Personajes de ópera que no cantan
Los libretos de ópera están llenos de personajes importantes para el desarrollo de la trama, que son mencionados pero nunca aparecen ni cantan… He aquí una muestra, ilustrada con una selección de carteles creativos de distintos teatros del mundo.
Carmen (Georges Bizet) — La madre de Don José
Don José, originario de Navarra, es cabo en el regimiento de los Dragones de Alcalá en Sevilla. Está enamorado sin control de la gitana Carmen que trabaja en la fabrica de cigarros; es una mujer bella, pero sobre todo libre.
El cabo cumple sus obligaciones militares lejos, geográficamente, de su madre porque su presencia invisible nunca está ausente de Don José.
La madre de Don José, a quien no se ve físicamente en el transcurso de la ópera, posee un carácter inalterable con el que intenta crear conciencia y presión en su hijo.
Su primera aparición es a través de Micaëla, una joven a la que acogió al quedar huérfana y que se ha hecho novia de Don José. Micaëla llega hasta el regimiento para buscar a Don José: la envía su madre que le ha escrito una carta a su hijo y algo más valioso: un beso cariñoso para su hijo que Micaëla sella en la frente de Don José. Ella es la representante moral de la madre, lleva los encargos impregnados en el alma y el corazón.
La escena en el dúo entre ellos: “Es tu madre quien me envía”. Don José le responde: “Háblame de mi madre…”
La mayor parte de lo que Micaëla y Don José cantan está relacionado con la madre. Al final del dúo, Micaëla le deja la carta y le dice que volverá. “Léela. Luego volveré…”. Micaëla se va y no aparecerá nuevamente hasta el tercer acto.
Don José lee la carta y se contesta a sí mismo como si hablara con su madre frente a frente: “No temas, madre mía. Tu hijo te obedecerá. Amo a Micaëla y la tomaré por esposa…”
El amor por Carmen crece en la mente y el deseo de Don José. Deja el ejército y para no perder a la gitana se une a la camarilla de contrabandistas, amigos de Carmen. Pero ella se ha enamorado del torero Escamillo y la pasión por Don José ha desaparecido por completo.
Micaëla regresa buscando a Don José, que está en las montañas en acalorada pelea con Escamillo y con Carmen. Representando a su madre adoptiva, Micaëla le suplica a Don José que regrese con ella: “Vengo a buscarte. Allá lejos hay una cabaña donde no deja de llorar una madre. Tu madre…”
Los celos consumen a Don José que se niega a dejar a Carmen, pero Micaëla endurece la atadura: “Tu madre se muere… y no querría morir sin haberte perdonado…” El personaje invisible toma fuerza y Don José se marcha con Micaëla, no sin antes amenazar a Carmen.
Lo que sigue es historia, muerta la madre, imaginamos, Don José sigue a Carmen hasta la plaza de toros en Sevilla para asesinarla.
La fanciulla del West (Giacomo Puccini) — Nina Micheltorena
Esta mujer que regentea un burdel llamado Las Palmas fue amante de Dick Johnson (alias “Ramerrez”) y, despechada por haber sido abandonada, lo delata, enviándole a Ashby —agente del banco Wells Fargo— una carta en donde le revela el escondite de “Ramerrez”.
Cuando llega el cartero a la polka de Minnie y le ha entregado la carta a Ashby, éste le pregunta: “¡Cartero! ¿Conoces a una tal Nina? ¿Nina Micheltorena?”
Minnie, que ha escuchado la pregunta, se adelanta contestando: “Es una falsa española, nativa de Cachuca, una sirena que usa el carbón de humo para pintarse lánguidos ojos… ¡Pregúntales a los muchachos!”
Ashby le muestra la carta a Jack Rance, el Sheriff, y le dice que esa noche “Ramerrez” estará en la horca, pues en la carta Nina Micheltorena le dice conocer la guarida del bandido, invitándolo para que vaya a La Palma. Rance lo previene diciéndole que no confíe en Nina Micheltorena. Ashby le contesta: “¿Venganza de mujer enamorada? Aun así, Rance, tengo la invitación…”
Minnie se enamora de un forastero, que resultará ser Dick Johnson (“Ramerrez”). Jack Rance, enamorado también de Minnie, buscará lleno de celos apresarlo. En el tercer acto, Ramerrez es capturado y a punto de ser colgado, pero Minnie lo rescata.
