La ópera rusa en México II

Modest Músorgski (1839-1881)

 

A propósito del estreno de Lady Macbeth de Mtsensk, de Dmitri Shostakóvich, que la Ópera de Bellas Artes realizará el próximo 20 de marzo, he aquí un recuento de la historia de la ópera rusa en México. Segunda parte.

La temporada [1930] terminó con tres representaciones de La feria de Soróchinets, de Músorgski: Anna Novikova y Nina Boyarska (Parasya), Nicola Lavretzky (Gritsko), Antonietta Tikanova y Maria Davidoff (Khivrya), Mikhail Gitovsky (Chenobobog).

 

Elena Nicolai cantó Marina en Boris Godunov en Bellas Artes en 1953

 

De estas enormes obras escénicas de la creación rusa, solo Boris Godunov permaneció vigente en algunas temporadas de ópera en el Palacio de Bellas Artes, a saber: 1953, Ópera Nacional, A. C., la versión orquestada por Rimski-Kórsakov, que se cantó en italiano por solistas y coro, salvo algunas intervenciones en ruso del bajo Nicola Rossi-Lemeni, que interpretó al atormentado zar, Elena Nicolai como Marina, Giuseppe Campora fue Gregori-Dmitri, Roberto Silva encarnó a Pimen, Salvatore Baccaloni a Varlaam, además de José Sosa como El príncipe Shuiski y El inocente, Belén Amparán (Fiodor), Cristina Trevi (Xenia) y Aurora Woodrow (La nodriza), todos dirigidos por Oliviero de Fabritiis, dirección de escena de Riccardo Moresco, escenografía de Antonio López Mancera y dirección coral del Eduardo Hernández Moncada.

 

“La atención se concentró, claro está, en el bajo Rossi-Lemeni, a quien justamente se ha presentado como un excepcional actor-cantante. Nosotros resumiríamos su personalidad diciendo que es un artista extraordinario, un artista de genio tan singular que hipnotiza al público con su personalidad sin darle tiempo a reparar en sus deficiencias vocales. Así es Rossi-Lemeni. No posee una voz maravillosa, ni siquiera realmente notable… Pero su personalidad artística sí es realmente extraordinaria. Su intervención en el segundo cuadro del primer acto tuvo momentos de dramatismo tan intenso que crisparon al espectador en la butaca, y creemos que pocas veces se ha justificado la ópera como arte teatral en el Boris. Séanos permitido exponer y constatar simplemente el papel triunfal que desarrolló Salvatore Baccaloni en el “Varlaam”, impresionando por magistral encarnación de este papel (…) El papel de “Gregorio” encontró muy buena personificación en el tenor Campora… Lo mismo podemos decir de la Nicolai, que siguió siendo la diva ítala en la “Marina”. El grupo mexicano participó con éxito halagador en la representación. José Sosa encarnó ejemplarmente al príncipe Shuiski y el “Inocente” del segundo acto. El equipo de bajos se completó con éxito singular a base de Roberto Silva, que tuvo la mejor de las actuaciones que le hemos escuchado, y de Ignacio Ruffino, que realizó con su acostumbrada maestría el oficial de policía. (…) Belén Amparán como “Teodoro” (sic) hizo un papel sencillamente perfecto, acompañada por la soprano Cristina Trevi, como Xenia. El maestro De Fabritiis cosechó, al fin, la ovación que estábamos esperando desde hacía tiempo para él. Los coros, bajo la también acertada batuta de Hernández Moncada, ofrecieron un rendimiento sorprendente. La dirección escénica de Moresco; la preparación, de Messina. Apuntador, Zanolli, repetidores, Ávila y Montiel. Escenografía y vestuario, un éxito redondo de López Mancera…” (José Luis Tapia. El Universal, julio de 1953).

 

“De ahora en adelante se tendrá que decir al hablar de ópera México, antes y después de Boris. Nunca en la historia de la ópera en nuestra ciudad se había tributado semejantes ovaciones, ni individualmente a los cantantes, ni al conjunto al terminar la obra. Solamente la Callas había tenido mayor número de llamadas. Rossi-Lemeni enloqueció al público y no conté las veces que al terminar la función salieron todos los artistas al proscenio; la Nicolai en Marina, Cámpora en Dmitri, Baccaloni en Varlaam y Silva en Pimen, todas las segundas partes salieron muchísimas veces, solos y en conjunto, y al final se tributó una ovación especialísima a de Fabritiis, Moresco y Toño López Mancera que tal vez obtuvo el mayor triunfo de su carrera como escenógrafo. Tengo que mencionar a José Sosa quien efectuó un trabajo magistral en el Shuiski y en el idiota del acto de la floresta… (Carlos Díaz Du-Pond. Cincuenta años de ópera en México).

