Turandot en Sevilla
Noviembre 13, 2024. Se cumplen cien años de la muerte de Giacomo Puccini (1858-1924) y el Teatro de la Maestranza de Sevilla se vistió de gala para representar una vez más su última ópera, Turandot que, aún inacabada, es considerada un icono musical. El compositor y pianista italiano Franco Alfano (1875-1954) completó el último acto.
Turandot fue estrenada de manera póstuma en el Teatro alla Scala de Milán bajo la batuta de Arturo Toscanini, en abril de 1926, aunque el célebre director de orquesta no quiso continuar la función y bajó el telón al concluir con la obra donde el maestro de Lucca la dejó: después de la muerte de Liù.
En las funciones sucesivas se representaría ya completa, con la actuación del afamado tenor aragonés Miguel Fleta en el rol de Calaf.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX se produjeron importantes cambios en el ámbito cultural. El Romanticismo daría paso al Naturalismo que, aunque ambos se inician en la literatura, no conseguirían el mismo efecto en el espectro musical y operístico: Carmen, de Georges Bizet se convertirá en la única gran ópera de este periodo. En la búsqueda de nuevos resortes musicales, apareció el verismo como acicate para dar a la música un nuevo giro. Puccini se convertiría en el máximo exponente del nuevo modo de entender la ópera.
Turandot supone una evolución en su música. Su último trabajo se distingue por bellas melodías, refinadas armonías y maravillosas propuestas orquestales y actorales. Merece más atención por sí misma de la que le atribuimos por ser su último trabajo.
Una gran máscara oriental de movimiento giratorio nos presenta un escenario doble para transportarnos a un Pekín de fábula. Fantástica, la producción y puesta en escena. Todo un clásico de la mano de Jean-Pierre Ponnelle y Sonja Frisell, bajo la dirección de Emilio López.
De aplaudir, el trabajo de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla que, bajo la brillante dirección de Gianluca Marcianò, deambuló de maravilla por todos los registros. Uno de los triunfadores de la noche fue, sin duda, el grandísimo Coro del Teatro de la Maestranza de Sevilla, dirigido por Íñigo Sampil que —junto al coro de la Escolanía de los Palacios, dirigido por Aurora Galán— conmovió al público con su intervención del primer acto, ‘Perchè tarda la luna?… Là sui monti dell’Est’.
La vocalidad en Turandot fue una de las apuestas más arriesgadas de Puccini y encontrar un elenco ad hoc es, en ocasiones, complicado. La soprano ucraniana Oksana Dyka, de reconocido prestigio, supo estar a la altura de la princesa, sobre todo en los dúos y en los momentos finales donde el fraseo se hace más lánguido y humano.
En el aria ‘In questa regia’, siempre exigente, estuvo más discreta, con estupenda proyección, aunque algo reservada en la zona del agudo.
Lo mismo podríamos decir del trabajo de Jorge de León en el rol del príncipe enamorado. El tenor canario cautivó a los allí presentes con una voz potente de refinados agudos, en su ‘Non piagere, Liù’. Fue, asimismo, un notable Calaf en la exigente aria ‘Nessun dorma’, donde sacó músculo y sobre todo una valentía que el público aplaudió muy generoso.
Genial y muy aplaudida fue la actuación de la donostiarra Miren Urbieta-Vega, que estuvo a la altura en todo momento como la esclava enamorada Liù, rol tan difícil como amado y deseado por las sopranos líricas. Muy emotiva y de fraseo limpio en su ‘Signore, ascolta’ y más brava pero con idéntica dulzura, ya en su aria del acto tercero ‘Tu che del gel sei cinta’.
Mención especial merece la estupenda actuación de los tres ministros Ping, Pang y Pong, personajes que Puccini recupera del antiguo teatro de máscaras de la commedia dell’arte. El trío que abre el segundo acto ‘Ho una casa nell’Honan’es de una gran belleza musical e interpretativa, y el público así lo reconoció y aplaudió, sobre todo por el gran trabajo de Pablo Ruiz (Ping) en ese rol de barítono bufo.