Nina Micheltorena seguirá en La Palma y los buscadores de oro frecuentándola. Nadie muere en esta ópera, cosa rara en Puccini.
Fedora (Umberto Giordano) — Conde Vladimir Andrejevich — Wanda — Valerian
Desarrollada en el siglo XIX en la Rusia zarista, la historia inicia con la plática que sostienen los sirvientes del conde Vladimir Andrejevich, quien es hijo del jefe de la policía secreta, sobre su próximo matrimonio con la princesa Fedora Romazov, que sin duda ayudará a saldar las deudas del conde, un vividor que por interés aceptó casarse, mientras Fedora sí le profesa un amor que la ciega de la realidad.
Fedora llega a la mansión para buscar a su prometido y poco después irrumpe la policía, junto con el detective Gretch, el doctor Lorek y el diplomático De Siriex que lleva mortalmente herido al conde. Se sospecha de Loris Ipanov, un terrateniente vecino al palacio que había robado una carta que una mujer había llevado al palacio, dirigida al conde.
Debido a las heridas, el conde muere y Fedora jura vengarse. Como estrategia, Fedora quiere enamorar a Loris, que no ha podido ser detenido, para obtener pruebas y poder arrestarlo.
Fedora organiza una gran fiesta en su palacio, a la que Loris ha sido invitado. De Siriex está sorprendido al ver a Loris y Fedora le explica que eso forma parte de su plan. Fedora escribe una carta anónima a la policía, acusando a Loris y a su hermano Valerian del asesinato de Vladimiro.
Con una estrategia amorosa, Fedora logra que Loris confiese su crimen. Loris le cuenta que el conde era amante de su esposa Wanda, que fue quien había enviado la carta al conde y que el robó. Fedora, enamorado de Loris, cree en su palabra.
Meses después, Loris y Fedora viven felices en Suiza. De Siriex llega a visitar a Fedora para informarle que el hermano de Loris, Valerian, fue asesinado por la policía rusa por lo que la madre de Loris murió de dolor al enterarse de la noticia.
Arrepentida por haber denunciado a Loris, Fedora le pide perdón. Loris la rechaza y la princesa Fedora toma un veneno suplicando el perdón de su amado Loris.
Florencia en el Amazonas (Daniel Catán) — Cristóbal Ribeiro da Silva
En el puerto de Leticia, Colombia, el vapor El Dorado recibe a sus pasajeros que viajarán a través del Amazonas para escuchar a la célebre cantante de ópera Florencia Grimaldi, que se presentará en la reapertura del teatro en Manaos, que ha mantenido su vida privada totalmente alejada de la prensa. La misma Florencia viaja de incógnito en el vapor. Entre los pasajeros se encuentran Paula y Álvaro, una pareja que desea salvar la monotonía su matrimonio, además de la periodista Rosalba, que está escribiendo una biografía sobre Florencia Grimaldi.
La razón principal para Florencia, más allá de cantar nuevamente, es encontrar al amor de su vida, cuya pasión desató sus extraordinarios poderes de expresión vocal, Cristóbal Ribeiro da Silva, cazador de mariposas que se perdió en la selva buscando a la musa esmeralda.
El capitán anuncia la llegada al puerto de Manaos, pero no podrán desembarcar porque el cólera se ha propagado por toda la ciudad. Florencia invoca a Cristóbal y, resuelta a no perderlo nuevamente, se transforma en mariposa y va en su busca.
“Escúchame, Cristóbal mi voz vuela hacia ti como un ave y se cierne sobre el amor del mundo. De ti nació mi canto, de entre tus manos que en sueños y despiertas, veneran mariposas. Sé que me escuchas en la vida o la muerte. Si no lo escucharas no sonaría mi canto. Te siento palpitar en las alas de cada mariposa y en cada brillo verde, en el viento, en el agua, en el fondo de la selva, en la vida o la muerte”.
Gianni Schicchi (Giacomo Puccini) — Buoso Donati
La ópera Gianni Schicchi transcurre en Florencia, Italia, en el año 1299. Buoso Donati, un acaudalado comerciante, ha muerto y los miembros de su familia, cuales buitres desesperados, se dan a la búsqueda del testamento, descubriendo con horror que el patriarca de la familia ha legado su fortuna a un convento de frailes. Rinuccio, parte de la familia Donati, llama al conocido estafador Gianni Schicchi para urdir un plan…
Gianni Schicchi sí existió y tras emigrar a Florencia, en la época de Dante Alighieri, sacó a flote sus habilidades para efectuar el robo de identidad de Buoso Donati, que también existió.