 

El elenco de Boris Godunov en Bellas Artes en 1958, encabezado por Nicola Rossi-Lemeni

 

La misma producción se volvió a escenificar en 1958 y en 1961, también en italiano:

1958: Concertador: Antonio Narducci / Escena: Riccardo Moresco / Escenografía: López Mancera / Director coral: Jesús Durón. Elenco: Nicola Rossi-Lemeni (Boris), Nicola Zaccaria (Pimen), Concepción Valdés (Marina), Agostino Lazzari (Grigori-Dmitri), Marco Stefanoni (Varlaam), José Sosa (Príncipe Shuiski-El inocente), Woodrow (La nodriza), Beatriz Aznar/Gilda Cosío (Fiodor), Guadalupe Pérez Aria (Xenia), Roberto Bañuelas (Chelkalov) y Salvador Novoa (Missail). Orquesta y Coro de la Ópera de Bellas Artes.

1961: Concertador: Odysseis Dimitriadis / Escena: Désiré Defrèré / Escenografía: López Mancera / Directores corales: Mario Tagnini y Manuel Gómez / Coreografía: Tulio de la Rosa y Nellie Happee. Elenco: Tiyt Kuusik (Boris), Nicola Moscona (Pimen), Belén Amparán (Marina), Umberto Borsò (Grigori-Dmitri), Fernando Corena (Varlaam), Plácido Domingo (Príncipe Shuiski-El inocente), Woodrow (La nodriza), Maritza Alemán (Xenia), Guadalupe Solórzano (Fiodor), Bañuelas (Chelkalov) y Novoa (Missail). Orquesta de la Ópera de Bellas Artes, coros, también el de niños, del Departamento de Música y Ballet de Cámara.

 

“Tiyt Kuusik, intérprete de Boris, cautivó con la belleza de timbre de su voz, transparente, acariciante, emotiva y tempestuosa, y de gran potencia y amplitud. Desbordante de ternura en su despedida de su hijo, se agiganta en la escena de sus alucinaciones pavorosas, en su demencia y en su muerte. Muy merecidas las prolongadas ovaciones que se le tributaron (…) Belén Amparán… Encanta el timbre de su voz, y es constante su seguridad en toda la extensión de su registro. Canta y actúa en “Marina” con absoluto dominio de la escena (…) El bajo Fernando Corena y el tenor Salvador Novoa dan breve pero excelente versión de “Varlaam” y “Misail”. Impresiona Plácido Domingo, al disipar las dudas del usurpador sobre el asesinato del pequeño Zarevitch. Su voz refleja fielmente sus diversas impresiones al repasar el crimen. Los escenarios de López Mancera, muy apropiados, dando un ambiente bizantino en general…” (Carmen G. de Tapia. El Universal Gráfico, 11 de agosto de 1961).

 

Ígor Stravinski 1882-1971

 

Edipo Rey de Ígor Stravinski, compositor, director de orquesta y pianista ruso, que de ruso solo tenía el acta de nacimiento, se estrenó en 1964 por Ópera Nacional que fue concertada por Luis Sandi, escena de Díaz Du-Pond, escenografía de López Mancera y dirección coral de José Ignacio Ávila con el tenor Jorge Lagunes Ortiz (Edipo), la mezzosoprano Aurora Woodrow (Yocasta), el barítono Roberto Bañuelas (Creón), el bajo Humberto Pazos (Tiresias), además de Eduardo del Campo (El pastor)e Isidoro Gavari (Un mensajero), con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro del Departamento de Música.

 

“Después de La señor en su balcón, escuchamos con interés una agradable música de la ópera Oedipus Rex, de Stravinski, dirigida por el maestro Sandi y la Orquesta Sinfónica Nacional, que tocó muy bien en los dos pequeños actos que tiene la obra. Actuación muy superior, cantando con seguridad sus partes, que estuvo a cargo de un elenco bien seleccionado como Jorge Lagunes, Aurora Woodrow, Roberto Bañuelas, Humberto Pazos, Eduardo del Campo e Isidoro Gavari, quienes colaboraron con entusiasmo para que se lograra una realización de esta obra, que con gusto volveríamos a escucharla…” (Rafael Fraga. El Universal, 19 de julio de 1964).

