?? Il barbiere di Siviglia en Toronto

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Santiago Ballerini como Almaviva, en su debut con la Canadian Opera Company © Michael Cooper

Febrero 7, 2020. Un buen espectáculo general resultó Il barbiere di Siviglia presentado por la Canadian Opera Company, en buena parte gracias a un reparto de calidad excepcional. Con una voz generosa, bien esmaltada y de buen cuerpo que condujo con naturalidad, buen gusto y gran dominio técnico, Vito Priante ofreció una muy graciosa caracterización del barbero Figaro, de la que extrajo siempre el máximo poder expresivo a cada palabra. 

No se quedó atrás el impecable conde de Almaviva de Santiago Ballerini quien, en su debut en la casa, exhibió un canto perfectamente en estilo, de coloraturas precisas y agudos fáciles y seguros. Su aria de entrada, ‘Ecco ridente in cielo’ fue un dechado de virtuosismo y uno de los momentos de mejor canto de la noche. De notables recursos vocales y explotando toda la comicidad posible de su personaje, Renato Girolami fue un carismático y tenaz Don Bartolo, lleno de energía y escasa decrepitud, que luchó a capa y espada por el amor de su pupila Rosina. Brandon Cedel fue un excelente Don Basilio, de voz sólida, graves profundos y gran autoridad escénica, que brilló a más no poder en su aria ‘La calunnia’. 

Gran triunfadora de la noche, Emily D’Angelo delineó una chispeante Rosina vocalmente deslumbrante que concentró toda la atención en cada una de sus intervenciones. De rico centro, graves aterciopelados y una cuidadísima línea, la mezzosoprano canadiense convirtió en oro cuanta nota cantó. Fue celebradísima en la famosa ‘Una voce poco fa’, donde además de canto de finísima hechura desplegó simpatía y picardía por doquier. De los roles comprimarios, no pasó nada desapercibida la Berta de Simona Genga, miembro del programa de jóvenes cantantes de la compañía y un nombre a seguir de cerca. Asimismo, merece destacarse la labor de Vartan Gabrielian como el oficial del regimiento del conde. 

El coro de la casa dio una vez más muestras de su alto nivel de excelencia y preparación. Desde el foso, la directora de orquesta italiana Speranza Scappucci dejó una muy grata impresión, tanto por su dominio de la orquesta como de la partitura, así como por su lectura de tiempos justos, depurado estilo y milimétrica concertación. 

A cargo de la producción escénica, Joan Font hizo un trabajo eficaz pero de poco vuelo general en el que no quedaron debidamente expuestas las relaciones entre los personajes y en el que abundaron, por un lado, las ideas resueltas a medias (la escena del regimiento pudo haber sido infinitamente más cómica y teatralmente más efectiva) y, por otro, los personajes ajenos a la trama (como un regimiento de sirvientes al servicio de Don Bartolo) que, más que sumar, restaron. La austera escenografía de muros traslucidos y línea caricatural contribuyó a resaltar el bonito, multicolor y fantasioso vestuario creado por Joan Guillen, quien apuntaló la oferta visual. Finalmente, resultó poco serio que se haya decidido prescindir del aria final del tenor, ‘Cessa di più resistere’, debido a que la producción no contemplaba este momento de la ópera. 

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