Falcon—Aleksandra Kurzak

 

Falcon
Aleksandra Kurzak (soprano)
Morphing Chamber Orchestra; Bassem Akiki
Aparté CD

Con este CD, la soprano polaca Aleksandra Kurzak rinde homenaje a una de las voces más bellas del siglo XIX: Marie Cornélie Falcon (1814-1897), una cantante excepcional, de graves generosos y potentes, casi de mezzosoprano, que era capaz también de alcanzar notas agudas impresionantes, y por lo cual se dio nombre a un tipo de voz muy especial: la “soprano Falcon». 

Tenía un registro vocal muy amplio (La 4 a Re 6) y se sentía a gusto tanto en las partes graves como en las agudas. Fue contemporánea de Pauline Viardot y de su hermana Maria Malibran; Falcon fue una de las estrellas de la ópera francesa, con una carrera tan excepcional como deslumbrante. Sufrió un destino trágico con la temprana pérdida de su voz, dada su temprana incursión en el canto. 

Estrenó dos de las óperas más importantes de esa época: La juive de Fromental Halévy, en la que interpretó a una sublime Rachel en 1835, y el papel de Valentine en Les hugenots de Giacomo Meyerbeer, con el que triunfó en el estreno. Cantó también con gran éxito los roles de Alice en Robert le Diable de Meyerbeer, el papel protagónico de La Esmeralda de Louise Bertin, Amélie en Gustave III de Daniel Auber y Julia en La vestale de Gaspare Spontini, entre muchos otros. 

Hector Berlioz la adoraba y la invitó a participar en varios conciertos interpretando dos de las versiones para orquesta y voz de sus canciones ‘La captive’ y ‘Le jeune pâtrie breton’. Perdió la voz a muy corta edad, a los 23 años, después de haber cantado el rol de Léonor en la ópera Stradella de Louis Niedermeyer. Lo interesante es la marca que dejó en el mundo de la ópera francesa y, gracias a ella, tenemos la noción de la tesitura de “soprano Falcon”. 

Acompañada por la Morphing Chamber Orchestra, bajo la batuta de Bassem Akiki, Aleksandra Kurzak hace una curaduría muy detallada del repertorio que Falcon cantó, asumiendo los papeles que la hicieron famosa, entre ellos Donna Anna en Don Giovanni de Mozart y Adèle en Le Comte Ory de Rossini. Encarna brillantemente los papeles de Cornélie Falcon en un programa tan ambicioso como exigente.

Algo que admiramos de Kurzak es que, después de cantar papeles de soprano coloratura durante 17 años, recientemente ha abordado roles de repertorio más pesados, tales como Tosca, Adriana Lecouvreur, Fedora o Cio-Cio-San en Madama Butterfly pero, al regresar a repertorio más ligero, sigue mostrando una voz brillante, con sobreagudos certeros, brillantes y potentes, además de una coloratura que no ha perdido agilidad. Recordemos que sus primeros discos fueron de arias de coloratura y de bel canto en los que mostraba una facilidad impresionante para las fioriture y para los roles de soprano lírico-ligero. Ahora que Kurzak ha ganado algo de peso y más sonoridad en el registro central y en el grave, nos parece muy afortunado que haya decidido hacer este álbum dedicado a Cornélie Falcon.

Comienza el disco con el aria de Donna Anna ‘Crudele? Ah, no mio bene … Non mi dir, bell’idol mio’ de Don Giovanni de Mozart. Kurzak aborda el recitativo con emotividad y su fraseo en el aria es verdaderamente exquisito. Flota la voz de manera natural, con un fiato bien cuidado y un fraseo elegante.

Don Giovanni, Mozart: ‘Non mi dir, bell’idol mio’ 

Sigue el aria de concierto ‘Ah Perfido!’, Op. 65 de Ludwig van Beethoven con texto de Pietro Metastasio, compuesta y estrenada en 1796 en Lepizig por la soprano Josepha Duschek. Así como en el aria de Donna Anna, Kurzak canta el recitativo con intensidad dramática, y escuchamos un color más oscuro — pero siempre brillante— en su registro central. Hace matices y dinámicas vocales con sutileza y estilo; tiene una musicalidad a flor de piel. Borda bellamente las frases en el aria ‘Per pietà, non dirmi addio’ y afronta con soltura el final del aria ‘Ah crudel! tu vuoi ch’io mora!’ 

Aborda la ópera francesa con dos arias del personaje de Julia: ‘Toi que j’implore avec effroi’ y ‘Sur cet autel sacré que ma douleur assiège’, ambas del acto II de La vestale de Spontini, estrenada en 1807. Kurzak tiene una dicción francesa impecable que hace que el oyente disfrute no solo la melodía sino también el texto enunciado. El rol de Julia es de gran lirismo, pero requiere también de un centro sólido, de gran flexibilidad vocal, que se expanda en los momentos más dramáticos. La soprano polaca canta con una línea de canto impecable y con una emoción a flor de piel en la primera aria y con la intensidad y el balance de emociones necesarios en la segunda.