 

Y tres años después, se estrenó cantada en español en una versión de Elizabeth Larios, El ruiseñor de Stravinski bajo la batuta de Salvador Ochoa, puesta en escena de José Antonio Alcaraz y escenografía y vestuario de Graciela Castillo del Valle, interpretada por María Luisa Salinas (El ruiseñor), Jorge Lagunes (El pescador), Lucila Columba (La cocinera), Roberto Bañuelas (El emperador), Arturo Nieto (El chambelán), Salvador Palafox (Bonzo), Margarita González (La muerte), Rogelio Álvarez, José Luis Magaña y Luis de Magos (Tres embajadores) y Claudia Muñoz y Jorge A. Nava (Los niños), con la Orquesta y Coro de la Ópera de Bellas Artes.

 

“En primer término, José Antonio Alcaraz es uno de los personajes exóticos que pueblan nuestro mundo artístico. Ha transitado por la literatura, el teatro, la crítica, la música y ahora incurre en la ópera. Su actividad no conoce el descanso: organiza un buen número de conciertos a la semana, escribe «textos» y produce algunos sonidos concretos. No sin cierto temor esperábamos su participación en estas representaciones. Nuestra inquietud ha terminado: la puesta en escena de El hijo pródigo y El ruiseñor está llena de hallazgos, de inquietudes, de sangre joven. Cierto es que no son muy nuevas las ideas de intercalar diapositivas dentro de la acción ni de mostrarnos pirandellianamente desnudo un escenario teatral que, poco a poco, se va poblando de elementos, pero lo importante es que esas ideas funcionan especialmente en estas dos horas estáticas, que tienden a la completa inmovilidad (…) Por otra parte, Alcaraz permitió a los cantantes un movimiento ágil que en nada perturbaba sus facultades vocales sino que, por el contrario, las favorecía… De los cantantes, sobresalió María Luisa Salinas en el papel de ruiseñor. Ella es dueña de una voz tersa, sumamente agradable y de buena técnica, que le permitió salvar exitosamente las trampas preparadas por Stravinski…” (Juan Vicente Melo. La Cultura en México, suplemento semanal de Siempre¡, 19 de julio de 1967).

 

La misma producción se repuso en la temporada 1970 de Ópera Nacional de Bellas Artes, prácticamente con el mismo elenco.

“El programa de Ópera Nacional el viernes último comprendió dos óperas relativamente cortas: El Ruiseñor, de Stravinski, con texto castellano de Elizabeth Larios, y Las mamilas de Tiresias, de Poulenc, traducción de Salvador Novo y Miguel García Mora. En ambas actuó como director el maestro Salvador Ochoa. En El Ruiseñor, cabe elogiar ante todo la fastuosidad de la “mise en escéne”, con espléndidos trajes. La dirección escénica (José Antonio Alcaraz), salvo algunos detalles, tuvo imaginación, movimiento, buenos efectos de luz, etc. Destacamos la primorosa voz de María Luisa Salinas, en su papel de “ruiseñor”. Otra soprano, Marina Argelia López, con una delicada voz y buena actuación, hizo una graciosa “cocinera”. La musicalidad de Roberto Bañuelas se puso de manifiesto en el personaje del emperador…” (Junius. Excélsior, 19 de julio de 1970).

 

Eugenio Oneguin de Chaikovski se volvió a ver y escuchar en 1969 en la temporada de Ópera de México y la Asociación Musical Daniel que fue cantada en ruso e italiano y que dirigió Luis Herrera de la Fuente, con escena de Renzo Frusca y José Ignacio Ávila como responsable coral. Vladimir Anisimov (Eugenio Oneguin), Radmila Bakocevic (Tatiana), Lubomir Bodurov (Vladimir Lenski), Louise Pearl (Olga), Boris Shtokolov (Príncipe Gremin), Aurora Woodrow (Larina), Osbelia Hernández (Filipjevna), Alberto Hamin (Triquet), Rogelio Vargas (Zarecki) y José Luis Magaña (Un capitán), con el apoyo de la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro de la Ópera de Bellas Artes y el Ballet Clásico de México.

 

“Con la representación de la ópera Eugenio Oneguin, de Chaikovski, terminó la breve temporada de Ópera de México. Tuvimos oportunidad de escuchar a notables cantantes… bajo la muy acertada dirección musical del maestro Luis Herrera de la Fuente, la Orquesta Sinfónica Nacional tuvo excelente participación en el éxito y nos hizo deleitarnos con las bellezas instrumentales de esta ópera. Eugenio Oneguin contó también con la colaboración del Ballet Clásico de México, cuya labor fue muy valiosa (…) Excelente impresión causó la soprano rusa Radmila Bakocevic, que tuvo a su cargo el papel de Tatiana, especialmente en la escena de la carta… El tenor Lubomir Bodurov, de constitución bastante robusta, tiene una voz de oro, brillante y de una afinación admirable, que usó con talento en su soliloquio del segundo acto, antes de perecer en un duelo, en que faltó la sensación dramática requerida. El barítono Vladmir Anisimov, que tuvo a su cargo el papel de Oneguin, cumplió nada más. La mezzosoprano Louise Pearl cantó el papel de Olga y lució bien su colocada voz en los escasos lugares que la partitura le permitió hacerlo. El bajo Boris Shtokolov recibió la ovación de la noche al terminar su aria del tercer acto, revelando una voz pastosa, potente y de grato timbre. Las segundas partes encargadas a artistas mexicanas estuvieron muy atinadas, especialmente Alberto Hamin y Osbelia Hernández…” (Juan S. Garrido. Revista Siempre!, noviembre de 1969).

 

Jorge Lagunes cantó Eugenio Oneguin en Bellas Artes en 2008

 

En 2008 (Mayo 25, 27 y 29 / Junio 1*), Eugenio Oneguin se escenificó por la Ópera de Bellas Artes en el Palacio de Bellas Artes antes de su remodelación, por lo que quedará en el registro como la última ópera en el “viejo” y hermoso palacio de mármol. 

Fue concertada por Iván Anguélov, escena de Horacio Almada, escenografía de Mauricio Trápaga y Horacio Almada, dirección coral del también barítono Leszek Zawadka y coreografía de Marco Antonio Silva, que contó con las voces del barítono Jorge Lagunes (Eugenio Oneguin), hijo del tenor del mismo nombre que hemos mencionado en páginas atrás, las sopranos Karine Babajanian e Irina Bikulova (Tatiana), el tenor Arturo Chacón-Cruz (Vladimir Lenski), la mezzosoprano Guadalupe Paz (Olga) que realizaba su debut en Bellas Artes con este rol, el bajo Mikhail Svetlov (Príncipe Gremin), Belem Rodríguez (Larina), Mayté Cervantes (Filipjevna), Mario Hoyos (Triquet) y Konstantin Jadán (Zarecki-Un capitán), con el Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y Tandem Compañía de Danza.

Otro estreno ruso sucedió en 1985 (Febrero 3, 7, 10 y 12), presentado por la Compañía Nacional de Ópera: The Rake’s Progress (La carrera de un libertino), de Stravinski que dirigió Francisco Savín con una maravillosa puesta en escena, escenografía, iluminación, vestuario, coreografía y dirección coral, cuyos responsables fueron Ludwik Margules, Alejandro Luna, Lucile Donay, Nora Manneck y Antonio González.

La parte vocal, espléndida también fue encomendada a Evan Bortnick (Tom Rakewell), Margarita Pruneda (Ann Trulove), Roberto Bañuelas (Nick Shadow), Enrique Leff (Trulove), Estrella Ramírez (Baba la Turca), Margarita González (Mamá Ganso), Rafael Sevilla (Sellem), Enrique Rodríguez (Un guardia) y Juan Carlos Colombo (Narrador). Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes.

