Die Fledermaus en Ulm

I-Chiao Shih (Orlowsky) y el Opernchor des Theater Ulm en Die Fledermaus © Jochen Klenk

Octubre 8, 2022. Encantadora, ingeniosa y humorística. Así es como describiría esta nueva producción de una de las operetas más populares, Die Fledermaus (El Murciélago) del Rey del Vals, Johann Strauss Jr., en el Theater Ulm de Alemania.

El director de escena Benjamin Künzel, un verdadero experto en opereta, realizó una deliciosa producción llena de diversión e ingenio, sin cruzarse con el polvoriento cliché de la opereta. Junto con su equipo de producción, Künzel ha situado su Fledermaus en algún lugar de los años 60 del siglo XX. El diseño de escenario es simple pero agradable y el vestuario en su mayoría favorable (Heiko Mönnich), así como la iluminación ingeniosa y nunca sobrecargada (Marcus Denk), incluso han recibido un aplauso del público entusiasta.

Markus Francke (Eisenstein) y Maria Rosendorfsky (Rosalinde) © Jochen Klenk

El libreto de la opereta se basa en el vodevil Le Réveillon de Henri Meilhac y Ludovic Halévy. Aquí nos encontramos con aristócratas, plebeyos y sirvientes que celebran y se divierten en un banquete. Se visten con la ropa de alguien, confraternizan, mienten y fingen ser otra persona. Al final, se revela la verdad y se culpa al champán. Richard Genee y Carl Haffner han adoptado el material para la opereta de Strauss, que se estrenó el 5 de abril de 1874 en el Theatre An der Wien (Austria).

Fiel a estas ideas, Künzel dirigió su atención principal a concentrarse en retratar los personajes humanos sin indagar en la profundidad y dramatismo de los cataclismos políticos y sociales actuales y pasados. Aunque algunos comentarios musicales sutiles sobre situaciones políticas actuales han aparecido aquí y allá, cuando, por ejemplo, la soprano nacida en Ucrania Maryna Zubko y la mezzo nacida en Taiwán I-Chiao Shih cantaron algunos de sus versos en ucraniano y taiwanés, la necesidad de amor, comprensión, perdón y simplemente divertirse, construyen la idea esencial de esta producción.

Maryna Zubko (Adele), Martin Gäbler (Frank), Evelyn Manja (Ida) © Jochen Klenk

El éxito de cualquier función de opereta depende en gran medida de las habilidades canoras e histriónicas del elenco. En Ulm, los cantantes exhibieron un canto brillante en su mayoría, excelente dicción alemana y una interpretación alegre. La soprano Zubko como Adele fue vocalmente lo más destacado de la noche. Convincente como Adele, amante de la diversión, es más del tipo Rosalinde. Por su voz de soprano plena y cálida, sus impresionantes notas agudas, su gran musicalidad y su clara dicción, el público la condecoró con fervientes aplausos y muchos «Brava!». Sus colegas femeninas fueron la soprano Maria Rosendorfsky como una hermosa Rosalinde y la mezzosoprano I-Chiao Shih como el travestido Orlowsky, dio una notable función en lo actoral, pero se mantuvo vocalmente bastante pálida. Markus Franke como el adorable bon vivant Eisenstein, David Pilchmair como el apuesto Dr. Falke tipo Drácula, Joshua Spink, en el papel de Alfredo, parecido a Elvis Presley, y Martin Gäbler, en el papel del director de la prisión, son excelentes cantantes y grandes actores que, sin duda, se divirtieron mucho en el escenario.

El coro del teatro (Hendrik Haas y Nikolaus Henseler) y la orquesta filarmónica contribuyeron en gran medida al éxito de esta función. El director de orquesta de origen griego Panagiotis Papadopoulos asumió desde el principio la dirección musical, revelándose como un auténtico especialista en opereta. En resumen, una tarde fantástica en el teatro de Ulm y una buena razón para visitar esta una de las ciudades más antiguas del sur de Alemania.

Compartir: