?? Il trovatore en Macerata

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Il trovatore en concierto, en el Festival de Macerata

Julio 25, 2020. Pese a cambios en la programación del festival, se consiguió salvar este Trovatore, aunque solo se dieron dos funciones y en forma de concierto. Esta ópera de Verdi en particular no parece lo más adecuado para presentarse en forma no escenificada, pero la fuerza de la música (a pesar de varios problemas en esta función) y la actuación de uno de los cantantes se impusieron. Estuvieron adecuados la iluminación de Ludovico Gobbi y las fotografías de Ernesto Scarponi.

No fue una versión para el recuerdo, aunque la Azucena de Veronica Simeoni fue cantada, fraseada y hasta interpretada de forma admirable. Tal vez algunos prefieran una voz más oscura, y están en su derecho; otros quieren una interpretación más arrebatada y no creo que tengan razón (la gitana no es Ulrica y la tradición —graves de pecho abiertos incluidos— no siempre es la mejor consejera), pero aquí hubo una criatura desgarrada, alucinada desde ‘Stride la vampa’ hasta la ensoñación de ‘Ai nostri monti’, con voz homogénea, sin efectos veristas, y con un agudo en la stretta del gran dúo del segundo acto que me dejó boquiabierto. O sea, supongo que fue algo muy parecido a lo que Verdi quería. 

Los problemas vinieron de la dirección del joven Vincenzo Milletarì, que parece aquejado del difuso mal de querer encontrar a toda costa una relectura “personal” de la partitura, y desde el inicio destruyó el drama con sus tiempos y silencios absurdos. Para colmo, la más castigada en esa elección fue la Leonora de Roberta Mantegna, quien seguramente hubiera podido hacerlo mucho mejor que en esta ocasión. (Los cantantes, aun sin ser “estrellas”, tendrían que poder recordar a los maestros y directores de escena que no tienen una respiración eterna que pueda con cualquier capricho). El barítono Massimo Cavalletti, (el Conte di Luna) tiene una voz grande y de buen color, pero la desperdicia absolutamente por una forma de cantar cada vez más inadecuada y llena de vicios, carente de todo verdadero fraseo. Luciano Ganci, como Manrico, me temo que va por el mismo camino. Lo mejor es su agudo, y hasta cierto punto su timbre claramente tenoril (la célebre ‘Di quella pira’ lo confirmó), pero fuerza constantemente, es monótono y, cuando intenta conferir alguna variedad a su canto, el resultado es más que discutible. 

Correcto, pero sin relieve, el Ferrando de Davide Giangregorio, y muy interesante en el nada fácil aunque breve papel de Ruiz estuvo el tenor Didier Peri. Bien, la orquesta; y buena, la labor de Martino Faggiani al frente del Coro Vincenzo Bellini (también de Las Marcas), aunque las voces masculinas resultaron aquí francamente superiores a las femeninas. Mucho público, dentro de las limitaciones de la situación, y buena respuesta.

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