 

“¿Libertinos a mi? Nítida, opulenta, imaginativa, concisa fue la puesta en escena de Ludwik Margules para la Carrera de un libertino, ópera de Ígor Stravinski en su estreno mexicano. ¿Qué le faltó? Un sentido del humor más pronunciado, traducir en términos visuales toda la desfachatada y alegre sabiduría de la partitura, así como el espléndido libreto de W. H. Auden. Aun así, la destreza formal de Margules, el impecable acabado de trabajo y el no menos importante de Alejandro Luna como escenógrafo, logrando gracias a su limpieza, trazo certero, capacidad atmosférica así como sabia distribución de planos y personajes sobre el foro. Cuando un binomio como el integrado por Margules y Alejandro Luna llega al foro de Bellas Artes, la ópera cobra plenitud como género al desplegar mucha de su riqueza virtual. Para ello, la colaboración que implicó el desempeño de Francisco Savín como responsable de la parte musical fue preciosa, básica.
“El elenco fue por lo general magnífico (apenas pequeños desniveles vocales pueden señalarse), dados los evidentes dones de algunos entre los y las participantes. Tres destacan: Estrella Ramírez, Roberto Bañuelas y Margarita Pruneda. Contribución decisiva la suya lo mismo en vertientes musicales que de canto (no es igual), o actuación… Elogiar a Roberto Bañuelas es una de las tareas más gratas que pueda autoasignarse el cronista… Otro tanto puede decirse de Margarita Pruneda: Anne Trulove constituyó para ella un campo fecundo de experimentación, en que fue capaz de —con inteligencia extrema— dar cuerpo a numerosos detalles atractivos, manifestantes de esa aleación singular producida cuando teatro y música se articulan mutuamente, en un proceso de ósmosis hasta hacerse felizmente indivisibles.
     “Contra cierta opinión generalizada, ha de asentarse aquí que el tenor Evan Bortnick cubrió el papel protagónico en forma satisfactoria sin grandes brillos o virtuosismos quizá, como hubiera podido hacerlo Ignacio Clapés o Flavio Becerra… Por lo contrario la idea de integrar pasillos y vestíbulo al ámbito de la acción teatral, así como meter la escena del burdel en un carromato resultan inoperantes. No muy felices. Savín demostró su maestría y flexibilidad respiratoria con que sabe traducir los pasajes más complejos: sea rítmicamente o en texturas. La Orquesta del Teatro de Bellas Artes sonó como en sus mejores días…” (José Antonio Alcaraz. Revista Proceso, núm. 435, 4 de marzo de 1985). 

 

La misma producción se escenificó en 1986 con algunos cambios en el elenco, destacando la inclusión del tenor Ramón Vargas que interpretó magistralmente a Tom Rakewell. El otro cambio fue el barítono Leszek Zawadka como Nick Shadow.

 

“En cuanto a los cantantes, algunos de ellos fueron los mismo del año anterior, y otros son nuevos en los papeles; comenzaremos por el tenor, Ramón Vargas, quien nos ha dado una muy grata sorpresa; nos pareció excelente; mucho mejor que el norteamericano que vino a darnos a conocer la obra; creemos que es la rama de tenores una de las más prometedoras de la nueva generación (…) Vargas tiene un bella y primorosamente timbrada voz, nada débil, y es muy musical, muy entonado y muy cuadrado; también actúa con sobriedad y con estudio de su personaje; a pesar de ser tan ingrato su papel. En cuanto al barítono polaco Leszek Zawadka, una vez nos ha convencido de su excelencia; ya lo hemos escuchado en otros papeles, y en conciertos, y observamos que va a más; tiene una voz rica y amplia…” (Rafael Solana. Revista Siempre!, núm. 1714, 30 de abril de 1986).

 

The Rake’s Progress se cantó nuevamente en 2020 la batuta de Iván López Reynoso, escena de Mauricio García Lozano, escenografía de Jorge Ballina, dirección coral de James Demster, vestuario de Jerildy Bosch e iluminación de Rafael Mendoza con este elenco: Emilio Pons (Tom Rakewell), la soprano Marina Monzó (Anne Trulove), excelente soprano, Thomas Dear (Nick Shadow), Carla Lopez-Speziale (Baba la Turca), Armando Gama (Trulove), Gabriela Thierry (Mamá Ganso), Andrés Carrillo (Sellem) y José Manuel González Caro (Custodio del manicomio).

 

Anatoly Kotscherga cantó los roles de Boris y Pimen en Bellas Artes en 1997

 

Pero regresemos a Boris Godunov de la que, 36 años después, escuchamos selecciones en forma de concierto, en la administración artística de Gerardo Kleinburg, con el gran bajo ucraniano Anatoly Kotscherga, quien interpretó, sentado en una silla de ruedas, los roles de Boris y Pimen, de manera colosal. Una semana antes de la función, programa para el domingo 9 de noviembre, Kotscherga fue asaltado para intentar robarle un reloj, recibiendo un disparo en una pierna. Una semana después, ante su propia insistencia, Kotscherga no canceló y salió al escenario en silla de ruedas y puño en alto. De esto da cuenta detallada el periodista Pablo Espinosa.

