?? Carmen en Xalapa

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Carmen en la sala de conciertos Tlaqná de Xalapa

Octubre 19 y 20, 2019. La apuesta parecía arriesgada. Llevar ópera a un escenario diseñado específicamente para conciertos, sin foso para orquesta, sin telones ni posibilidad de montaje para una producción en toda forma, planteaba toda una serie de inconvenientes. Pero Armando Mora está acostumbrado a enfrentar desafíos, mismos que salva mediante imaginación y deseos de hacer bien las cosas.

Así, con un muy aceptable elenco que convino en participar en la aventura, el auxilio de un breve grupo de especialistas en multimedia y el respaldo de una institución educativa privada —la Universidad de Xalapa—, el baritenor veracruzano se echó a cuestas la responsabilidad de resolver un planteamiento de difícil solución: convertir la sala de conciertos Tlaqná (sede de la Sinfónica de Xalapa) en escenario para Carmen, la célebre ópera de Georges Bizet. El entusiasmo de Armando se vio secundado por un equipo que aceptó de buen talante el reto; el foro debía dar cabida también al conjunto orquestal y la escenografía, y ante la imposibilidad de su colocación acostumbrada, se proyectaría mediante imágenes en formato digital sobre los flancos de la sala. Esto último conllevaba la posibilidad de crear un entorno envolvente de adecuado efecto.

Una vez ofrecidas las dos representaciones, los resultados debemos ubicarlos en el contexto de lo altamente satisfactorio, con la presencia de cantantes jóvenes que abren ante sí un panorama prometedor. Correspondió a la xalapeña Gabriela Flores (finalista en el Concurso Nacional “Carlo Morelli” de México y galardonada con el Encouragement Award de los Metropolitan Opera National Council Auditions), adueñarse del rol principal, que encaja bien en su personalidad. El debut de Gabriela en Xalapa marcó un punto de notable expectación hacia esta integrante del programa para artistas jóvenes Domingo-Colburn-Stein en la Ópera de Los Angeles. 

Escamillo correspondió al barítono costarricense Gabriel Morera, que cumplió con marcada solvencia, al tiempo que Claraliz Mora como Micaëla evidenció la experiencia que a cada jornada cobra. Al tenor michoacano Alejandro García se le asignó doble rol como Moralès y Remendado, mientras que al italiano radicado en México Paolo Pagnozzi tocó recrear a Zuniga. 

Del colmillo retorcido de Armando Mora, ni qué añadir. Su amplia capacidad de organización y trabajo, la labor coordinadora y su desempeño artístico sobre la escena como Don José estuvieron a la altura del enunciado que ha hecho propio: “La ópera vive y vive en Xalapa”.

Comentario aparte merecen las sopranos locales Tania Solís y Rita Hernández, a quienes correspondió encarnar a Frasquita y Mercédès, respectivamente. Ambas apenas en los albores de su carrera, con interesante preparación y experiencia por parte de Tania, así como considerable trayectoria, en el caso de Rita. Pero lo que llamó poderosamente la atención fue su acoplamiento al lado de Gabriela en las partes actorales, independientemente del desempeño vocal, que resultó eficaz a grado máximo. Tania y Rita se adueñaron de sus roles mediante una labor de naturaleza casi proverbial, cada una metida en la piel de su personaje, con expresiones corporales y gesticulares —sobre todo en Rita— que complementaron sensiblemente su desempeño. Hay en estas artistas excelentes cualidades y la posibilidad de enormes oportunidades posteriores.

El conjunto orquestal cumplió con dignidad, pese al severo inconveniente para Lanfranco Marcelletti de ubicarse de espaldas a los cantantes. Finalmente, es de reconocerse el empeño de la rectoría en la Universidad de Xalapa para impulsar y promover el acontecimiento.

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