?? Frida en Atlanta

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Escena de la producción de José María Condemi de Frida en Atlanta © Justin Chan

Octubre 13, 2019. La Ópera de Atlanta presentó la ópera de cámara Frida con un lleno total en el nuevo teatro de Sandy Springs, muy apropiado para este tipo de espectáculo. Su compositor, el méxico-estadounidense Robert X. Rodríguez combina a la perfección las dos culturas en la década de los años 20, penetrando sabiamente en los sentimientos de los dos grandes genios de la pintura mexicana: Diego Rivera y sus grandes murales; y la temperamental Frida Kahlo y sus sensibles y desgarradoras interpretaciones de un alma incomprendida.

Empieza la ópera en la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México, donde tres calaveras representando la muerte abren la escena en la interpretación de Zachary Owen, bajo cantante, Bryn Holdsworth, soprano, y Jasmine Habersham, soprano, acompañando a una joven Frida, su novio el tenor Andrés Acosta, y Cristina, hermana de Frida, la soprano María Valdés. Es interesante ver en esta obra moderna cómo el compositor usa temas melódicos tradicionales transformados en valses y polkas evocando la música vernácula en vez de disonancias y sonidos estridentes contemporáneos. 

El director argentino Jorge Parodi nuevamente mostró su profundo conocimiento orquestal, tanto de las grandes agrupaciones como de reducidos ensambles. Este estupendo músico es capaz de hacer sacar los sonidos más exquisitos a todos los instrumentos que ejecuten su orquesta, sean modernos o tradicionales.

Catalina Cuervo, actriz-cantante, le da vida a Frida en forma escalofriante.  Su voz de soprano no va con la tesitura de mezzo en la partitura, forzando la voz en tonos ásperos sin belleza, pero su actuación es tan real que le resta importancia a la deficiencia vocal.

La parte vocal le pertenece al bajo cantante Ricardo Herrera, en el papel de Diego Rivera, con muy buena voz y dominio del personaje. Herrera y Cuervo han actuado varias veces juntos en esta misma obra y se les nota una gran compatibilidad en este guión, que al parecer llevarán a Colombia próximamente.

José María Condemi dirigió magistralmente la producción, Monika Essen diseñó el vestuario, dándole énfasis a los vestidos típicos mexicanos. Buena iluminación, de Ben Rawson; y hermosa coreografía, de Ricardo Aponte, quien además contó con la juventud y alegría de sus artistas. Los tres bailarines clásicos Miriam Golomb, Rachel Shiffman y Cansler McGhee se desempeñaron con buen gusto y profesionalismo. Excelentes bailes mexicanos del conjunto Alma Dancers.

Es una producción que rompe récords de entradas en donde se presente y no requiere un presupuesto tan grande como el de un gran espectáculo, con grandes decorados y orquestas sinfónicas, pero penetra en el corazón de la audiencia. La estrepitosa ovación de pie, esta vez muy merecida, dejó al público con el sabor de Frida y su gran ternura en los labios y en sus corazones.

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