La flauta mágica y La Cenicienta en el Lunario
La ópera para niños regresará al Lunario del Auditorio Nacional, en una breve temporada de ocho funciones en las que el recinto ubicado en Paseo de la Reforma #50 ofrecerá en colaboración con Pro Ópera AC La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart y La Cenicienta de Gioachino Rossini, en versiones especialmente pensadas para el público infantil.
Así se dio a conocer este martes 9 de julio, en una conferencia de prensa en la que también se detalló que el primer título subirá a escena los domingos 21 y 28 de julio a las 13:00 y 17:00 horas, mientras que en el mismo horario podrá disfrutarse la segunda obra, los domingos 4 y 11 de agosto.
Durante el encuentro con los medios de comunicación se presentó un adelanto de ambas óperas, fragmentos que dieron pauta para conocer a los intérpretes, al equipo creativo, así como los pormenores estilísticos de los montajes.
La producción y dirección de escena de estas obras —que forman parte del ciclo Lunario niños, “creado por Lunario del Auditorio Nacional con el objetivo de ofrecer propuestas originales e innovadoras dirigidas al público infantil—, correrá a cargo de Rodrigo Caravantes, con dirección vocal de la mezzosoprano Cassandra Zoé Velasco y dirección musical del maestro Andrés Sarre, con participación del pianista Amaury Ríos.
Para La flauta mágica, Caravantes ideó una colorida propuesta con tendencias del manga y el anime —expresiones gráficas y de animación japonesas—, con proyecciones y vestuario que se basan en el diseño del ilustrador mexicano Raúl (Rulo) Valdés, quien ha colaborado para firmas de la mayor importancia como DC Studios y Marvel.
Este título —el último del catalogo mozartiano—, estrenado en Viena en 1791, que cuenta con libreto en alemán de Emanuel Schikaneder, y que puede entenderse como un cuento de hadas donde el bien lucha contra mal a través de un camino iniciático de los protagonistas, contará con un elenco integrado por el tenor Ricardo Estrada (Tamino), las sopranos Arisbe de la Barrera (Pamina/Papagena) y Ana Rosalía Ramos (Reina de la noche), el bajo Carlos Adrián Hernández (Papageno) y el bajo Ricardo Ceballos (Sarastro).
El art nouveau y el art déco son los estilos artísticos que Rodrigo Caravantes eligió, en cambio, para la puesta en escena de La Cenicienta de Rossini, ópera estrenada en Roma en 1817 con libreto de Jacopo Ferreti, basado en el clásico cuento de Charles Perrault. Este título será estelarizado por la mezzosoprano regiomontana Alejandra Gómez y contará con las voces del tenor Édgar Villalva (Príncipe Ramiro), los barítonos Carlos Suárez (Dandini) y Abel Pérez (Don Magnífico), así como de las sopranos Mariana Ruvalcaba (Clorinda) y Diana Mata (Tisbe).
Para este ciclo, tanto La flauta mágica como La Cenicienta se adaptaron para que la duración de las funciones ronden alrededor de una hora con diez minutos, con la intención de no sobreexigir la atención y paciencia de los chiquitines. Para compensar esa reducción músico-dramática y, en rigor, para introducir y motivar al público infantil por las historias y el espectáculo, ambos títulos contarán con la inclusión escénica de una narradora, la Niña Concertino, que será interpretada por la actriz de teatro y televisión Mariana Estrada.
Los fragmentos presentados a la prensa resultaron atractivos, dinámicos y abrieron expectativas por presenciar ambas propuestas integrales.
Creación de público
“Tanto José Luis Barros, Presidente de Pro Ópera A.C., como Ricardo Calderón, Director Ejecutivo de la asociación, se distinguen por su interés en el quehacer operístico de México y ambos tienen la intención de generar nuevas audiencias. Entonces, qué mejor que acercarnos al público infantil”, explica la mezzosoprano Cassandra Zoé Velasco, directora vocal de este ciclo de funciones que será presentado en el Lunario del Auditorio Nacional.
“Nos dimos a la tarea de buscar un equipo creativo que nos pudiera apoyar en la producción de La flauta mágica y La Cenicienta, dos títulos muy divertidos y muy conocidos en el ámbito operístico. Así fue como dimos con Rodrigo Caravantes, que tiene una gran creatividad y compromiso con la ópera, y con el maestro Andrés Sarre, un personaje ya muy conocido en el ámbito operístico nacional, porque ha trabajado con una enorme cantidad de cantantes mexicanos”, detalla Zoé Velasco, artista que se ha presentado en los escenarios más importantes de nuestro país y también ha desarrollado su carrera vocal en teatros como el Metropolitan Opera de Nueva York.
