?? Fidelio en Montreal

[cmsmasters_row data_color=»default» data_bot_style=»default» data_top_style=»default» data_padding_right=»5″ data_padding_left=»5″ data_width=»fullwidth»][cmsmasters_column data_width=»1/1″][cmsmasters_text]

Fidelio en concierto © François Goupil

Octubre 25, 2019. Como parte de su presente temporada, en asociación con la Orquesta Metropolitana y dentro de las celebraciones previstas para conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, la Ópera de Montreal presentó en formato de versión de concierto la ópera Fidelio, haciendo justicia con un título escasamente presentado en estas latitudes. 

Vocalmente, la selección de los cantantes fue muy acertada. Así y todo, fue Lise Davidsen quien con una deslumbrante vocalidad de soprano dramático acaparó toda la atención, componiendo una Leonora de antología. De voz de enorme potencia, pareja y de notable extensión, la soprano sueca, además de unas cualidades vocales excepcionales, demostró ser una intérprete muy entregada a la composición de su parte, como dejó bien claro tanto por la fiereza que confirió a su aria ‘Abscheulicher’, como por la pasión con la cual fue cincelando el dúo ‘O namenlose Freude!’ junto a su marido prisionero. Ambos momentos fueron ovacionadísimos.

A su lado, el veterano Michael Schade fue un excepcional Florestán con una voz de rico lirismo, un canto sin mácula y un fraseo sonado. Su aria de entrada ‘Gott! Welch Dunkel hier!’, con sus ricas medias voces, sus agudos firmes e incisivos y su enorme variedad de acentos, le dieron a la noche uno de sus momentos de mayor emoción. Raymond Aceto hizo una gran labor componiendo un carcelero Rocco lleno de sutilezas y luciendo una voz de graves bien timbrados y canto de noble belleza y frescura. Con mucha inteligencia, Luca Pisaroni echó mano a una enorme variedad de recursos histriónicos para concebir un inhumano gobernador Pizarro, compensando con su efectiva composicion las carencias de una voz que resultó demasiado liviana la parte. 

Kimy McLaren fue una Marcelina de timbre cristalino y flexible que condujo con gran ductilidad y buen gusto, mientras que con medios más modestos, Jean-Michel Richer delineó un Jaquino de gran corrección.  No obstante la brevedad de la parte, Alan Held hizo gala de una vocalidad aun de considerable importancia con la que impuso con gran autoridad a ministro del rey, Don Fernando. Irreprochable desempeño del coro de la casa. 

Yannick Nézet-Seguin, quien dirigía por primera vez la ópera de Beethoven, hizo una lectura musical muy sólida, resaltando el carácter romántico de la ópera pero dejando entrever sus reminiscencias mozartianas. Asimismo, su batuta supo sacar buen partido del carácter sinfónico de la partitura, sin dejar nunca decaer la tensión dramática. Un público muy motivado por aplaudir, celebró a cada uno de los intérpretes en una noche que fue una verdadera fiesta para los oídos. 

[/cmsmasters_text][/cmsmasters_column][/cmsmasters_row]

Compartir: