Tristan und Isolde en San Francisco

Anja Kampe y Simon O’Neill protagonizaron Tristan und Isolde de Richard Wagner en la Ópera de San Francisco © Cory Weaver

 

Octubre 27, 2024. La grandiosa obra maestra o drama musical en tres actos Tristan und Isolde WWV 90 de Richard Wagner (1813-1883) se escenificó en el teatro War Memorial de San Francisco, donde fue vista por última ocasión en la temporada 2006-2007, y forma parte del doble ciclo de óperas de Giuseppe Verdi y de Wagner que está llevando a cabo esta casa de ópera y cuyo proyecto le fue encomendado a su directora musical titular, Eun Sun Kim. 

La directora coreana, que a inicios de temporada dirigió Un ballo in maschera de Verdi, recibió en estos días la renovación de su contrato que la mantendrá en su puesto, al menos, hasta la temporada 2031, donde se tiene previsto que dirigirá Parsifal el próximo año y posteriormente un ciclo completo de El anillo del nibelungo.

Escenificar óperas de Wagner siempre es una empresa loable, meritoria, atrevida y a la vez costosa para cualquier teatro, especialmente en una época en la que los recursos para la lírica han disminuido y escaseando, situación que está viviendo el propio teatro de San Francisco, que ha reducido gradualmente su número de funciones y producciones cada año. (La temporada actual de otoño constó de solo cuatro títulos y un concierto de la Novena Sinfonía de Beethoven, y la segunda parte de la temporada que se realizará en los meses de junio y julio de 2025 se redujo de tres a dos títulos y un concierto operístico.)

De ninguna manera se pretende menospreciar el enorme esfuerzo de ofrecer un título wagneriano, sino que por el contrario debe agradecerse y resaltar que los teatros líricos, aún los más importantes a nivel mundial, atraviesan por tiempos difíciles, y aun así las obras de Wagner son un imán capaz de atraer público de diversas latitudes, como ocurrió en esta función. 

Tristan und Isolde se estrenó en este escenario en el año 1927, y fue la primera obra en lengua alemana que se escuchó aquí. A lo largo de la historia de la compañía se ha montado en 17 temporadas, y después de Die Walküre es el título wagneriano más interpretado y gustado aquí. Generalmente, se trata de una obra difícil de escenificar, y en la búsqueda de un marco escénico visualmente atractivo y convincente, el montaje estrenado en el Teatro la Fenice de Venecia en el 2012, del director escocés Paul Curran, con diseños y vestuarios de Robert Innes Hopkins e iluminación de David Martin Jacques, pareció no contener la efectividad dramática que acompañara la suntuosidad en el canto y en la orquestación. 

La sencilla puesta en escena consistió en un conjunto de grandes paneles al fondo del escenario, al que se le iban agregando elementos escénicos, como árboles o follaje, y rotaban según la escena, para situarla en un barco, en el patio de un castillo o en la casa de Tristán en Bretaña, aunque en términos generales lució rígida, denotando el paso de los años, y que denotaba un tiempo indeterminado. La dirección de Curran fue directa, con mucha expresión física por parte de los artistas, algunos gestos reveladores, miradas o una mano levantada que detuvo el arrebato de un cantante. 

La parte musical fue mayormente satisfactoria gracias a la presencia del tenor neozelandés Simon O’Neill, un especialista de este repertorio, quien la temporada pasada dio vida al personaje de Lohengrin, y que como Tristan mostró nervio y brío en su canto, que dotó de fuerza expresiva y variedad. Su caracterización fue la de un personaje heroico, pero también sensible, evidenciado en su dueto de amor, como también angustiado y afligido en su delirio del tercer acto.

La soprano Anja Kampe ofreció una Isolde radiante en su desempeño vocal, esculpiendo y coloreando cada frase con un tono muy cuidado, y con dosis de dramatismo cuando le fue requerido. Su caracterización fue la de una mujer altiva, inquieta y elocuente. 

En el papel de Brangäne, tuvo su debut estadounidense la mezzosoprano alemana Annika Schlicht, notable en un papel al que dotó de elegancia, presencia escénica y personalidad, y cuya voz pareció emerger, flotar y llenar la sala de hipnótica sugestión y encanto. 

El rol del Rey Marke fue encomendado al bajo coreano Kwangchul Youn, quien es garantía de grandeza cada vez que pisa un escenario. En escena fue un digno y noble intérprete, que extendió su compasión, servido de las amplias virtudes vocales que posee. El bajo-barítono Wolfgang Koch personificó a Kurwenal, el fiel esbirro de Tristan, con un discreto desempeño y áspero en su emisión.

El elenco fue completado por el tenor Christopher Oglesby por sus apariciones como el joven Marinero y el Pastor del tercer acto, el también tenor Thomas Kinch como Melot, y el barítono Samuel Kidd como el Piloto, quienes cumplieron de manera adecuada en cada una de sus partes asignadas. 

Con una orquesta conformada por 72 elementos, y la ejecución de la partitura sin cortes, como se indicó en el programa de mano, los músicos de la Orquesta de la Ópera de San Francisco fueron héroes invisibles, tocando con capacidad y arresto, bajo la conducción de Eun Sun Kim, quien se mostró atenta al balance del conjunto con las voces, a las que trató con consideración y cuidado, en una lectura intensa y fluida, con nitidez de los alientos y los metales, incluso los que se escucharon fuera de escena. Una mención a los miembros del coro, a pesar de su breve pero significativo aporte en el primer acto.

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