In Memoriam—Gilda Cruz-Romo (1940-2025)

Gilda Cruz-Romo (1940-2025)

 

La soprano Gilda Cruz-Romo nació en Guadalajara, Jalisco el 12 de febrero de 1940. Trasladada a la Ciudad de México, fue discípula del distinguido barítono mexicano Ángel R. Esquivel. 

Sus inicios en el canto comenzaron como integrante del Coro del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández en las giras a Europa, Asia y Centroamérica, mientras que su debut en el Palacio de Bellas Artes fue cantando las Bachianas Brasileiras Núm. 5 de Héctor Villa-Lobos con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Carlos Chávez. 

El 6 de septiembre de 1962 cantó su primer papel operístico, encarnando a Ortlinde en Die Walküre de Richard Wagner, apadrinada en el elenco por el célebre tenor Jon Vickers y por Georges Sébastian desde el podio. Su debut estelar, también en el Palacio de Bellas Artes, fue en 1963 cantando Suor Angelica de Giacomo Puccini; un año después interpretó el rol de la Madre en Hänsel und Gretel de Engelbert Humperdinck, y participó en el estreno mundial de la ópera mexicana La señora en su balcón de Luis Sandi en el papel de Clara. La joven soprano permaneció en ese escenario por varios años, antes de emprender una de las más brillantes y sólidas carreras internacionales.

En 1965, durante la temporada nacional, participó en la reposición de Dialogues des Carmélites de Francis Poulenc como Blanche de la Force; en la reposición de Misa de seis, de Carlos Jiménez Mabarak, y como Musetta en La bohéme y Venus en Tannhäuser, alternando en ambas óperas con Montserrat Caballé. 

Un año después, en 1966, en el mismo escenario destacaron sus actuaciones en el papel titular de Tosca con Flaviano Labò y como Micaëla en Carmen de Georges Bizet, junto a Pedro Lavirgen. También en 1966 tuvo lugar su primera actuación internacional: la Ópera Cívica de Dallas significó su debut norteamericano y fue como la Dama de Lady Macbeth en Macbeth y como Giovanna en Rigoletto, ambas de Giuseppe Verdi. 

En 1967 contrajo matrimonio con Roberto [Bob] Romo, joven integrante del Coro de la Ópera de Dallas, y ese mismo año interpretó el oratorio Elías de Felix Mendelssohn, con la Sinfónica Nacional bajo la batuta de Luis Herrera de la Fuente.

 

Gilda Cruz-Romo como Suor Angelica

 

También en 1967 cantó Suor Angelica, Anna Bolena de Gaetano Donizetti en 1968, y en 1969 hizo Olga en Fedora de Umberto Giordano, con Magda Olivero y Bruno Prevedi. 

Luego de una ausencia de siete años en el Palacio de Bellas Artes, regresó en 1973 a cantar Amelia en Un ballo in maschera, después de éxitos categóricos en donde engalanó los elencos en los escenarios más prestigiosos del mundo operístico. Esa representación significó el retorno triunfal de Gilda a México y en 1976 reapareció en un memorable concierto como Gilda Cruz-Romo, nombre que adoptaría para el resto de su distinguida carrera artística.

 

Una carrera internacional

Gilda Cruz-Romo fue, sin duda, una de las más destacadas sopranos mexicanas que triunfó en los teatros más importantes del mundo. Sus inicios en los escenarios internacionales se remontan a 1969 con la New York City Opera, en donde cantó el papel de Margherita en Mefistofele de Arrigo Boito. 

Debutó el 8 de mayo de 1970 en Atlanta, Georgia, con la compañía en gira, cantando el papel de Maddalena de Coigny en Andrea Chénier de Giordano, acompañada por el tenor Richard Tucker y el barítono Mario Sereni, bajo la dirección musical de Francesco Molinari-Pradelli. El 18 de julio, en forma de concierto, actuó en el jardín botánico de Nueva York, interpretando a Nedda en Pagliacci con Robert Nagy, Abe Polakoff y Dominic Cossa.

