Aida en Los Ángeles

Escena de la producción de Aida en Los Ángeles © Cory Weaver

Junio 2, 2022. Aida de Giuseppe Verdi es la última producción escénica de la temporada de la Ópera de Los Ángeles. Aunque estadísticamente esta ópera es una de las diez más representadas, y Verdi es el compositor que lidera en la representación escénica de óperas de su autoría, a nivel global, el repertorio operístico es tan vasto y las posibilidades de los teatros para programar son tan amplias, que incluso un título tan importante y popular como este puede pasar 16 años ausente de un importante escenario estadounidense como este, sin considerarse un descuido u omisión del teatro.

Habitualmente se espera que la reposición de un título de este calibre requiere de una opulenta, interesante o estimulante producción escénica y un sobresaliente elenco vocal. Aquí, ambos requisitos se cumplieron, aunque no de una manera absolutamente convincente en la parte escénica. Partiendo de la premisa de que la trama, con los personajes de Aida, puede suceder en cualquier lugar o tiempo (el libreto de la ópera no especifica un periodo preciso) y con la intención de cambiar un poco la idea o la concepción que el público tiene de la ópera cuando ocupa su butaca (pensando en Egipto, con realeza, militares, guerreros, esclavos etíopes, etcétera), es donde nace la idea de la producción vista en esta función, de crear una ambientación moderna y cercana al espectador. 

Así, el montaje (estrenado hace seis años en San Francisco y coproducido con los teatros de Washington, Seattle y Minnesota) trasladó la escena a un lugar y a un tiempo indeterminado y abstracto, y cada escena a lo largo de la función contó con los diseños e instalaciones de RETNA (Marquis Duriel Lewis), reconocido artista contemporáneo angelino, por su arte con el graffiti, quien ideó un marco indudablemente atractivo con jeroglíficos y garabatos en intensos colores blancos, azules, amarillos y rojos al fondo del escenario y en diferentes telones que colgaban sobre el escenario. La iluminación estuvo a cargo de Mark McCulloug. Si bien los diseños lucían de estilo oriental, bajo el entendido de que no se trataba de una Aida tradicional, las cosas comenzaron a enredarse más de lo necesario en la parte visual y estética del espectaculo, con las escenografías de Michael Yeargan quien, basándose en los diseños de RETNA, creó instalaciones que parecían árboles en un bosque; o colocando tarimas a cada lado del escenario donde se situó el coro en la escena de la entrada triunfal de Radamès, donde el espacio se fue reduciendo, al punto que el escenario lucía por momentos excesivamente cargado y abigarrado. 

Latonia Moore (Aida) y Russell Thomas (Radamès) © Cory Weaver

Poco ayudó la elección de vestuarios de Anita Yavich, de diferentes épocas: elegantes trajes de militares para los egipcios, o de guerrilleros para los etíopes, como tampoco las coreografías y ballets clásicos dentro del ambiente moderno. Poco espacio quedó también para una verdadera dirección escénica por parte de Francesca Zambello, y para una libre expresión actoral de los artistas, que lucieron inciertos y por momentos abrumados y sobreactuados. 

La parte musical fue superior, gracias a la entusiasta, dinámica y segura conducción de James Conlon, quien conoce bien este repertorio y que dirige con intensidad y emoción, sabiendo exprimir y optimizar las cualidades de los músicos de la orquesta, de la que es su titular, y de su consideración por las voces. La soprano Latonia Moore como Aida, papel que ha cantado en innumerables ocasiones, demostró dominio vocal, con una voz cálida, elegante en su expresión y conmovedora en la emisión de agudos como en sus pianos. El tenor Russell Thomas dejó constancia de un canto brillante, comunicativo y de adecuada proyección. En su debut en el papel de Radamès ofreció un resultado muy satisfactorio. 

Una grata sorpresa fue contar con la presencia de Melody Moore, quien personificó a una intensa Amneris con profunda y bien matizada voz, y con la justa medida de actuación y dramatismo. Correctas estuvieron las intervenciones del bajo Morris Robinson como Ramfis, George Gagnidze como Amonasro y Peixin Chen como el Rey de Egipto. No se puede olvidar el aporte que tiene el coro en Aida, y en esta ocasión el de la Ópera de Los Ángeles, dirigido por Grant Gershon, estuvo a la altura de las exigencias requeridas. 

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