Schicchi bosqueja la idea, maravillosa por demás, de hacerse pasar por un Buoso Donati “moribundo pero lúcido” y dictar un nuevo testamento en donde dejará los bienes a quien Simone —primo de Buoso— ordene, recordándoles que de ser descubierta la usurpación, el ejecutor y sus cómplices recibirían la amputación de una mano y el destierro de Florencia.
Ante el notario, Gianni Schicchi, usurpando el puesto de Buoso Donati, deja a Gianni Schicchi las más importantes riquezas, incluida una mula, la casa y los molinos de Signa.
Es así como este singular personaje, Gianni Schicchi, es mencionado y condenado por Dante al infierno en su Divina comedia. La historia dice que Buoso Donati fue uno de los cinco estafadores florentinos que Dante Alighieri cita en su Divina comedia, ubicándolo en el séptimo hoyo del Infierno, sin conocerse qué fue lo que robó.
Al final del canto XXV de la Divina comedia, se cuenta sobre la transformación entre una serpiente y un hombre, siendo este último un tal Buoso, que se transfigurará en reptil. Se hace mención, además, de un Buoso Donati quien firmó una petición de paz entre las facciones de los guelfi y ghibellini planteada por el Cardenal Latino en 1280 y que se cree fue nieto del homónimo Buoso Donati “il vecchio”, metamorfosis de Gianni Schicchi.
Antes de finalizar la ópera, Gianni Schicchi se dirige al público: “¿Díganme señores, si el dinero de Buoso podía terminar mejor? ¿No es así? ¡Por esta bromita me arrojaron al Infierno… ¡así sea! Pero con permiso del gran padre Dante, si esta noche se han divertido, concédanme… ¡un aplauso!”.
Tosca (Giacomo Puccini) — La marquesa [Giulia] Attavanti — Napoleón Bonaparte — Michael von Melas — Reina Maria Carolina de Nápoles — Roberti
Roma, 14 de junio de 1800. La marquesa Attavanti es hermana de Cesare Angelotti, un perseguido político que acaba de fugarse de la prisión del Castillo de Sant’Angelo y que ha llegado a la iglesia Santa Andrea del Valle en donde su hermana ha escondido bajo una pila de agua bendita una llave para que se refugie en la capilla familiar, en donde le ha dejado ropas femeninas para que intente huir de Roma.
La Attavanti había sido vista por el Sacristán rezando en la iglesia, ignorando su verdadera identidad, sin embargo cree reconocerla en el cuadro de María Magdalena en el que trabaja el pintor Mario Cavaradossi, amante de la cantante y actriz Floria Tosca, que llega a visitarlo y llena de celos le reclama el parecido de la Magdalena con la marquesa Attavanti.
Cuando Tosca se marcha, prometiendo regresar, Angelotti sale de la capilla y es reconocido por Cavaradossi como ex cónsul de la republica romana y le ofrece ayuda para que se refugie en su casa de campo. El cañón del castillo de Sant’Angelo anuncia la fuga y Cavaradossi decide llevar personalmente a Angelotti a su casa.
Scarpia, jefe de la policía romana que está enamorado de Tosca, llega a la iglesia descubriendo que una capilla está abierta en donde han encontrado un abanico con el emblema de la familia Attavanti, sugiriéndole a Tosca, que ha regresado a buscar a Cavaradossi, que éste se ha marchado con la marquesa Attavanti. Llena de ira y celos, Tosca se va a la casa de campo para sorprenderlos.
Al iniciar el acto II, en el Palacio Farnese se celebra, fuera de escena, una fiesta que la Reina Maria Carolina ofrece en honor del general Melas, que no está presente. En esa recepción Tosca ha sido invitada para interpretar una cantata de Giovanni Paisiello.
Existe una gran agitación política por la batalla que se libra entre Napoleón Bonaparte y Michael von Melas. La batalla de Marengo se llevó a cabo el 14 de junio de 1800 en Spinetta Marengo, una pequeña localidad cercana a la ciudad de Alessandria, en el Piamonte italiano, que condujo a la victoria al ejército francés comandado por Bonaparte en contra del ejercito austriaco dirigido por el general Melas.