La intérprete, que de igual forma funge como Gerente de operaciones de Pro Ópera, habla así de la integración de los elencos para estas presentaciones: “Por supuesto que también hicimos un proceso de audiciones para traer a estos proyectos la mayor calidad posible con cantantes muy jóvenes, pero ampliamente experimentados, quienes están en proceso de desarrollo y obteniendo excelentes resultados en las competencias nacionales. Espero que podamos ponerles mucha atención, pues parte de mantener la ópera viva es impulsar la carrera de las nuevas generaciones”.
Cercanía con las infancias actuales
“La flauta mágica, que será el primer título que estrenaremos, está ubicada en la manga japonesa —comenta el director de escena Rodrigo Caravantes—. Como podrán ver en la pantalla de fondo y en la caracterización de los personajes de la obra, estamos dando un contexto muy distinto del original, con la intención de que sea muy atractivo para los niños”.
El creativo reconoce que, como adultos que disfrutamos del arte lírico, estamos muy interesados en que el público infantil también se acerque a la ópera, pero que a la vez les resulte un arte atractivo y entretenido. “Y qué mejor para ello que elegir un tema como la manga japonesa, que los niños actuales ven todo el tiempo y les resulta familiar en su tipo de imágenes. Entonces, llevamos creativamente esta ópera con Raúl Valdés, que es el ilustrador, y un equipo creativo en el que también está Patricia Gutiérrez, Aurelio Palomino y Leobardo Márquez, a este universo manga para que fuera mucho más cercano a las infancias actuales”, ahonda Caravantes, quien hace un par de semanas, en el Teatro Ángela Peralta de Mazatlán, Sinaloa, se encargó de la puesta en escena de L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti, con la particular traslación de las acciones a un hospital psiquiátrico.
Sobre su propuesta para La Cenicienta, el director explica que la ubica “en un espacio en art déco y art nouveau, que le parecen de las corrientes artísticas más importantes, porque en ellas todo se vuelve orgánico y atractivo. A mí me interesa en lo personal ese tipo de momento en la historia que, por ejemplo, vemos plasmado en la colonia Roma o en el Palacio de Bellas Artes, pues confío en que a los niños les será muy cercano y actual”.
Una semillita que perdure
“El proyecto de estas producciones es padrísimo porque es muy redondo. Así ha sido este compromiso con Pro Ópera desde el inicio”, relata el director musical Andrés Sarre. Uno de los objetivos de presentar estos títulos, continúa, es apoyar a los nuevos talentos. “Y la realidad de los cantantes es que no les basta el salón de clases, pues el escenario es el verdadero maestro al final del día”.
Es así como Pro Ópera ha apoyado las carreras de muchos cantantes mexicanos que hoy incluso actúan fuera del país, contextualiza el maestro Sarre. Y abunda: “Además, han tenido muy buen colmillo para escoger los perfiles indicados para apoyar dentro y fuera de las aulas. Eso es algo que a mí me gusta mucho de este tipo de proyectos, igual que las propuestas del maestro Caravantes, quien se fija mucho en la personalidad de los personajes”.
Cada uno se distingue, como en la vida, explica el director musical, que también estará al piano en algunas funciones. “No es solo que abran la boca y ya. Por ejemplo, en La flauta mágica hay dos sopranos igual que en La Cenicienta, pero cada una de ellas es muy diferente”.
Sarre también comparte la magia que de pronto ha surgido en el proceso de ensayos de estas producciones: “Si estamos en una gran producción de Viena, la Scala o la Bastilla, no necesariamente tienes garantizado que te la vas a pasar bien o vas a lograr emociones. Sí, vas a gastar mucho más, eso seguro. Nosotros, en algún ensayo, nos hemos emocionado. Sentimos la emoción de la belleza musical. No voy a decir que todo el tiempo, pero sí en algunos instantes. Estos compositores son genios que representan las emociones a través de la música, con estilos muy diferentes; aunque no se parezcan en nada las historias o los contextos”.
Aunque el maestro Sarre acota esa diferencia y encuentra los puntos vinculantes: “Pero si lo pensamos bien, Rossini tiene algo de alemán: por ejemplo, influencia de Haydn o de Beethoven. Las voces son transparentes y las texturas muy claras. Y tanto Mozart como Rossini, con pocos elementos, hacen todo. Eso es muy bonito, porque en ocasiones nos complicamos de más. Y a veces, menos es más. Por eso me atrevo a decir que hacer más con menos es mucho más difícil. Y si se logra que los niños o los papás que los acompañan se emocionen aunque sea un momentito cuando vengan al Lunario a La flauta mágica y La Cenicienta, ya con eso se queda una semillita que puede perdurar en ellos y en su contacto con la ópera”.