Festival Wagner en Leipzig

Der fliegende Holländer en el Festival Wagner 22 en Leipzig © Tom Schulze

Junio 20 – Julio 14, 2022. El mundo conoce a Richard Wagner y conoce el Festival de Bayreuth en el estado de Baviera, donde año tras año se presentan todas las obras del compositor, menos las tres primeras, que fueron sus “pecados de juventud”. Quizás este hecho no es tan conocido pero Wagner nació mas al norte de Bayreuth, en la ciudad de Leipzig, en la región de Sajonia y allí, en el magnífico teatro Jugendstil, donde toca la Gewandhaus, una de las mejores orquestas de Europa, se presentaron todas las óperas de Wagner, incluidas aquellas así llamadas “prohibidas”.

Ulf Schirmer, intendente y director musical © Kirsten Nijhof

Este proyecto fue concebido hace muchos años por el director saliente Ulf Schirmer, quien concluyó su directoría de la Ópera de Leipzig con este Festival. Las óperas se fueron dando a través de varios años y la lista se completó una vez dada la premiere de Die Meistersinger (Los maestros cantores) en 2021.

Entre el 20 de Junio al 14 de Julio de 2022 se presentaron las 13 obras en orden cronológico, salpicadas con interesantes conferencias y seminarios. Con el auspicio de la firma automovilística Porsche, dos funciones, Der fliegende Holländer (El holandés errante) y Tannhäuser, se vieron sobre una gran pantalla, ofrecidas gratis al público que colmó la Augustplatz frente al teatro, que separa el edificio de la Ópera de Leipzig de la Gewandhaus Orchester del otro lado de la plaza.

Este acontecimiento wagneriano se dio a salas llenas y el público fue muy diverso atrayendo wagnerianos de todo el mundo. Esta experiencia única sirvió para poner en perspectiva la obra de este gran y siempre discutido compositor.

Wagner es difícil de catalogar, y mucho mas difícil si se agregan las tres obras tempranas. El Festival 2022 se dividió en cuatro partes: las tres obras tempranas, las tres primeras obras wagnerianas, El anillo del nibelungo y las tres obras maduras, donde cambia el lenguaje musical y comienza la búsqueda psicológica de los personajes principales. 

Para aquellos no familiarizados con el lenguaje wagneriano pero que tienen curiosidad, la primera ópera Die Feen (Las Hadas) es una obra que ya contiene semillas de lo que Wagner usará mucho después. Hay frases que “suenan” a Der fliegende Holländer y hasta como Lohengrin; pero en el contexto de esta obra no sobresalen, solo suenan bien. 

Lo mismo sucede con Das Liebesverbot (La prohibición de amar) una especie de comedia con una obertura que en partes bien podría ser atribuida a Gilbert & Sullivan. Quien sabe qué quiso decir Wagner con esta obra que poco o nada tiene que ver con sus obras posteriores. 

Stefan Vinke en Rienzi © Andreas Birkigt

Cuando se llega a Rienzi las cosas cambian mucho. Por primera vez la acción (y el título) se concentran en un personaje, y por primera vez Wagner presenta un personaje que es un héroe fallido. Rienzi tiene coraje, nadie lo discute, y el solo hecho de someter a los nobles lo convierten en héroe de Roma, pero esa misma determinación lo lleva a la inflexibilidad y la obra culmina con su muerte. 

Wagnerianos acérrimos lo incluirán en la larga lista de héroes que contienen las semillas de su fracaso. Luego de Rienzi comienza el nuevo lenguaje wagneriano, ya conocido por sus motivos temáticos o Leitmotive, o sea frases musicales que se repiten a través de la obra para hacer recordar un personaje, una situación o un sentimiento. 

Der fliegende Holländer contiene algunos de los elementos personales que Wagner compondría en sus roles centrales, todos ellos destacando sus ambiciones o sus pensamientos o incluso sus ansiedades y metas. Esto (y mucho más) está contenido en la obra de este fascinante compositor y se puede discernir viendo y escuchando la obra completa. 

Llegando a Tannhäuser el héroe es mucho mas complejo. Su fuente como artista funciona en un ambiente libre, lleno de sexualidad, que es contrario a las rígidas costumbres de los nobles en Wartburg. Es el primer héroe que es reducido a pedir clemencia; ninguno de los otros lo hace. Pero Tannhäuser lo hace porque ama a Elisabeth y su amor por ella lo obliga a tratar de conformarse a las reglas. 

Elisabet Strid como Elisabeth en Tannhäuser © Tom Schulze

Klaus Florian Vogt y Simone Schneider en Lohengrin © Kirsten Nijhof

El protagonista de Lohengrin es otro héroe que aparece milagrosamente para rescatar a Elsa de una situación muy peligrosa. Pero al pedir que Elsa nunca le pregunte quién es y de dónde vino, cava su propia fosa y, como todo héroe wagneriano, fracasa luego de haber vencido. La partitura de Lohengrin fue concluida en 1848 y seis años pasaron hasta su próxima obra Das Rheingold, el prólogo de la tetralogía del Anillo del nibelungo. 

