Fidelio en Berlín

Escena de Fidelio en Berlín © Bernd Uhlig

Septiembre 11, 2021. La última producción de esta obra del gran director de escena Harry Kupfer no cesa de hacer preguntas. En esta tercera reposición las preguntas salieron a la superficie con gran fuerza. Fidelio trata de la libertad, ¿no es cierto? La realidad nos dice que trata con la libertad de un hombre llamado Florestan y de su esposa Leonora. Pero extender este grado de libertad a más de un hombre es un poco problemático porque el libreto contradice esta generalización. 

Habrá que recordar que cuando Don Fernando ordena que liberen a Florestan de sus cadenas no hace lo mismo con el resto de los prisioneros, que deberán esperar. O sea, habrá libertad y algunas bellas palabras para el amigo de Don Fernando, ¿pero no para el resto? Hoy, otro punto importante a considerar es que Leonora debe haber sido una activista política al igual que su marido. Tenían una misión política que estaba en contra de Don Pizarro y, a pesar de haber sido una época ilustrada, lo que estaba haciendo Leonora era bastante riesgoso. Para no ser reconocida, se viste de hombre. Y quien sabe cuántas prisiones habrá visitado antes de encontrarse con Rocco y su familia.

Las ideas del siglo XX son impuestas sobre una obra semipolítica de una época muy diferente, y eso la deforma. Fidelio debe ser vista como lo que es. Si se desea crear un símbolo, eso es otra cosa, pero estas son ideas y símbolos de tiempos modernos. La gran ventaja de poder ver la producción de Kupfer por cuarta vez es que, como en un cuadro de un gran maestro como Caravaggio, se descubren cosas que a primera vista se notan menos. 

La idea de que la obra comience como un ensayo de la ópera y que de a poco los cantantes sean influidos por sus roles es la mejor forma de ver estas contradicciones de hoy con el pasado: ver cómo el pobre Jaquino se frustra cada vez más por el rechazo de Marzelline y se vuelve cada vez más fascista realmente da miedo. Sentir cómo un hombre como Rocco dice “yo cavo la fosa pero no mato”, estremece, porque se va al centro nervioso del nazismo, que a su vez es una forma extrema del fascismo. 

Una vez más la Staatsoper Unter den Linden de Berlín puso a disposición un fabuloso elenco y una producción muy bien ensayada. Kupfer falleció el 30 de diciembre de 2019, pero sus producciones están tan vivas como el día del estreno porque estan muy bien pensadas con profundidad.

Camilla Nylund sigue siendo una excelente Leonora, de voz plena y segura sin quiebre, llena de vitalidad, que sabe comunicar su reticencia frente a la entusiasta Marzelline, y que bien enfatiza su ferviente deseo de encontrar a su marido. Andreas Schager cantó en forma conmovedora pero sin llorar el rol, y lo actuó con gran dignidad, mostrando tremenda sorpresa genuina al ver a su esposa esgrimiendo un revolver frente a Pizarro. Kwangchul Youn dio relieve a Rocco, un hombre bonachón que se deja llevar por la corriente; Matthias Goerne cantó con atención al fraseo y destacó un Don Pizarro que desea defenderse a toda costa. Siyabonga Makungo presentó un Jaquino entusiasta pero frustrado y Victoria Randem cantó Marzelline con gran facilidad y bello color vocal. Roman Trekel dio autoridad y peso a Don Fernando. 

El coro de la casa se lució mucho, cantando con fuerza y con claridad, pero la otra gran estrella de la velada fue el director Alexander Soddy, quien llevó a la Staatskapelle de Berlín a tocar como la gran orquesta que es, y con tempi veloces, urgentes, que daban aún más drama a la acción. Se anotó un 10 por no incluir la obertura de Leonora No. 3, agilizando así la transicion hacia el Finale.

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