Tannhäuser en Houston

Escena de Tannhäuser de Richard Wagner en Houston © Michael Bishop

 

Mayo 8, 2025. La Houston Grand Opera concluyó de manera exitosa una temporada más con Tannhäuser, und der Sängerkrieg auf Wartburg (Tannhäuser y el torneo de canto del Wartburg, su título completo), ópera en tres actos con música y libreto en alemán de Richard Wagner (1813-1883) que se basa en fabulas medievales alemanas, como la mayor parte de su producción lírica. 

Tannhäuser, la quinta ópera compuesta por Wagner, tuvo su estreno el 19 de octubre de 1845 en Dresde bajo la conducción musical del propio compositor, ha sido considerada una de las piedras angulares, y elemento básico, del repertorio de los principales teatros de ópera hasta este siglo XXI. 

Sin embargo, desde el periodo pospandémico, el título ha sido visto en muy pocas ocasiones en los Estados Unidos, a excepción de los montajes realizados por la Ópera de Los Ángeles en 2021 y el Metropolitan Opera de Nueva York en 2023. Son entendibles las exigencias de tipo musical, vocal y económico que requiere un título de este calibre, por lo que es meritoria la labor del teatro de Houston de llevarla a escena, en la que será la única producción de la obra programada para este año. 

El título aquí mismo no se había visto desde 2001, cuando se presentó en una estupenda producción del legendario director Werner Herzog. Como se sabe, en la trama, el protagonista desaira las rígidas normas sociales de los trovadores medievales y se aventura al reino místico de Venus, que libera la libido. En lugar de ser fiel a sí mismo, Tannhäuser es rechazado por su comunidad —aquí muy religiosa—, por relacionarse con la insaciable diosa Venus. Regresar a una sociedad que se niega a cambiar no es fácil, aunque al final es milagrosamente redimido por el sacrificio de su admirada Elizabeth. 

Esta es la historia que fue representada al público de manera notable, plasmándola en la refinada y elegante puesta de Peter J. Davidson, con vistosos vestuarios de Constance Hoffmann, buena iluminación de Amith Chandrashaker y proyecciones al fondo de la escena de S. Katy Tucker, que hicieron que el bosque frente al que pasan los peregrinos en su camino a Roma fuera una de las imágenes más sugestivas y artísticas de toda la función. 

 

El Coro de los Peregrinos de Tannhäuser © Michael Bishop

Las escenografías, que como siempre, forman parte de una coproducción hecha entre los teatros de Houston, Washington National Opera, Seattle Opera y  la Canadian Opera Company de Toronto, es sin duda uno de los mejores trabajos que le he visto a la directora escénica Francesca Zambello, ya que situó el antiguo relato germánico a principios del siglo XX, dentro de la secta aislada de una comunidad muy religiosa; el concurso de canto, por ejemplo, se lleva a cabo en el interior de un templo religioso; y el Venusburg, que aquí representa el mundo exterior, se realiza en un burdel en el interior de un opulento departamento en Nueva York, donde habita Venus, la diosa del amor y sus musas, y donde hay fiestas con bailarinas que interpretan extravagantes y exóticas coreografías, sin recurrir en ningún momento a desnudos, vulgaridades o escenas fuera de tono. 

En este montaje, Tannhäuser ha sido seducido por más de un año, pero no puede soportar su culpa por abandonar a Elizabeth, su anterior amor virginal, y es instantáneamente transportado a su comunidad, donde surgen los problemas de sus elecciones. El enfoque novelesco de Zambello, y muy operístico, diría, no hace daño a Wagner: al contrario, cuenta una historia directa con personajes más humanos, con las implicaciones de pertenecer y enfrentarse a una rígida entidad religiosa y sus valores, una situación que parecería no estar alejada de lo que se vive en la actualidad. Al final, Tannhäuser queda encerrado dentro una luz celestial frente al cuerpo de Elizabeth, dejando en duda si vivirá para cantar nuevamente, o si volverá “al lado oscuro” para unirse una vez más a Venus. 

Vocalmente, el elenco contó con valiosos cantantes, principalmente estadounidenses, como Russell Thomas, un tenor dramático spinto, de buenas cualidades vocales, aunque no podría considerarse como un heldentenor puro. Su incursión en este repertorio y su experiencia cantando papeles wagnerianos (como lo hiciera con este mismo papel en Los Ángeles en el 2021 o con Parsifal aquí mismo en el 2024) lo ha hecho perfeccionar y conocer el estilo para sacar avante al personaje de Tannhäuser y sus exigencias vocales. Su proyección es adecuada, y aunque no posee una voz potente y robusta, se distingue por la calidez de su timbre, su homogeneidad y la solidez técnica para emitir agudos, dándole sentido y expresividad a su parte. 

Por su parte, y en el papel de Elizabeth, la soprano Tamara Wilson, egresada del estudio del teatro y en la actualidad una reconocida interprete, destacó en su canto, y posee una voz de adecuada proyección, firme y vigorosa. En escena supo intercalar una actuación entre la chica sencilla con alborozo, timidez, fuerza y convicción, abogando por la redención de Tannhäuser. Agradó la mezzosoprano Sasha Cooke, por la imagen sensual que irradió como Venus, con una voz que ha adquirido cuerpo, y que le ha permitido poco a poco entrar a este repertorio, cantando con tonalidad oscura y atractiva. 

Hermann, el Landgrave de Turingia del bajo griego Alexandros Stavrakakis, desplegó potencia y supo cantar con matizadas tonalidades y eficacia. Buen desempeño y condiciones para este repertorio ofrecieron también el tenor Martin Luther Clark en el rol de Walther von de Wogelweide, y el barítono Luke Sutliff como Wolfram von Eschenbach, el bajo-barítono Cory McGee como Biterolf, el tenor Shawn Roth como Heinrich der Schreiber, así como el bajo chino Ziniu Zhao como Reinmar von Zweter y la mezzosoprano Ani Kushyan en el papel del joven pastor. 

Estos últimos cinco cantantes son exalumnos o pertenecen actualmente al estudio del teatro, por lo que no pasará mucho tiempo para que estén cantando papeles de mayor envergadura en importantes teatros. Cuando fue requerido, la participación del coro del teatro fue buena, particularmente en el coro de los peregrinos, donde cantó con determinación, exaltación y entusiasmo, con el profesionalismo que lo caracteriza, bajo la dirección del maestro Richard Bado. 

Una gran impresión dejó el maestro Erik Nielsen en su debut local. El maestro estadounidense, quien rara vez dirige en este país, mostró oficio como concertador desde el foso operístico, además de pericia y la autoridad que le ha dado su extensa carrera, dirigiendo principalmente óperas en importantes escenarios. Desde la icónica obertura, ofreció una ruta musical de la ópera con sus tres leitmotivs centrales presentes, así como buen manejo de los tiempos, de las brillantes texturas, evocaciones y éxtasis orquestales. Los músicos de la orquesta se mostraron motivados y regalaron una memorable velada con su desempeño desde el foso. 

La próxima temporada comenzará con un clásico estadounidense: Porgy and Bess de George Gershwin, en la versión original del compositor, que le ha valido a este teatro en el pasado la obtención de premios Grammy y Tony, y para la cual ya inició la venta de boletos. 

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