La vestale, Spontini: ‘Sur cet autel sacré que ma douleur assiège’ (Julia) 

Siguen la romanza de Rachel ‘Il va venir’ del acto II de La juive de Halévy, un papel que Kurzak debutó en la Ópera Estatal de Baviera con gran éxito al lado de su esposo, el tenor Roberto Alagna, quien cantó el papel de Eléazar. Su voz de soprano lírico puro retrata la inocencia del personaje; le queda muy bien la grand opéra y estos roles tan llenos de grandeza musical, pero a la vez, de humanidad y pureza. 

Pasamos después al recitativo y aria de Valentine, ‘Je suis seule chez moi… Parmi les pleurs, mon rêve se ranime’ de Les huguenots de Meyerbeer, otro momento donde Kurzak hace gala de su timbre lírico, exquisita línea de canto y gran manejo del arco dramático de la escena.

Les Huguenots, Meyerbeer: ‘Je suis seule chez moi… Parmi les pleurs, mon rêve’ 

De la última ópera que cantó Cornélie Falcon, Stradella de Abraham Lois Niedermeyer (1802–1861), escuchamos el recitativo y el aria de Léonor, ‘Ah! quel songe affreux’. Fue una grata sorpresa conocer esta pieza de una obra tan poco conocida. Completamente en el estilo de la grand opéra, con una orquestación más numerosa y densa, expresiva y muy teatral en el recitativo y de gran lirismo en el cuerpo del aria. Kurzak interpreta con gran claridad las partes rápidas en donde muestra la agitación del personaje y hace impecables dinámicas vocales.

Stradella, Niedermeyer: ‘Ah ! quel songe affreux’ (Léonor)

Pasamos después a Gioachino Rossini y es un verdadero deleite escuchar a Kurzak cantar la muy difícil aria de la comtesse Adèle en Le Comte Ory, ‘En proie à la tristesse’. Su voz brilla y se mueve de manera fácil en la chispeante música de Rossini. Las coloraturas y la tesitura tan aguda no son problema para la soprano polaca. En ‘Céleste providence’ hace gala de su agilidad vocal y de su registro agudo con buen gusto, culminando con un sobreagudo deslumbrante. Ojalá hubiera cantado esta ópera varias veces ya que le va de maravilla a su voz. 

Le comte Ory, Rossini: ‘En proie à la tristesse’ 

Un verdadero tino el incluir en el disco la canción ‘Le jeune pâtre breton’, H 65 de Hector Berlioz, publicada en 1835, con un texto de Auguste Brizeux. Falcon participaba en los conciertos como invitada del compositor con esta melodía. Está escrita para una voz más hacia la tesitura de mezzosoprano, usando mucho la parte central del instrumento. Kurzak la interpreta con estilo, acariciando las frases, mostrando una línea de canto elegante.

Cierra el disco con el aria de Agathe, ‘Wie nahte mir der Schlummer… Leise, leise, fromme Weise!’, del acto II de Der Freischütz, J. 277 de Carl Maria von Weber. Muy interesante escuchar a Kurzak cantando en alemán esta ópera romántica que, dentro del cuerpo del programa del disco, embona bien. Es otra aria en la que la soprano hace uso más de su impecable técnica para ilustrar el lirismo del aria. Su mezza voce flota bellamente y su dicción es muy buena. Como comentamos en las escenas de las grand opéras, aquí Kurzak también sabe como ir llevando poco a poco la evolución de la escena, la plegaria y darle atmósfera al aria. El tiempo se detiene al oírla cantar esta escena. 

Hay que resaltar el fabuloso acompañamiento de la Morphing Chamber Orchestra bajo la batuta de Bassem Akiki. En cada aria se nota un trabajo meticuloso y bien cuidado del estilo que deben tener cada una; la orquesta y su director respiran con y arropan a Kurzak, haciendo que su interpretación de cada aria se sienta libre y pulida. El balance que logra Akiki entre cada una de las secciones de los instrumentos hace que el sonido de la orquesta sea brillante, claro y atractivo.

Este disco es una radiografía muy ilustrativa y enriquecedora de cómo pudo haber sido la fascinante y muy portentosa voz de Cornélie Falcon. Un homenaje a una artista que, aunque cantó durante muy pocos años, dejó un legado en todos los roles que estrenó y que cantó. Y qué mejor que Aleksandra Kurzak para dar vida de nuevo a esta cantante a través de las obras que interpretó y llevarnos por un viaje musical desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX.

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