Tannhäuser en Berlín

Escena de Tannhäuser en la Deutsche Opera de Berlín © Bettina Stoess

Octubre 5, 2024. Si bien la producción de la ex directora del Deutshe Opera, Kirsten Harms, ya tiene 13 años, el impacto visual y la forma en que ella encara la sociedad de Wartburg son coherentes y válidas, mucho más ahora cuando se ven producciones de extremo concepto que dejan la trama original bien por detrás.

La producción indica que en Wartburg no se puede hablar de sexo: es una sociedad reprimida y reprimidora. También es, lógicamente, una sociedad esclerótica, torpe, de movimientos corpóreos restringidos que hacen juego con sus mentes también muy limitadas. 

Durante la obertura en esta versión estrenada en el Königliches Hoftdheater de Dresde en 1845, se ve un hombre en armadura colgado de la parte superior del escenario quien desciende sobre Venusberg. Allí se despoja de su armadura y encuentra a Venus. Los caballeros aparecen con armadura total montados sobre caballos, también con armaduras. Es una sociedad anquilosada. 

Tannhäuser pretende seguir a los caballeros, pero solo usa una coraza de la se despoja durante el concurso. Elisabeth, reprimida desde la partida de Tannhäuser, recupera su deseo sexual al reaparecer este en el segundo acto, aplaudiendo con entusiasmo cuando él define lo que es el amor. Pero enseguida se acobarda por la presion social alrededor de ella. Al final no muere sino que cae vencida, Wolfram trata de reanimarla pero enseguida aparece Heinrich. 

Con una soprano en los dos roles femeninos, Harms resolvió el problema con elegancia y simplicidad: cuando Heinrich llama a Venus, Elisabeth se levanta y pasa al lado opuesto del escenario y trata de convencerlo que se vaya con ella; hasta que Heinrich exclama: “Mein Heil liegt in Maria!” En ese momento, Venus pasa al otro lado del escenario, uniendo los dos aspectos femeninos: el intelectual y el sexual.

Hubo un elenco que hizo justicia a la obra y a la producción. Camilla Nylund ha reconfirmado ser en este momento quizá la mejor soprano lírico-spinto del repertorio alemán. Su Elisabeth tuvo calidez y belleza vocal, control, excelente ataque y línea de canto sin perder color. Sus escenas, incluso las que demandan más poder vocal y volumen, siempre tuvieron el control necesario. Una cantante excelente desde todo punto de vista. 

A su lado, un cantante joven que necesita un poco más de fogueo para considerar qué roles debería cantar para tener una larga carrera. Clay Hilley posee una voz de Heldentenor, de eso no hay duda, y a quien ya había escuchado en Der Ring des Nibelungen en este mismo teatro como Siegfried. Pero Tannhäuser es un rol que requiere algo más: una voz a prueba de balas. Y Hilley, aunque atacó las notas con valentía y sin miedo, también demostró que le costaba, que podía perder color y cuerpo. 

Thomas Lehman fue un clásico Wolfram, medido, elegante, leal, poseedor de una voz bella que le permitió cantar su escena del tercer acto con mucho sentimiento. Tobias Kehrer presentó un Landgraf Hermann bonachón, con autoridad, y una voz incisiva y precisa como un escalpelo. Excelente, el coro de la casa y también la orquesta, con sus excelentes solistas, dirigidos por Axel Kober con total control, buen pulso y de vez en cuando tremendo volumen en los bronces, pero siempre manteniendo la estructura de la obra. Un lleno total aplaudió con entusiasmo a todos los participantes.

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