Concierto coral en Turín

Gianandrea Noseda dirigió un concierto coral con los miembros de la orquesta y coro del Teatro Regio de Turín

Noviembre 15, 2021. Ante el cierre del Teatro Regio de Turín a mediados del 2021 por remodelaciones (que reabrirá sus puertas en el 2022 con una temporada operística, de ballet y conciertos que durará doce meses), la dirección del teatro ha decidido mantener activos a sus cuerpos estables en diferentes sedes de la ciudad, en un programa de conciertos titulado Regio Metropolitano.

El concierto que reseñamos se realizó en la sala de concierto G. Agnelli-Lingotto de la ciudad. El programa sinfónico vocal incluyó Nänie (la “canción fúnebre” para coro y orquesta), op. 82 de Johannes Brahms, el poema sinfónico Ricardo III de Bedřich Smetana, así como Gesang der Parzen (el canto de las parcas) de Brahms y la Sinfonía no. 8 en Sol mayor, op. 88 de Antonin Dvořák. 

¡Dulzura inmediata! así es la atmósfera que rodea los primeros compases de Nenia de Brahms, con la vital y dinámica conducción de Gianadrea Noseda, antiguo director musical y artístico del teatro quien, envuelto por la emoción, no perdió la atención ni el temperamento que lo ha llevado a los podios más importantes, ofreciendo la majestuosidad de la composición, alcanzando alturas de absoluta excelencia y belleza, considerando que se trata de una orquesta operística. 

El prensado rítmico del tambor resaltó cada pasaje del coro dirigido por Andrea Secchi. El canto coral se tornó celestial, no por la alta asignación, sino por la gran experiencia y fuerza que puede expresar el abrazo musical que la Nenia quiere lograr: el canto fúnebre que llora la belleza que debe morir con los sublimes versos de Friedrich Schiller. 

Con Richard III, obviamente la atmósfera cambió y, luego de un ataque casi minimalista, aunque profundo, la música evolucionó hacia un crescendo mesurado que creó expectación y suspenso, hasta que emergió el corpus de escritura cerebral mezclada con espiritualidad. 

En el majestuoso Canto de las parcas realmente destacó el canto con las yuxtaposiciones de timbre y tonalidad con lo profundo y oscuro de las voces masculinas, enriquecidas por el color plateado de las femeninas. 

La segunda parte del concierto incluyó la Sinfonía no. 7 de Dvořák, donde el baile y lo sinfónico se fusionan con la tradición popular, dando vida a un cuadro de fuerza y vigor insólito. La tormenta de emociones de esta sinfonía se adaptó bien a la dirección de Noseda, capaz de obtener todos los colores de esta música hipnotizante.

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