
Il segreto di Susanna—Ermanno Wolf-Ferrari
Lidia Fridman, Omar Montanari
Orchester der Berliner Operngruppe, Felix Krieger
OEHMS Classics
A finales de 2024, el maestro Felix Krieger y la Orchester der Berliner Operngruppe grabaron, bajo el sello OEHMS Classics, un disco que incluye el sabroso intermezzo en un acto Il segreto di Susanna, de Ermanno Wolf‑Ferrari (1876‑1948). La grabación tuvo lugar en vivo en 2021, en la hermosa Konzerthaus de Berlín.
Krieger es ya un viejo conocido del público de São Paulo: en 2022 fue director musical de la sobresaliente producción (especialmente desde el punto de vista musical) de Ariadne auf Naxos, de Richard Strauss, en el Theatro São Pedro. En ese mismo teatro, Krieger había cosechado elogios en 2019 al dirigir La clemenza di Tito, de Mozart. Más recientemente, en octubre del año pasado, participó como director musical y clavecinista en la apertura del festival de los recién formados São Paulo Chamber Soloists: un conjunto de cámara que se ha presentado en el Teatro Cultura Artística y ha ofrecido momentos de refinado deleite musical.
Il segreto di Susanna se estrenó en el Hoftheater de Múnich en diciembre de 1909, con el libreto traducido al alemán y bajo la dirección del célebre Felix Mottl, conocido por sus interpretaciones wagnerianas y por orquestar los Wesendonck Lieder. Según reza el libreto del LP editado por Warner en 1954 (con Angelo Questa y la Orquesta Sinfónica de la RAI de Turín), Mottl habría declarado: “Puede parecer un poco extraño, pero a mi juicio esta es la ópera más wagneriana que conozco.” Esa percepción, aunque sorprendente, resulta reveladora de la profunda huella que Wagner dejó en el joven Wolf‑Ferrari cuando, a los trece años de edad, fue invitado por una tía residente en Bayreuth a asistir al célebre festival wagneriano.
En el libreto del LP de CBS, dirigido por John Pritchard con la Philharmonia Orchestra y las voces de Renata Scotto como la Condesa Susanna y Renato Bruson como el Conde Gil, Barrymore Laurence Scherer relata que, tras su experiencia en Bayreuth, Wolf‑Ferrari no podía apartar de su mente las óperas de Wagner. En palabras del propio compositor: “Las frases musicales llenaban mi cabeza, produciéndome una alegría y un entusiasmo indescriptibles. Pero todo aquel tumulto resultó excesivo para mi joven mente. Enfermé y tuve que interrumpir mis estudios.”
Wolf‑Ferrari nació en Venecia; su madre era italiana y su padre, el pintor alemán August Wolf. Este, preocupado por la salud mental de su hijo tras la experiencia en Bayreuth y deseoso de que siguiera sus pasos artísticos, prohibió que cualquiera hablara de música con él, insistiendo en que debía dedicarse a la pintura. Sin embargo, la música ya había echado raíces en el joven: al trasladarse a Múnich para estudiar dibujo y pintura, pronto ingresó en el conservatorio.
Compuso su primera ópera en 1895; cuatro más siguieron hasta Il segreto di Susanna, entre ellas Le donne curiose (1903) e I quatro rusteghi (1906), ambas basadas en obras de Carlo Goldoni, lo que influyó en el estilo cómico de sus óperas. Aunque Il segreto… comparte con Goldoni la teatralidad basada en el engaño, el libreto de Enrico Golisciani (1848‑1919) presenta una trama más sencilla que las del gran maestro de la comedia italiana.
La ópera tiene solo tres personajes: el barítono Conde Gil, la soprano Condesa Susanna y Sante, un criado mudo. Gil y Susanna, de 30 y 20 años, respectivamente, se han casado apenas un mes antes. Al sentir olor a tabaco en casa y creer haber visto a Susanna en la calle —pese a haberle prohibido salir—, Gil duda de la fidelidad de su esposa. Lo que él ignora es que Susanna fuma a escondidas. Presionado por los celos, Gil acusa a Susanna de ocultarle algo; ella admite tener un vicio que no logra controlar.
