Carmen en Toronto

Joyce El-Khoury como Micaëla y Marcelo Puente como Don José en Carmen en Toronto  © Michael Cooper

Octubre 22, 2022. Como segundo título de su temporada de otoño, la Canadian Opera Company presentó la taquillera ópera Carmen de Bizet en la atractiva producción escénica Joel Ivany, reuniendo un elenco estelar compuesto de interesantes cantantes locales e internacionales.

A cargo del personaje protagónico, Rihab Chaieb fue una cigarrera gitana totalmente creíble y desbordante de sensualidad, que conquistó al público incluso antes de empezar a cantar, por su bella estampa y su desenvoltura escénica. Vocalmente, la mezzosoprano tunecina-canadiense se movió como pez en el agua en su parte, exhibiendo una voz de atractivo color, flexible y homogénea, de bellos graves, brillante centro y agudos fáciles. Su naturalidad en el fraseo, su intencionalidad en el decir y la sensibilidad que imprimió a su canto fueron solo algunos de los muchos méritos de una caracterización inmejorable. 

No le fue en zaga la soprano canadiense de origen libanés, Joyce El-Khoury quien, con una voz de supremo lirismo, rica en acentos dramáticos y cuidada musicalidad, concibió una magistral paisana Micaëla. En el joven tenor Marcelo Puente, la parte del militar devenido bandido encontró un intérprete de viriles acentos, voz generosa y dúctil y un canto nada avaro de detalles y refinamiento. Ya desde el inicio, pudo vislumbrarse, a través de los toques dramáticos con los que dio color a su voz, tanto la inestabilidad emocional que le provocó su encuentro con la protagonista, y presagiarse el trágico final que se avecinaría. Su aria ‘La fleur que tu m’avais jetée’, cantada con una emotividad a flor de piel, un fraseo impoluto y unas medias voces de supremo buen gusto, le dieron a la noche uno de sus mejores momentos vocales y un merecido éxito personal para el tenor argentino. 

Con buena presencia escénica, convincentes medios vocales y algunas pizcas de arrogancia, el barítono americano Lucas Meachem supo capitalizar al máximo el impacto que provocó con su canción del toréador ‘Votre toast, je peux vous le rendre’, para meterse al público en el bolsillo y ganarse merecidamente su parte en la atronadora ovación que coronó los saludos finales. 

El veterano Alain Coulombe aportó mucho oficio y unos medios vocales aun competentes para la parte del teniente del regimiento Zuniga. Alex Halliday fue un sargento Moralès muy destacable, cuyo nombre conviene seguir de cerca. Cumplieron los demás, con eficacia y profesionalismo, de entre los que destacaron particularmente las gitanas Frasquita y Mercédès de Ariane Cossette y Alex Hetherington y el contrabandista Remendado del prometedor Jean-Philippe Lazurre.

El coro de la casa, al que se le sumó esta vez también el de niños, dio una nueva lección de preparación, precisión y solidez bajo la atenta dirección de la siempre eficiente Sandra Horst.

Al frente de la orquesta de la casa, el director de orquesta canadiense Jacques Lacombe hizo una lectura contrastante: explosiva, de tiempos rápidos y vivos en la obertura; y de elaborado y sutil lirismo en los preludios, revelando a través de su dirección la enorme variedad de formas, colores y matices que ofrece la partitura de Bizet. Asimismo, supo ser un gran sostén en el trabajo de los intérpretes vocales. 

La producción escénica que firmó el canadiense Joel Ivany trasladó la acción a algún país militarizado de Latinoamérica en lo que difusamente suponemos podría ser la primera mitad del siglo pasado. Ni la efectiva y dinámica escenografía de Michael Yeargan, ni el vistoso vestuario de François St. Aubin ayudaron a determinar en qué momento histórico se desarrollaba la acción. Probablemente la mezcla de estilos y elementos intente resaltar la atemporalidad de los sucesos narrados por la novela de Prosper Mérimée que dan origen a la trama de la ópera. La excelente dirección escénica, con sus estudiadas marcaciones de los cantantes solistas y de las masas corales fueron determinantes en el exitoso resultado final. El público aplaudió a rabiar un espectáculo que se disfrutó desde la primera a la última nota.

Compartir: