Griselda en Martina Franca

Escena de Griselda de Scarlatti en Martina Franca © Clarissa Lapolla

Julio 29, 2021. Hubo dos óperas en representación escénica. Una verdadera exhumación sobre una edición crítica después de un silencio de 300 años fue la Griselda de Alessandro Scarlatti, obra demasiado larga con recitativos extensísimos y versos a veces duros de cantar que se hizo menos pesada gracias al eficaz montaje de Rosetta Cucchi, que dio cierta animación al cuento moralista que cierra de manera muy distinta al desarrollo la colección de cuentos del Decamerón de Boccaccio (extractos del cual se escuchan al principio y luego de las dos pausas).

La dirección de George Petrou confirma sus capacidades para hacer frente al repertorio barroco aunque la orquesta La Lira de Orfeo no estuvo quizás en su mejor noche. El coro Ghislieri cumplió con sus apariciones puntuales. Como en este tipo de obras el reparto es bastante largo y, aunque hay partes secundarias y principales todas tienen sus intervenciones solistas (y como aquí no se cortó nada, el ritmo de todos modos se resintió). 

Los protagonistas de Raffaele Pe (Gualtiero), el rey insensato que somete a pruebas increíbles a su amada esposa Griselda (Carmela Remigio) dieron lo mejor de sí y en ambos casos es la vez en que más han podido lucir sus respectivos talentos vocales e interpretativos. Ottone, el antihéroe, se confió a la buena mezzo Francesca Ascioti, que se las arregló para parecer suficientemente masculina. El rey Corrado nos permitió apreciar a un buen tenor polaco educado en Milán, Krystian Adam, que físicamente recuerda algo a Piotr Beczala y exhibe una buena escuela y un óptimo dominio del salto al grave. 

La pareja de jóvenes amantes que causan y se causan desastres fueron la correcta soprano Mariam Battistelli (Costanza, de emisión algo fija) y la mezzo Miriam Albano (Roberto)que también contribuyó al éxito de la velada. En el rol mudo de Everardo se distinguió el niño Carlo Buonfrate.

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