El Metropolitan Opera de Nueva York no fue la excepción. Ella fue durante tres lustros una de las cantantes consentidas en ese escenario. Su presentación estelar en el Met sucedió el 18 de diciembre de ese 1970, cantando Madama Butterfly de Puccini, acompañada en el elenco por John Alexander, Nedda Casei y los Sharpless de Mario Sereni, Frank Guarrera y Theodor Uppman en sucesivas funciones, los días 25 de diciembre y 2 de enero de 1971 y 26 de diciembre de 1972. 

En esos años también cantó Pagliacci con los tenores Josef Gabriels y James McCracken, y los barítonos Cornell MacNeil y Sherrill Milnes, que encarnaban a Tonio; La forza del destino, al lado de Ion Buzea, Tucker, Barry Morell y Franco Corelli, Robert Merrill y Matteo Manuguerra, Ezio Flagello, Jerome Hines y Cesare Siepi, bajo la batuta de Michelangelo Veltri; y Tosca, con James King, Gabriel Bacquier y Fernando Corena, con la concertación musical de James Levine. 

Durante la temporada 1973 interpretó La Traviata con el tenor Enrico Di Giuseppe y los Germont de Louis Quilico y Robert Merrill; Un ballo in maschera al lado de Tucker, Merrill y Milnes; Aida con el Radamès de Richard Cassilly y Corelli, la Amneris de Grace Bumbry y Nell Rankin y el Amonasro de MacNeil, Anselmo Colzani y Guillermo Sarabia; Madama Butterfly y Manon Lescaut de Puccini al lado de Carlos Montané, Sereni y Corena. 

Después de cuatro funciones de Butterfly, cantó por primera vez Suor Angelica de Puccini en diciembre de 1975, título que volvió a interpretar en 1976. Ese mismo año repitió con gran éxito Aida, que cantó con McCracken, Tatiana Troyanos y Louis Quilico, bajo la dirección de Kazimierz Kord.

 

Gilda Cruz-Romo © Metropolitan Opera, 1977

 

Dos títulos puccinianos interpretó la célebre soprano tapatía en la temporada 1977: Tosca y Madama Butterfly. El primero dirigido por Levine y acompañada por Plácido Domingo e Ingvar Wixell, y el segundo con el tenor Gianfranco Pastine, Florence Quivar y Allan Monk, bajo la dirección de Giuseppe Patanè. 

Vinieron después funciones de Il trovatore (enero y febrero de 1978); Aida con Bergonzi, Guy Chauvet, Giorgio Lamberti, Mignon Dunn, Troyanos, Bianca Berini, Quilico y Wixell; y Tosca, con Bergonzi y MacNeil. Memorables fueron las funciones de Otello en la temporada 1979, que bajo la dirección musical de Levine cantó al lado de Plácido Domingo y Milnes, y que fuera televisada a nivel nacional, e incluso vista en México. 

En 1980 fue Elisabetta di Valois en Don Carlo, con Giuseppe Giacomini, Milnes, Troyanos, Bruna Baglioni, Paul Plishka y Nicola Ghiaurov. Durante enero y febrero de 1981 hizo el rol de Amelia en Un ballo in maschera, acompañada de Bergonzi, Quilico y Milnes, que alternaban el Renato, y Berini que hacía el papel de Ulrica; en septiembre y octubre interpretó Madama Butterfly y, en noviembre y diciembre del mismo año, Suor Angelica, de Puccini, con Lili Chookasian. 

Las últimas presentaciones de Gilda Cruz-Romo en el escenario del Met fueron en 1983, interpretando a Leonora de Il trovatore, alternando con los tenores Ermanno Mauro, Carlo Bini, Juan Lloveras, los barítonos Louis Quilico y Ferdinand Radovan y las mezzosopranos Mignon Dunn, Bianca Berini y Viorica Cortez, concluyendo así una de las carreras más importantes que cantante mexicano alguno haya hecho en el famoso escenario neoyorkino. 