 

“Kotscherga fue asaltado y por ello se canceló la ópera Boris Godunov. El cantante de ópera ucraniano Anatoli Kotscherga sufrió un asalto el sábado pasado en la Zona Rosa de la ciudad de México, durante el cual resultó herido en una pierna. Era la estrella principal del elenco que representaría, el domingo pasado en Bellas Artes, la versión concertística de la ópera Boris Godunov, de Modesto Mussorgsky. Dicha función fue suspendida y será repuesta el domingo 16 en el mismo foro, si el cantante cuenta con la autorización médica en que confía… La confirmación definitiva se dará a conocer el miércoles 12 a través de los medios de comunicación… (Pablo Espinosa, La Jornada, 11 de noviembre de 1997).

 

Y así sucedió, dándose el concierto el 16 de noviembre en donde Kotscherga estuvo acompañado de Ludmila Semciuk (Marina), Julio Julián Domínguez (Grigori-Dmitri), José Guadalupe Reyes (El inocente), Petr Alkhimovitch (Varlaam-Chelkalov), Jaime González (El príncipe Shuiski-Missail), Arturo Rodríguez (Mitiukha-Lavitsky-Rangoni), Konstantin Jadán (Boyardo Krushov), Carmen García Chavarin (Fiodor) y Sergio Soto (Chernikovsky), con el Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, concertados por Guido Maria Guida y dirección coral de Joseph Böck, tarde mágica de ópera en donde se estrenó en México la versión original orquestada por Mussorgski y cantada en ruso.

 

“Puño en alto, silla de ruedas, gran coro diez solistas, música alucinatoria… El protagonista de estas efemérides: el cantante ucraniano Anatoly Kotscherga, cuya tesitura (bajo) y rendimiento artístico (fuera de serie) lo elevan al rango de unicidad como intérprete idóneo de la partitura cuya consecución es anhelo para innúmeros intérpretes y la gloria para los pocos en el planeta que -es el caso de Kotscherga- rebasan los límites de lo convencional para ubicarse en otras dimensiones… “Emite Anatoly Kotscherga notas graves desde su garganta, y la voz cañón retumba entre los mármoles y rebota contra los plexos solares de quienes, perplejos, lo escuchamos. Una dramaturgia inconmensurable habitando una garganta… La lista -pléyade- de los bajos que han enaltecido este papel operístico creado por otro hombre descomunal, Mussorgsky, tiene en Anatoly Kotscherga continuidad y actualidad. Pocos Boris, pero suficientes…” (Pablo Espinosa. La Jornada, noviembre de 1997).

 

En junio de 2013, la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Carlos Miguel Prieto realizó en forma de concierto dos audiciones de selecciones de Boris Godunov (Junio 21 y 23) con la dirección coral de Fernando Menéndez director de Enharmonia Vocalis, que cantaron Nikita Storojev (Boris Godunov-Pimen y Vaarlam), Margaret Lattimore (Marina), John Daniecki (Grigori-Dmitri) y Octavio Pérez Bustamante (Chelkalov).

 

Nicolái Rimski-Kórsakov (1844-1908)

 

Otra ópera rusa que se estrenó en nuestro país fue Mozart y Salieri, de Rimski-Kórsakov en 2008 con dos presentaciones (Julio 9 y 11) en la Sala Angélica Morales de la Escuela Superior de Música del INBAL y en el Antiguo Palacio del Arzobispado por la agrupación Solistas Ensamble de Bellas Artes que dirigía Rufino Montero, puesta en escena de Óscar Tapia y Eric Fernández al piano, que interpretaron el tenor Mauricio Esquivel (Mozart) y el barítono Enrique Ángeles (Salieri).

Una puesta más de esta ópera en un acto con libreto tomado del drama de Aleksandr Pushkin se escenificó en 2020 por Escenia Ensamble y dirección escénica de Ragnar Conde con el tenor Alonso Sicarios-León (Mozart), Enrique Ángeles (Salieri) y el Coro Filarmónico Universitario dirigido por Juan Ernesto Villegas. Esta función fue en el Teatro San Benito Abad, en Lago de Guadalupe, Cuautitlán Izcalli, Estado de México.

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