?? Aida en París, via streaming

Sondra Radvanovsky fue Aida en París © Vincent Pontet

Febrero 18, 2021. Jonas Kaufmann (Radamès) acertó su interpretación vocal en la escena del Nilo, en el tenso diálogo con Amneris del 4 acto, y afrontando la muerte al lado de su amada Aida. Se notó alguna irregularidad en el aria inicial (¿qué hubiesen dicho los entendidos de la Scala?), los momentos heroicos, ciertamente justos, salieron un pelín forzados, y el cantante, que no es precisamente un gran actor, manifestó alguna molestia por las opciones dramáticas impuestas en momentos de movimiento de masas. En total, brindó un Radamès más lírico que heroico. Añádase que sus tres comprimarios no le dejaron pizca de posibilidades de error ni de duda.

Sondra Radvanovsky (Aida), liberada casi por completo de obligaciones dramáticas, como se verá, pudo centrar toda su atención en el canto. Su emisión justa, segura, de ancho diapasón y timbre estable, testimonió el sólido carácter de la esclava. Los ataques en piano, bellísimos, la seguridad en el registro grave y la claridad de sus agudos dieron fe de la calidad de la cantante. Qué decir de Ludovic Tézier, sino que su interpretación de Amonasro fue sencillamente imperial, como era de esperar. El barítono francés hizo gala además de una perfecta dicción italiana.

La revelación de la velada fue sin embargo Ksenia Dudnikova, la mezzo rusa, vista antes en París solo fugazmente. Su interpretación de Amneris, hecha de potencia, seguridad, firmeza de timbre y expresión dramática justa, dieron al personaje una profundidad psicológica raramente conseguida en los escenarios.

Jonas Kaufmann como Radamès © Vincent Pontet

Poco se dirá de Dmitry Belasselskiy (Ramphis), quien se limitó a cumplir, como de Salomon Howard, que alguna dificultad mostró en su interpretación del Re.

Completaron el reparto con arte y ciencia Alessandro Liberatore y Roberta Mantegna. El coro, bien preparado por José Luis Basso, estuvo bien presente en la primera mitad de la obra. La orquesta de la casa, conocedora de la partitura, se mantuvo fiel a las indicaciones de Michele Mariotti, un buen conocedor de la obra de Giuseppe Verdi.

Para esta producción de la Opéra Bastille, Lotte de Beer trasladó la acción al momento histórico de la creación de la ópera (1871), siguiendo, como tantos otros, los pasos de Jorge Lavelli (Faust en 1975). Hizo del personaje de Aida un muñeco articulado (Radvanovsky se limitó, pues, a cantar) y situó lo principal de la acción en un museo. Sustituyó los ballets por momentos de ajetreo y reemplazó la esperada marcha por una docena de cuadros heroicos de carácter militar. Rompió por momentos la solemnidad de las situaciones que la exigían, dando a entender que lo prosaico puede hallarse muy cerca de lo solemne. ¿Por qué no?

 

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