Eso, sin contar las muchas giras que realizó con la compañía por las principales ciudades de los Estados Unidos, incluyendo la Ópera Lírica de Chicago y el War Memorial de San Francisco, y en importantes escenarios europeos como La Fenice de Venecia, San Carlo de Nápoles, Teatro Regio de Turín, Teatro Regio de Parma, Maggio Musicale Fiorentino, Sao Carlos de Lisboa, Palais Garnier de París e incluso el Teatro Bolshoi de Moscú, la Ópera de Israel y la Ópera de Tokio.

Paralelamente, en 1972 había realizado presentaciones en la Royal Opera House de Londres con Aida, y en 1973 en el Teatro alla Scala de Milán con la misma ópera. En 1974 hizo actuaciones en la Ópera Estatal de Viena con La forza del destino de Verdi; Manon Lescaut de Puccini en la Ópera de Roma y Aida en la Arena de Verona. El Gran Teatro del Liceu de Barcelona le abrió las puertas en 1974, en donde interpretó Tosca junto a Jaume Aragall. 

 

Otros momentos culminantes 

En 1974, Gilda Cruz-Romo fue figura principal en el Festival Puccini organizado por la Asociación Carlo Morelli en Toluca, donde bajo la batuta de Fernando Lozano brindó su aclamada creación de Cio-Cio-San, y con quien también cantó en un ovacionado Requiem de Verdi con la Filarmónica de la Ciudad de México en el Teatro Esperanza Iris.

En 1976 efectuó la filmación en vivo de una nueva producción de Aida, bajo la dirección de Thomas Schippers en el Festival de Orange, Francia, al lado de Grace Bumbry, y en 1977 retornó a México para presentarse como Tosca y como Elvira en el estreno en Bellas Artes de Ernani de Verdi. 

En Santiago de Chile se presentó por primera vez en el Teatro Municipal en octubre de 1976 en Aida, donde compartió el escenario con Rubén Domínguez y en Tosca con Prevedi, coliseo al que volvió en 1977 como Cio-Cio-San en Madama Butterfly y como Maddalena de Coigny en Andrea Chénier, además de Tosca en el Teatro Colón de Buenos Aires en 1978. Cinco funciones de Desdemona en el Otello verdiano en 1981 fueron las últimas actuaciones de Gilda en ese escenario, junto a los “moros” de Carlo Cossutta, Angelo Marenzi y Gilbert Py, además de Adriana Lecouvreur con Mariana Paunova y Ermanno Mauro, concertada por Michelangelo Veltri. 

También se recuerdan sus espléndidas interpretaciones en la Sala Nezahualcóyotl en 1978: nuevamente Madama Butterfly en forma de concierto con la dirección de Héctor Quintanar, acompañada en el reparto por el tenor David Ramírez, la mezzosoprano Martha Félix y el barítono José Luis Magaña, y una vez más de Tosca en 1980, al lado del tenor Alfonso Navarrete y el barítono Roberto Bañuelas.

En 1984 protagonizó una inolvidable gala operística con motivo de las celebraciones por el cincuenta aniversario del Palacio de Bellas Artes, y dos años después, en 1986, estelarizó cuatro representaciones de Adriana Lecouvreur, de Cilea, siempre bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda. 

Importante señalar que también en 1984 encarnó por primera vez en su carrera el papel protagónico de Turandot, de Puccini en el Teatro Degollado de Guadalajara, el cual repitió un año después en el Palacio de Bellas Artes, convirtiéndose así en la tercera soprano mexicana en abordar ese rol. 

