período parece seguro. Se trata de una serenata destinada a embellecer musicalmente una boda, por lo que sin duda se encargó para la ocasión. 

La trama está tomada de la mitología: la ninfa Eurilia se enamora del pastorcillo Alcindo que permanece indiferente, declarando que ama a todas las ninfas; Eurilia pide consuelo y sugerencias a su confidente y criada Nice, y su insistencia para el cortejarlo es tanta que al final Alcindo realmente se enamora de ella. Pero en ese momento Eurilia cambia las cartas sobre la mesa y rechaza el amor de Alcindo, como represalia por el pecado primordial de presunción del pastorcillo. 

La duración de la Serenata es de poco más de 60 minutos, que se convirtieron, en Ferrara, en 90 minutos sin intermedio, debido a la adición de dos sinfonías de Vivaldi como preludios a la primera y segunda parte del espectáculo. Como prueba de los hechos, hay que admitir que la Orquesta Barroca Modo Antiquo (cuyo primer violín concertante es Federico Guglielmo), bajo la batuta de Sardelli, es un conjunto que el mundo puede (con razón) envidiar: una limpieza y un cuidado de la expresión posible solo gracias a la maestría y profesionalidad de los intérpretes (con accelerandi, pianissimi alternati a mezzo-forti y fortissimo, matices, stop-and-go entre pausas instantáneas y repeticiones repentinas… obviamente en el diapasón típico de las orquestas anteriores al siglo XIX). 

Así, la Serenata ofreció su suavidad y agilidad, no solo vocal, para un resultado de gran relieve. Es probable que muy pronto esté disponible una grabación de audio y video de la ejecución, dado el despliegue de micrófonos y cámaras. La interpretación del elenco vocal fue excelente: Valeria La Grotta (Eurilia), Giuseppina Bridelli (Nice) y Valentino Buzza (Alcindo). La prestación de La Grotta fue convincente por empatía con el personaje de Eurilia. La mezzosoprano Bridelli tiene un hermoso timbre y agraciada redondez vocal, de cuya vocación por el repertorio barroco y clásico es conocida. Y en particular se apreció la agilidad del tenor Buzza, que dio color y espíritu al personaje de Alcindo, insertándolo en una dimensión idealizada —querida por la música cantada del siglo XVIII— pero luego, en el cantabile, Alcindo asumió una dimensión verdaderamente “terrenal” más allá del mito: voz clara, la de Buzza, y hermosa dicción en la palabra no interrumpida por trinos y virtuosismo: su recitativo fue excelente, apoyado por el talentoso Lorenzo Feder en el clavecín, por Bettina Hoffmann (violonchelo) y Daniele Rosi (contrabajo). 

Los vientos del conjunto también estuvieron sobresalientes, y la viola de Alessandro Lanaro fue muy persuasiva. La Serenata a tre tiene un concertante final donde las tres voces, a modo de coro, junto al tutti orquestal, confeccionaron su solemne y altisonante consejo, una especie de “moraleja”, muy frecuente en las conclusiones a varias voces de obras barrocas y clásicas. El Concertato final se repitió como bis, debido a la insistencia del numeroso público que la pidió.

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