Clase magistral con Elīna Garanča

«La personalidad recia y carismática de Elīna Garanča, además del conocimiento apabullante de su instrumento y la manera en que lo utiliza para producir el sonido y la interpretación, de seguro que marcaron una buena experiencia en los jóvenes…»

Marzo 7, 2023. La mezzosoprano letona Elīna Garanča ofreció una clase magistral en el Auditorio de la Universidad Panamericana (UP), en la que de igual manera participó el director de orquesta estadounidense de ascendencia armenia Constantine Orbelian. La actividad se realizó en el contexto de la segunda visita de la cantante báltica a nuestro país, en la que se presentó en el Palacio de Bellas Artes y, días después, en Monterrey, Nuevo León.

Observar el despliegue de facultades de una intérprete referencial de la lírica en el escenario, como sin duda lo es Elīna Garanča, puede cautivar de tal manera que no siempre se repare en que su arte es, entre otros elementos que se conjugan, virtuosismo, dominio técnico y decisiones estéticas que proyectan una personalidad particular hacia el público.

Aunque el entendimiento de ese mecanismo, acaso su deconstrucción, puede tener un alto valor pedagógico para quien desea fraguar su propio talento, también lo tiene para el observador escrupuloso, el crítico, el melómano o incluso para quien busca también las herramientas más adecuadas para la docencia lírica. Y eso se aprecia, con detalle y transparencia, cuando alguien como Garanča, en su faceta docente, enseña a hacer justo lo que la distingue como una gran cantante.

Es por ello que resultó más que propicio que la Escuela de Bellas Artes de la UP, con apoyo de Arte & Cultura (iniciativa que dirige el maestro Sergio Vela Martínez) del Centro Ricardo B. Salinas Pliego de Fundación Azteca de Grupo Salinas, aprovecharan la presencia de Elīna Garanča en México y organizaran esta clase magistral.

En ella, de manera activa, cinco jóvenes estudiantes de canto pudieron ser escuchados por la mezzosoprano báltica, una de las voces líricas más relevantes de los últimos veinte años a nivel mundial, y recibir de ella diversos consejos, enseñanzas y reflexiones sobre sus voces, el uso de sus cuerpos para cantar e incluso el futuro de sus posibles carreras.

Ese ejercicio académico, que dio inicio con una charla del maestro Orbelian, en esencia consistente en responder variadas preguntas de los asistentes sobre su experiencia en el mundo orquestal y de la dirección, fue presenciado por más de un centenar de personas integrantes de diversas alas de la comunidad músico-vocal de nuestro país, en especial de la Ciudad de México y sus alrededores.

«Con su depurada experiencia de oído y el conocimiento preciso de la fisiología involucrada en el proceso del canto, logró brindar diagnósticos y correcciones puntuales que de inmediato relucieron en los cinco estudiantes.»

De los cinco participantes activos en la clase, tres son estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de la UP, que dirige Gabriel Pliego: el barítono Sebastián Wittmoser Herrera (hijo y alumno del bajo-barítono Carsten Wittmoser y de la maestra Gabriela Herrera); y las sopranos Rossana Ramírez (alumna de la maestra Irasema Terrazas) y Stefany Cruz-Chousal (alumna de la maestra Lourdes Ambriz). Y dos pertenecen al Instituto Superior de Música Esperanza Azteca (ISMEA) dirigido por el concertador y pedagogo Julio Saldaña: Regina Magaña y Ana María Vázquez.

Si bien Elīna Garanča al final abrió una sesión de preguntas y respuestas en la que brindó un panorama general sobre la profesión del canto, las deficiencias, los errores y los vicios comunes en la emisión vocal y cómo intentar resolverlos (aun cuando matizó que en ocasiones eso es complejo porque el cuerpo tiene memoria y es difícil deshacer lo aprendido), lo medular de la sesión se centró en el trabajo que mantuvo con los muchachos participantes, quienes contaron con el soporte al piano del joven maestro Alain del Real. 

Con su depurada experiencia de oído y el conocimiento preciso de la fisiología involucrada en el proceso del canto, logró brindar diagnósticos y correcciones puntuales que de inmediato relucieron en los cinco estudiantes. Es verdad que los señalamientos, las sentencias y medicinas no fueron dulces o condescendientes. Por el contrario, fueron realistas e implacables, al grado de cuestionar de manera estricta ya no se diga la correcta colocación de la voz o su proyección, sino el nivel de los jóvenes, en relación con el tiempo que llevan aprendiendo a cantar.

En sentido general, podría estimarse que los chicos elegidos para la clase no contaban con una formación completa mínima para mostrarse ante la cantante letona y recibir sus apuntes. Eso fue perceptible cuando cantaron su pieza elegida. Pero lo hicieron. Y ello marcó la pauta para que Garanča buscara (y mejor aún encontrara) la forma, las palabras, las metáforas, imágenes y ejercicios para ser entendida mejor por cada uno de los participantes y así conseguir aportarles algo de aprendizaje, que desde luego también se proyectó, en su carácter didáctico, hacia el público oyente.

La personalidad recia y carismática de Elīna Garanča, además del conocimiento apabullante de su instrumento y la manera en que lo utiliza para producir el sonido y la interpretación, de seguro que marcaron una buena experiencia en los jóvenes (la carrera y el reconocimiento que ha cosechado la mezzosoprano la respalda y valida en muchos sentidos). 

Pero, desde luego, la experiencia deja abiertas reflexiones sobre el canto y su enseñanza en México; sobre las fórmulas, esquemas y tiempos académicos de diversas instituciones, que se diferencian no solo en planes de estudio, sino también en sus objetivos y misiones: un conservatorio, una escuela, una facultad, por ejemplo. Los periodos de cosecha son también distintos.

No considerarlo así para sacar el mayor jugo a una clase magistral es exponerse y, acaso, exhibirse o arriesgarse a ser exhibido.

El aprendizaje de esta clase magistral, sin duda, no debería limitarse a los estudiantes activos y pasivos. Sino ser extensivo a toda esa comunidad ahí reunida.

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