Tosca, que ha sido llamada al despacho de Scarpia, intenta salir para pedir clemencia a la reina, pero Scarpia amablemente le dice: “No voy a violentarte. Eres libre. Adelante… pero, la esperanza es vana, ¡la Reina concedería su gracia a un cadáver!
Scarpia espera noticias, mismas que escucha de uno de sus agentes policiacos:
Sciarrone: “Excelencia, ¡qué noticia!…
Scarpia: ¿Qué significa esa mirada afligida?
Sciarrone: ¡Un mensaje de derrota!
Scarpia: ¿Qué derrota? ¿Cómo, dónde?
Sciarrone: En Marengo. ¡Bonaparte es el vencedor!
Scarpia: ¿Y Melas?
Sciarrone: No. ¡Melas está huyendo!
Cavaradossi, que ha escuchado la noticia de la victoria de Napoleón, lo celebra: “¡Victoria! ¡Victoria! ¡Llega el día de la venganza que hace a los cobardes temblar! ¡Vuelve la libertad! ¡Las tiranías colapsan!”
Sabemos que Cavaradossi ha sido apresado por los agentes de Scarpia y que es torturado para dar información de Angelotti; que Tosca, ante el suplicio que esta sufriendo su amado, revela el escondite de Angelotti [el pozo del jardín] quien, al verse rodeado por la policía, se suicida. Spoletta: “Excelencia, Angelotti, ante nuestra llegada, se suicidó”.
Roberti, un verdugo a las órdenes de Scarpia, tiene una intervención mínima, pero muy violenta. Es el encargado de torturar a Cavaradossi para que revele el escondite del prófugo Angelotti.
Aparece en escena en el acto II y Scarpia dicta estas órdenes: “Que vengan Roberti y el Juez fiscal”. Spoletta y cuatro esbirros introducen a Mario Cavaradossi; después entran Roberti, el Juez con un escribano y Sciarrone. (A Roberti): “Primero, las formas ordinarias… Luego… como yo lo indique…”. “¿No ha sido suficiente esta prueba? ¡Roberti, continuamos…! “¡Más fuerte! ¡Más fuerte…!
Cuando Tosca revela el escondite de Angelotti para que detenga la tortura de Cavaradossi, Scarpia ordena al verdugo: “Basta, Roberti”.
Tosca acepta la propuesta sexual que le hace Scarpia a cambio de salvar la vida de Cavaradossi y proporcionarle un salvoconducto para salir de Roma, teniendo que haber un fusilamiento simulado para guardar las apariencias, promete Scarpia, que escribe el salvoconducto. Tosca toma un cuchillo de la mesa en donde Scarpia había cenado momentos antes y, cuando éste se acerca a ella, saboreando lo que considera su gran triunfo, Tosca lo asesina clavándole el cuchillo en el pecho; después le quita el salvoconducto al cadáver y sale de la habitación.
Finalmente, Cavaradossi es asesinado durante el fusilamiento, última venganza de Scarpia. Tosca se suicida lanzándose desde lo alto del castillo de Sant’Angelo.
La traviata (Giuseppe Verdi) — Bianca (en la novela de Dumas), hermana de Alfredo Germont
Giorgio Germont, al enterarse de que su hijo Alfredo vive en unión libre con una muchacha —Violetta Valéry— de dudosa reputación, la visita para pedirle, casi a exigirle, que se aleje de su vástago, pues ese concubinato pone en riesgo el matrimonio de su hija, hermana del Alfredo, además de dañar el apellido Germont.
El encuentro comienza así:
Germont: Señorita Valéry.
Violetta: Soy yo.
Germont: Soy el padre de Alfredo.
Violetta: ¡Usted!
Germont: ¡Sí, del incauto que va a la ruina hechizado por usted!
Entonces Violetta le hace saber a don Germont que es ella la que sostiene económicamente la casa y que ama sinceramente a Alfredo, pero Germont insiste, hablando amorosamente de su hija:
“Pura, parece un ángel, Dios me ha dado una hija. Si Alfredo rehúsa volver al seno familiar, el amado y joven amante que deberá desposarla rechazará esta unión que nos devolvería la felicidad. Que vuestro corazón no sea insensible a mis plegarias…”
Violetta, habrá de sacrificar ese amor para que la jovencita Germont sea feliz. Abandona a Alfredo y regresa con su amante el Barón Duphol. Alfredo los encuentra y maldice a Violetta, arrojándole un puñado de billetes, pagando así lo que ella gastó en él.
