Concierto Wagner-Strauss en Barcelona

Lise Davidsen cantó las arias de Elisabeth en Tannhäuser © Paco Amaterèdits

Noviembre 13, 2022. En un concierto que una vecina de asiento definió acertadamente como “pasado, presente y futuro” se presentó Lise Davidsen, se despidió Waltraud Meier y reapareció Irène Theorin. Fue con la orquesta del Teatro del Liceu bajo la batuta del director musical, Josep Pons.

En una sala llena pero sin agotar localidades, la primera parte se reservó a Richard Wagner. Empezó de manera inmejorable con la presentación de Davidsen en los dos fragmentos solistas de la protagonista de Tannhäuser, aunque la orquesta se mostró en plena forma solo después de ‘Dich teure Halle’. Realmente impresionante el volumen, la extensión, el color y la expresión, del exultante saludo a la sala al recogimiento de la plegaria.

Apareció luego Meier (de quien el director artístico había recordado que era su despedida de España, aunque luego seguirá por otros sitios), como siempre, elegante y expresiva, pero también con sus medios (que nunca fueron considerables) mermados en volumen y timbre. Ofreció el relato de Waltraute de Götterdämmerung, mucho más en su cuerda que su otrora famosa Sieglinde.

Para concluir la primera parte, un magnífico preludio (muy bien la orquesta y su director) y el ‘Liebestod’ (‘La muerte de amor’) de Isolde en la que nos reencontramos con Theorin en buena forma (quizá la voz algo más grave y opaca en algún momento, pero con agudo firme y final notable).

Irène Theorin y Waltraud Meier cantaron el dueto de Elektra de Strauss © Paco Amaterèdits

Tras la pausa, se ofreció lo mejor de la velada que fueron fragmentos de la Elektra de Richard Strauss. El monólogo de presentación de la protagonista demostró que hoy el personaje le va a Theorin casi mejor que sus más famosos roles wagnerianos, y estuvo brillante en expresividad y vocalmente segura en esa página tremenda (y las que siguieron). Luego vino la escena con Chrysothemis, donde se lució de nuevo Davidsen con una versión fantástica y no sólo de su gran arioso. El ápice de la obra es probablemente el encuentro entre la madre culpable (Klytaemnestra) y su hija vengativa. Meier siempre ha hecho una creación ‘particular’ desde que la encarnó por primera vez (casi siempre en la puesta en escena de Patrice Chereau, pero no en Berlín, donde la vi la última ocasión). Es una dama elegante, reservada, de furia contenida y vocalmente mucho más “íntima” que otras intérpretes. No sé si es lo que pide la parte; a mí me ha convencido siempre a medias, aun admitiendo la “modernidad” del enfoque.

Terminó con un momento (más bien breve pero importante) del final donde Theorin siguió en gran forma y las intervenciones de Davidsen (su ‘Orest!’ final fue alucinante) le dieron la réplica adecuada. Gran éxito y ovaciones interminables, alguna destinada en particular a Meier.

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