Attila en Londres

Attila en concierto en la Royal Opera House de Londres © Tom Parker

Julio 19, 2022. Volvío la no muy frecuentada ópera de Verdi al Covent Garden en dos únicas representaciones, la primera en medio de un calor endemoniado. Esta vez, la dirección de Speranza Scappucci resultó mucho menos interesante, más uniforme e invariablemente fuerte, al punto que a veces hasta el coro (excelente cuerpo preparado por William Spaulding) fue cubierto y los elementos más íntimos parecieron desatendidos (aunque el brillo de la orquesta del Teatro es indudable). La articulación del sonido no fue siempre clara. Pero para momentos incomprensibles la Odabella de María José Siri, quien tiene un buen agudo, aunque metálico, un grave escaso y las medias voces —en origen de una soprano lírico—, son ahora un caso raro, mientras las agilidades distan de ser exactas y el trino brilló por su ausencia. En esta era de sustituciones y cancelaciones, reemplazó a Sondra Radvanovsky.

Tampoco Joseph Calleja se hizo presente y, en su lugar, se presentó Stefan Pop, de bello timbre, notas agudas forzadas, momentos del papel de Foresto al parecer poco preparados (luego del dúo con Odabella su intervención descendió mucho hasta el concertante del segundo acto).

De Ildar Abradzakov, a quien he visto como a Samuel Ramey tres veces en este papel, repetiré lo dicho en su momento en Barcelona, añadiendo solo que al principio pareció algo incómodo en la zona grave: “Su protagonista impactó en el aspecto vocal y también en el interpretativo […]: brilló en todo momento, pero naturalmente el que le valió una ovación ensordecedora fue su gran escena del primer acto, con una cabaletta doble antológica.”

Por cierto que esta vez tuvo enfrente a un notable antagonista en el Ezio del polifacético Simon Keenlyside, un barítono al que no se suele pensar asociado a este tipo de papeles, pero que, salvo un grave algo abierto en algunos pasajes, resultó un prodigio de fraseo y de emisión. Estimable, el tenor Egor Zhuravskii en Uldino, el confidente del huno que también lo traiciona, y correcto, aunque un tanto tirante, el bajo Alexander Köpeczi, que encarnó, según el programa, a León, un general romano, cuando hasta ahora sabíamos que era el papa León I. Tal vez haya intervenido aquí también lo políticamente correcto, aunque me pregunto por qué.

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