Luego de destacadas actuaciones como recitalista en el Festival Internacional Cervantino y en el Festival Cultural Sinaloa, en 1990 regresó a la Sala Nezahualcóyotl para interpretar El amor brujo de Manuel de Falla con la Sinfónica de Minería y dos años después cantó la misma obra, a manera de despedida en México, en el Teatro Degollado de su natal Jalisco, en donde se recuerdan sus magníficas interpretaciones de Norma de Bellini y su exquisita Desdemona en Otello.

Gilda Cruz-Romo falleció el sábado 28 de junio de 2025 en San Antonio, Texas, ciudad en donde residía con su esposo desde hacía muchos años, luego de desempeñarse como titular de la cátedra de canto en la Universidad de Austin.

 

Desdemona en Otello en el Met, 1979

 

 

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Reseñas:

 

“Las walkirias mexicanas, de las que por lo menos puede decirse que salieron ilesas de la prueba a la que fueron sometidas, y que no entorpecieron el gran éxito de la noche, fueron Martha Ornelas, Gilda Morelli, Dora de la Peña, Osbelia Hernández, que dejó percibir el bello timbre de su voz de contralto; Cristina Quezada, curiosamente maquillada con lentejuelas en la nariz, y una joven debutante de voz muy bella, y a la que deseamos un porvenir brillante, Gilda Cruz; un nombre que ojalá veamos impreso repetidamente en los programas de las próximas temporadas nacionales…” (Rafael Solana. Revista Siempre!, 19 de septiembre de 1962.)

 

“La soprano Gilda Cruz tuvo una actuación brillante encarnando al personaje principal: Sor Angélica. Su voz es de agradable timbre y de mucho volumen, lo que le da facilidad para que se escuchen con claridad sus notas. Advertimos desde un principio que Gilda Cruz había estudiado y preparado cuidadosamente su personaje y su manera de cantar; aunque con algunos pequeños defectos de escena, pero éstos los irá corrigiendo más adelante…” (Rafael Fraga. El Universal, 12 de mayo de 1963.)
“La soprano Gilda Cruz tiene todo para ser una ‘Tosca’, notable voz, temperamento y figura. Para redondear una actuación que en el caso parece prematura, necesita mayor refinamiento vocal y escénico y un estudio más profundo del personaje, así como una guía más firme en cuanto a la manera de vestirse y presentarse…” (José Barros Sierra. Excélsior, 22 de septiembre de 1966.)
“La señora Cruz-Romo, además de poseer una voz bellísima, y de tomarse la molestia de educarla con el mayor esmero, es una mujer de notable belleza, en el estilo ‘Giunone’, y sus progresos como actriz son sorprendentes. No exageramos al decir que a ninguna hemos visto actuar mejor esta parte, que nos es a todos conocida. ¿Quién no ha visto Tosca por lo menos una docena de veces? […] Gran función… pero, sobre todo, grandiosa, deslumbrante, maravillosa, esta Gilda Cruz que estuvo años aquí en el coro del Ballet Folclórico, sin que sospecharan, muchos, que allí había una estrella mundial…” (Rafael Solana. Revista Siempre!, núm. 1054, 5 de septiembre de 1973.)
“Una soprano del tamaño de Gilda Cruz-Romo necesitaba un tenorazo, y hallaron éste que le saca una cuarta; si le hubieran traído a uno de la estatura de don Flaviano Labó, por ejemplo, habríamos perdido la atención en el canto para estar pendientes del tenor de que la soprano fuera a pisarlo y a aplastarlo como a una cucaracha; Saldaña, que no es ningún sietemesino, se achicó ante la monumental Gilda, que es una diosa, hasta en el más estatutario de los sentidos… Y cantó preciosamente. En los concertantes fue la reina, por encima del coro numeroso, de media docena de cantantes y de cien músicos; cada nota fue un clarín; qué belleza de timbre; qué calor de emoción, qué potencia…” (Rafael Solana. Revista Siempre!, núm. 1260, 17 de agosto de 1977.)
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