
Tristan und Isolde en Bilbao

Escena de la producción de Alex Aguilera de Tristan und Isolde de Richard Wagner en el Palacio Euskalduna de Bilbao © E. Moreno Esquibel
Enero 18, 2025. La ABAO Opera de Bilbao, ha apostado por el compositor alemán Richard Wagner para iniciar el año 2025 con una de sus obras más emblemáticas: el drama musical Tristan und Isolde, tercer título de la temporada que vuelve al Palacio Euskalduna tras 13 años desde su última representación en Bilbao.
El inmenso auditorio rozó el lleno con un público diverso que se había desplazado a la capital vizcaína desde muchos puntos de España, atraído por la bella historia de amor con la que Wagner revolucionó el mundo de la ópera. La producción, del Teatro de la Maestranza de Sevilla, lleva la firma de Alex Aguilera y, aunque cuenta con escaso dinamismo en términos generales, me gustó especialmente el guiño a la Danza Butoh japonesa del último acto. A favor de la propuesta de este director de escena, el parecido asombroso de la cantante sustituta que interpretó el rol de Isolde con el de la actriz de la serie “Juego de Tronos”, detalle que no pasó desapercibido por parte de los espectadores más jóvenes.
Apoyado en todo momento por las videoproyecciones de Arnau Pottier, Aguilera es a su vez responsable de una escenografía sencilla y minimalista que incorpora un árbol gigante y una gran corona de rey como elementos destacados.
El tenor donostiarra Gillen Mungia debutó en ABAO convincentemente desempeñando el rol secundario de Timonel, mientras que el joven tenor vizcaíno Josu Cabrero cantó con solvencia los roles de Pastor y Joven marinero.
El barítono catalán Carlos Daza ofreció un Melot elegante en lo canoro, mostrando una voz muy bien proyectada y de amplio registro que puede afrontar con garantías desde roles belcantistas o verdianos, a papeles de mayor peso dramático.
La mezzo italiana Daniela Barcellona bordó el papel de Brangäne, demostrando una vez más que todo lo que canta lo convierte en oro. Para enmarcar, el final del primer acto donde exhibió una voz de muchos decibeles, así como su bellísimo canto desde lo alto del auditorio, todo un deleite para los seguidores de la cantante de Trieste.
El bajo-barítono de Letonia Egils Silins, todo un especialista en el repertorio alemán, exhibió una voz poderosa y bien proyectada, ideal para afrontar el repertorio wagneriano. Convincente en lo actoral, su Kurwenal no dejó a nadie indiferente y fue uno de los cantantes más aplaudidos al finalizar la representación.
Un habitual en las últimas temporadas de ABAO, el bajo Marko Mimica brindó un Rey Marke interesantísimo en lo canoro con una voz de muchos quilates que llegaba a todos los rincones del inmenso Palacio Euskalduna. Dotado con un bello timbre y un gran color de voz, como quedó demostrado en el monólogo ‘Tatest du’s wirklich’, desde estas páginas auguramos un gran futuro a este joven cantante croata si consigue pulir ciertos aspectos puramente actorales en la elaboración del personaje.

Gwyn Hughes Jones (Tristan) y Rachel Nicholls (Isolde) en Bilbao © E. Moreno Esquibel
La presentación en ABAO del tenor británico Gwyn Hughes Jones, un cantante de voz no tan dramática como requiere el repertorio wagneriano, podemos calificarla de lección magistral de buen oficio y dosificación vocal para salir victorioso, tras dos actos finales que convierten al personaje de Tristan en uno de los roles vocales más difíciles jamás escritos. A nivel actoral, el intérprete galés aportó poco al personaje de Tristan, con una interpretación muy plana y de escasa teatralidad. A nivel vocal, desarrolló una labor de menos a más, deleitando a los asistentes con un segundo acto apoteósico junto a la soprano, en el que exhibió un agudo seguro y un gran fiato. Para enmarcar, sus prestaciones canoras en el último acto, donde su voz emocionó a los asistentes por su gran entrega durante el largo monólogo con el que impactó a los menos familiarizados con la obra de Wagner.
La soprano británica Rachel Nicholls afrontó de manera sobresaliente el reto de sustituir a última hora a la soprano ucraniana inicialmente anunciada, Oksana Dyka, a la que se espera en el resto de funciones si llega a recuperarse. Inconmensurable en su faceta dramática, se nota que con los años ha pulido el personaje mostrando la frescura y la dulzura de la joven enamorada que inspiró esta composición de Wagner. A nivel vocal, estuvo solvente en el primer acto, brillando enormemente en un segundo acto donde dejó un momento para el recuerdo en el dúo con Tristan. Cantante con muchas tablas en lo referente a personajes wagnerianos, resultó espectacular la manera con la que su voz, tremendamente segura en las notas más altas, impresionó a los asistentes en todas sus intervenciones en las que no ahorró ni una nota, durante las más de cuatro horas de representación. ¡Brava!
Para el que escribe estas páginas, que vivió en primera persona en la Staatsoper de Viena como la crítica de manera casi unánime destrozó injustamente al gran director Seiji Ozawa cuando se atrevió a adentrarse en el universo wagneriano, el interés en contemplar cómo la batuta del norteamericano Erik Nielsen afrontó la dirección musical de Tristan und Isolde en Bilbao, ha supuesto un gran aliciente. Con una dirección solidaria en la que estuvo pendiente de las voces solistas en todo momento en beneficio del resultado final, supo templar a la Orquesta Sinfónica de Bilbao en ciertos pasajes en los que moduló con maestría el pesado volumen orquestal. Brillante desde los primeros acordes del preludio, Nielsen desarrolló un excelente trabajo con los cantantes y una dirección muy dinámica y llena de matices donde quedó de manifiesto su gran compenetración con una BOS que brilló a gran altura.
Para enmarcar, el pasaje del ‘Liebestod’ y un final apoteósico, todo un ejemplo de belleza musical y dominio absoluto desde el foso. En los saludos finales, fue tremendamente ovacionado y a su enorme labor debemos el nacimiento de nuevos wagnerianos en Bilbao y que algunos de los asistentes al estreno, se estén planteando repetir en alguna otra función.