Si se hubiera seguido el festival en estricto orden cronológico, se habrían visto Das Rheingold (1854), Die Walküre (1856), y los dos primeros actos de Siegfried (1857 a 1871). Pero como forman parte del ciclo del Anillo, se optó correctamente por presentarlo entero, incluyendo Götterdämmerung (El ocaso de los dioses) (1854 a 1876), después de Die Meistersinger (1867). Tanto Los maestros cantores, como Tristan und Isolde que la precede (1859) y Parsifal (1882), muestran un Wagner más maduro, influenciado por las ideas pesimistas de Arthur Schopenhauer. Los personajes son aun mas complejos y presentan aspectos íntimos que reflejan en algunos casos (como Tristán e Isolda) su situación personal. Musicalmente también se observa un cambio —o quizás, mejor dicho— un desarrollo.

Al interrumpir la composición de Siegfried durante el segundo acto, Wagner compuso una obra musicalmente revolucionaria, Tristan und Isolde, donde despliega una técnica cromática que se apartaba del diatonismo clásico. De allí en adelante su lenguaje musical sigue siendo familiar, pero también mucho mas avanzado y amplio.

Escena de Die Walküre © Tom Schulze

Catherine Foster en Tristan und Isolde © Tom Schulze

Es admirable notar cómo Wagner domina la orquestación totalmente, uniendo su lenguaje musical pre Tristan, luego del segundo acto de Siegfried, con su nuevo lenguaje, y sin que se noten las costuras, pues, al igual que su héroe Siegfried, refunde los fragmentos de la espada Nothung.

En 2002 hubo un Festival similar a este en Berlín, donde Daniel Barenboim dirigió todas las óperas de Wagner en producciones de Harry Kupfer. Pero en aquel Festival se siguió el estricto orden cronológico y se omitieron las tres primeras ópera. La ventaja de Leipzig —y de este Festival Wagner 2022— es que se puede observar claramente la evolución del compositor, desde que en sus primeras obras buscaba no solo su lenguaje musical, sino su lenguaje dramático.

Y si los héroes son fallidos, hay que notar que las mujeres son excepcionales. Por cada héroe hay una mujer de igual o mayor coraje. Cuando Wagner les pide que sean redentoras, las mujeres redimen (Senta); cuando les pide que sean fieles hasta la muerte, ellas los son (Elisabeth); y cuando el héroe se va sin dar ninguna explicación totalmente convincente, mueren (Elsa).

Cuando se llega a Isolde las cosas cambian, porque es una mujer mucho más inteligente que Tristan; Eva tampoco es ningún ratoncito, y cuando se llega a Kundry, las cosas se ponen realmente serias. Brünnhilde, Sieglinde, Fricka, Gutrune, son ejemplos de mujeres que no son objetos a merced de circunstancias, sino mujeres que piensan y saben decidir.

Escena de Parsifal © Tom Schulze

James Rutherford (Hans Sachs) y Elisabet Strid (Eva) en Die Meistersinger © Kirsten Nijhof

Con un Festival de este tamaño hubo muchísimos cantantes, pero lo que se notó por encima de todo fue un espíritu de conjunto. Es cierto que se escuchó a la nueva soprano wagneriana del momento, Elisabet Strid, pero también se volvió a ver a James Rutherford como un excelente Hans Sachs, por mencionar a dos del excelente conjunto.

Las producciones estuvieron libres del triste espectáculo que ofrece el Konzept. Fueron producciones modernas, pero que no fueron contra el texto o contra la situación dramática, y eso ya es mucho decir hoy en día. Habrá que darle una mención especial al actual director musical e Intendant de la Ópera de Leipzig. 

Ulf Schirmer ha dado muestras de ser un director simplemente extraordinario. Al frente de una de las mejores orquestas de Europa (y del mundo), dirigió cada obra con inspiración, con atención al detalle, al fraseo, al equilibrio entre foso y escenario, y la Gewandhaus Orchester respondió como solo una gran orquesta puede y debe hacerlo, con sonido maravilloso. 

Esta es una orquesta de larga tradición en Alemania, y posee un sonido muy diferente a sus colegas de Berlín o Dresde o Múnich. Los bronces suenan con sonido cálido, dorado, abierto, y las maderas y cuerdas no se quedan atrás.

Schirmer deja su puesto luego de este Festival, y con este inigualable esfuerzo pasará a la historia como un director que puso la música y el drama por delante de su propia imagen, y esto hubiera puesto a Wagner muy, pero muy contento.

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