Dos mezzos en Aviñón

Delphine Haidan, Débora Waldman y Karine Deshayes, con la Orchestre National de Avignon-Provence © Ramón Jacques

Octubre 12, 2022. Dentro de la amplia y rica oferta lírica que se lleva a cabo cada temporada en Francia, se ubica esta atractiva e interesante gala operística ofrecida por la Opéra Grand Avignon, con la Orchestre National de Avignon-Provence, antigua agrupación fundada a finales del siglo XVIII, y la colaboración del Palazzetto Bru Zane, el centro de investigación, ubicado en Venecia, especializado en redescubrir y promover el patrimonio musical de compositores franceses desconocidos u olvidados de 1780 a 1920. 

Con menos de cien mil habitantes, la ciudad de Aviñón, situada en el sur de Francia, es un lugar con mucha historia por haber sido la sede del Papado de Aviñón (periodo en el siglo XIV en el que nueve papas residieron allí por razones políticas, convirtiéndola en un importante centro para la iglesia católica), y una ciudad con una vasta actividad musical. 

El concierto titulado Dos Hermanas (Deux Sœurs) constó de una selección de arias y obras relacionadas con la vida de Pauline Viardot (1821-1910), la mezzosoprano francesa que vivió durante buena parte del siglo diecinueve, y la de su hermana Maria Malibran (1808-1836). 

En el concierto se interpretaron piezas de Gioachino Rossini, que es un compositor que ofrece un vivo panorama de la ópera francesa y la ópera italiana, como la obertura de su ópera Otello, el dueto de Malcolm y Elena ‘Vivere io non potrò’ de La donna del lago; el dueto de Elisabetta y Matilde ‘Non bastan quelle lagrime’ de Elisabetta, regina d’Inghilterra, así como ‘Giorno d’orrore’, el dueto de la ópera Semiramide, de los personajes Semiramide y Arsace, que fueron cantados con intensidad y sentimiento por las mezzosopranos francesas Delphine Haidan y Karine Deshayes, ambas con destacadas carreras. 

Haidan cantó con una voz suntuosa, profunda y oscura, pero muy musical y comunicativa, y por su parte Deshayes, quien posee un instrumento vocal con mayor ligereza, claridad, y flexibilidad, que se oscila entre la tesitura de mezzosoprano ligera y soprano, agradó en las exigentes coloraturas belcantistas de Rossini, y en su interpretación y la nitidez en los agudos que desplegó en el aria de Elvira ‘Qui la voce’ de I puritani de Vincenzo Bellini. 

Más allá de confrontaciones vocales o entre protagonistas, en estos duetos Rossini da testimonio del arte consumado de la voz. Con la voz de Haidan, se escucharon la delicada y breve aria ‘Pourrais-je jamais aimer une autre femme’ de la ópera de cámara Le dernier sorcier de Pauline Viardot, un género que promovió mucho la intérprete, de quien además se escuchó Les monts de de Géorgie VWV1037, una de las numerosas canciones que escribió entre 1850 y 1900 basándose en un poema de Pushkin. Aquí Haidan, interesada en la ópera rusa, mostró apego y sentimiento al texto. 

Dos arias muy celebradas por el público, y muy bien interpretadas, fueron ‘Amour, viens rendre à mon âme!’ de Orphée et Eurydice de Gluck, cantada con sentimiento por Karine Deshayes, y de la misma ópera ‘J’ai perdu mon Eurydice’ interpretada por Delphine Haidan. 

El concierto incluyó la grandiosa aria y recitativo ‘Les chants joyeux… Reine d’un jeune empire” entre Didon y Anna de Les troyens de Hector Berlioz, coronando una velada de un notable nivel interpretativo y vocal por las dos mezzosopranos. 

Por su parte, la Orchestre National Avignon-Provence, mostró solidez y cohesión, creando un adecuado marco musical de acompañamiento para las voces. En solitario, y dentro de este viaje al corazón de la creación lírica franco-italiana, la orquesta ejecutó pintorescas piezas como la “Danza ucraniana” y el preludio al tercer acto de la ópera Mazzepa, de la poco conocida compositora Clémence de Grandval (1828 –1907), autora de diez óperas y alumna de Camille Saint-Saëns; así como la dramática obertura de la ópera Faust (1831) de la compositora Louise Bertin, autora de muchas óperas y cantatas y que fue poco conocida incluso durante la época de Berlioz en la que vivió. 

La orquesta fue dirigida con seguridad por la entusiasta maestra brasileña Débora Waldman, titular de la orquesta, quien no solo dirigió con atención y equilibrio entre los instrumentos y las voces, recitando los textos de todas las arias cantadas por la interpretes. La explosión de entusiasmo del público provocó que se interpretaran dos bises que fueron la “Barcarolle” de Les contes d’Hoffmann de Jacques Offenbach, y una versión orquestada de la canción “El desdichado” de Saint-Saëns cantada por ambas solistas con gusto y con buena dicción española. El mismo concierto fue repetido íntegramente dos días después en la sala de conciertos Philarmonie de París. 

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