Aunque huele a cigarrillo, a Gil no se le ocurre que ese vicio sea fumar; piensa de inmediato en otro hombre: fumador. Al final de la ópera, Gil sale y regresa inesperadamente, sorprende a Susanna con el cigarrillo y se quema la mano con él. Al darse cuenta de que sus celos eran infundados, en un desenlace romántico, pero poco saludable, Gil decide compartir el vicio con su esposa. Juntos cantan: ‘Todo es humo en este mundo / que el viento dispersa, / pero el amor, cuando es sincero y profundo, / fuma, fuma, sin parar.’
Esta deliciosa ópera en un acto, de cuarenta minutos de duración y solo tres personajes, está claramente inspirado en el famoso intermezzo La serva padrona, de Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736). Sin embargo, las influencias musicales de Wolf‑Ferrari van más allá de Pergolesi: se perciben ecos de la ópera bufa italiana, de las últimas óperas de Verdi (como Falstaff), así como de Mozart, Beethoven y hasta Debussy (citada al final).
Inserta en el lenguaje del cambio de siglo, la obra (estrenada en 1906), aunque posee momentos líricos, carece de división en arias. Su fuerza teatral —que no reside solo en los cantantes sino también en la orquesta, que crea un escenario musical imprescindible— es clave para su éxito. Ya en la obertura se aprecia la viveza, la rica dinámica y la sonoridad homogénea de la Orchester der Berliner Operngruppe bajo la batuta de Krieger.
En la primera parte, domina la figura masculina del Conde Gil, encarnado con solvencia por el barítono italiano Omar Montanari, quien ofrece un canto seguro, dicción impecable y una paleta de colores vocales al servicio de la teatralidad, alternando entre la furia del marido celoso y pasajes de gran lirismo.
La segunda parte avanza hacia un desenlace favorable a Susanna; el ambiente se vuelve predominantemente femenino, perceptible tanto en la actuación de Susanna como en la orquestación, donde maderas y solos de violín cobran mayor protagonismo. Un detalle estructural subraya este cambio: al inicio, el celoso Gil se siente seducido por Susanna al escucharla tocar el piano. Esa misma melodía reaparece tanto en el interludio que divide la obra como en el dúo final.
La joven soprano rusa Lidia Fridman presta su voz cálida y envolvente al rol titular. Con papeles que van desde el bel canto —como Anna Bolena de Gaetano Donizetti y Norma de Vincenzo Bellini— hasta los más dramáticos, como Salome de Richard Strauss, Fridman posee la versatilidad y el peso vocal necesarios para interpretar a Susanna. Ella crea un personaje que encarna la sutileza de la joven que sabe manejar a un marido autoritario y celoso con encanto y sabiduría, hasta el punto de lograr que él no solo acepte su maloliente vicio, sino que, aliviado, también desee compartirlo. Con apenas 29 años, Fridman ya pisa, como protagonista, escenarios de renombre, entre ellos el Maggio Musicale Fiorentino y la Ópera de Viena. Es un nombre al que conviene prestar atención.
Il Segreto di Susanna puede escucharse en diversos servicios de streaming, como Spotify, Qobuz y YouTube.
NOTA: Esta envolvente grabación de Il segreto di Susanna, rica en teatralidad y musicalidad, me despertó el deseo de explorar también el disco de la rara ópera Dalinda de Gaetano Donizetti: una sustancial revisión de Lucrezia Borgia (1833) que fue rechazada por la censura napolitana. La partitura se perdió y fue redescubierta apenas en 2019 y grabada a principios del año pasado, igualmente con Krieger al frente de la Orchester der Berliner Operngruppe y con Fridman en el papel principal. El tenor Luciano Ganci participa en el rol de Ildermano.