Sabemos que Violetta está enferma y muere en brazos de Alfredo y el remordimiento del viejo Germont, que se muestra arrepentido.
Tristan und Isolde (Richard Wagner) — Sir Morold — Tantris
Sir Morold, el caballero irlandés, prometido de la princesa Isolde, fue muerto por Tristan en la batalla de Cornualles. En ese combate, Tristan resultó herido y para ser atendido por Isolde, que posee poderes curativos, se oculta bajo el nombre de Tantris. La princesa descubre un trozo de la espada de Morold en el cuerpo del herido, delatando que no es Tantris sino Tristan. Isolda intenta asesinarlo al verlo indefenso, pero en ese instante Tristan la ve directamente a los ojos e Isolde no puede matarlo.
Una vez recuperado, Tristan se marcha y regresa poco tiempo después para llevar a Isolde en su barco y casarla con su tío, el Rey Marke.
Ante la traición de Tristan, Isolde le pide a su doncella Brangäne que prepare un elíxir letal que ella misma beberá con Tristan, que no ignora que en la copa hay veneno, pero no se niega a beber. Isolde bebe con él sin saber que Brangäne sustituyó el elíxir de muerte por el de amor. A pocos minutos quedan atrapados en una fuerte atracción, extasiados de amor.
Tiempo después, Tristan es herido de muerte por Melot, caballero del rey que hace que este descubra con sus propios ojos, el amor de Tristan e Isolde.
Tras morir Tristan, Isolde se transfigura y muere de amor en uno de los momentos más sublimes y perfectos en la literatura operística.
Turandot (Giacomo Puccini) — Pu-Tin-Pao — Princesa Lo-u-Ling
Así como se pueden tener secretarias o secretarios privados, asistentes, médico o enfermera de cabecera, peluquero, masajista, etcétera; la princesa Turandot tiene su verdugo personal. Se llama Pu-Tin-Pao y es el símbolo de la muerte en el reino sangriento de Turandot.
Es mencionado reiteradamente por el pueblo sumiso que, sediento de sangre, le llama para que ejecute el mandato de la muerte que Turandot decreta.
El Mandarín Imperial anuncia que el Príncipe de Persia tuvo fortuna adversa por no adivinar los tres acertijos que propuso Turandot y que, al salir la luna, por manos del verdugo morirá. Entonces el pueblo grita: “¡Que muera! ¡Sí, que muera! ¡Queremos el verdugo! ¡Rápido, rápido! ¡Que muera! ¡Al suplicio! ¡Si no apareces, te iremos a despertar! ¡Pu-Tin-Pao, Pu-Tin-Pao! ¡A palacio! ¡A palacio!”
Y después, observando el cielo: “¡Un resplandor inunda el cielo… su luz mortecina!
¡Pu-Tin-Pao! ¡Ha salido la luna! Pu-Tin-Pao…”
Turandot, la princesa de hielo, carga un resentimiento contra los hombres, especialmente hacia los extranjeros. Por ello se inventó el ritual, cual juego del calamar, de quien pretenda su amor deberá pasar una difícil prueba que consiste en responder a tres enigmas. El que los resuelva tendrá su amor; de lo contrario, morirá decapitado.
En su aparición vocal en el acto II, narra brevemente lo que su abuela la princesa Lo-u-Ling padeció: “En la época que todos recuerdan hubo espanto…” ¡El reino vencido! ¡Y Lo-u-Ling, mi abuela, fue arrastrada por un hombre como tú (se refiere al príncipe desconocido, Calaf, que está ante ella para “jugar” a los acertijos por su amor), por un hombre extranjero como tú, en aquella noche atroz en que se apagó su fresca voz!
“¡Oh, príncipes, que en largas caravanas desde todos los rincones del mundo vienen hasta aquí a jugarse la suerte, yo vengo en ustedes aquella pureza, aquel grito y aquella muerte! ¡Extranjero! ¡No tientes a la suerte! ¡Los enigmas son tres, la muerte una!
Sabemos que el príncipe resuelve los tres enigmas y logra, después de muchas contrariedades, como el suicidio de Liù, el amor de Turandot en un final de ópera de cuentos de hadas.