?? Peter Grimes en Madrid

Allan Clayton como Peter Grimes © Javier del Real

Abril 22, 2021. Siendo Benjamin Britten reconocidamente una de las figuras más relevantes del panorama lírico del siglo pasado, todavía sus reposiciones no son todo lo frecuentes que sería de desear. Así, un recinto como el Teatro Real, que ha sido uno de sus valedores en España, ha tardado un cuarto de siglo en volver a presentar a su público Peter Grimes.

Es cierto que lo hizo con nueva producción que se verá luego en teatros de la importancia de la Ópera de París, el Covent Garden de Londres y el Costanzi de Roma, y que obtuvo un legítimo éxito de público y crítica. El trabajo extraordinario de Deborah Warner para una puesta en escena ni tradicional ni moderna, tan solo excelente y fiel al texto y a la partitura, fue uno de los puntales del acontecimiento por el manejo de actores (el coro en principalísimo lugar), con luces y escena despojadas pero con lo esencial. 

La denuncia de la hipocresía del pueblo, con la excepción parcial o total, aparte del protagonista, de la maestra (Ellen Orford), el viejo capitán (Balstrode) o la propietaria del pub-burdel (La Tiíta), y del desdichado huérfano y aprendiz (John) tuvo sutileza (prólogo y final), pero también brocha gorda (que culminó en el paroxismo del intento de linchamiento de Grimes). No solo los personajes principales fueron detallados al máximo (incluso el personaje mudo de John transmitió una vulnerabilidad poco frecuente en la escena lírica gracias a ese pequeño gran actor que es Saúl Esgueva), sino que la caracterización de Bob Boles (el fundamentalista religioso), Mrs. Sedley (la frustrada que vive de laúdano y chismorreo y bulos) y Ned Keene (el que se burla de todo, pero termina siendo arrastrado a la caza de brujas) fue memorable. 

Escena del coro de Peter Grimes en Madrid © Javier del Real

El otro puntal fue la dirección enérgica y delicada (¡los interludios!) de Ivor Bolton, que se creció en este repertorio con una orquesta entregada y notable, y un coro preparado por Andrés Máspero, que no sólo cantó en un inglés de manual sino que, queda dicho, se movió fantásticamente. Allan Clayton encarnó por primera vez a Grimes y lo hizo con una voz más parecida a la del creador (Peter Pears), pero con una labor escénica que recordaba a Jon Vickers o Kim Begley. Ellen fue Maria Bengtsson, una mozartiana que por eso mismo hizo bien el tercer acto, pero no tanto los dos primeros (en particular en el centro y grave, con una articulación poco clara) aunque sin desnivel en su labor escénica. 

Christopher Purves cantó y actuó un sólido Balstrode, como suele, y también cantantes habituales en Britten y en estos mismos papeles hicieron honor a su fama, señaladamente John Graham-Hall (impactante Boles), Rosie Aldridge (Sedley), Catherine Wyn-Rogers (Auntie o la Tiíta), Jacques Imbrailo (un resonante Ned), aunque todos estuvieron estupendos (citemos todavía el Swallow del bajo Clive Bayley). 

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